Madrid.— El vertido al océano Pacífico del agua contaminada que almacena la accidentada central nuclear de Fukushima (Japón), ha hecho saltar las alarmas entre las organizaciones ambientalistas y países vecinos, a pesar de que las autoridades de Tokio insisten en que el vertido controlado no supondrá ningún riesgo para la salud humana.
Los niveles de tritio (elemento radioactivo) liberados estarían por debajo de los estándares sanitarios nacionales al mezclarse con agua marina, alega el primer ministro de Japón, Yoshihide Suga, quien subraya que ésta es una práctica habitual en la industria nuclear de otros países luego de considerar la decisión como inevitable, porque es la alternativa más realista de todas las disponibles.
Sin embargo, a pesar de la minimización de los daños expuesta por las autoridades japonesas, organizaciones ecologistas consideran que el impacto que producirá el vertido al océano de 1.23 millones de toneladas de aguas residuales será dramático y dejará sin trabajo a los pescadores de la zona.
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“Es un agua muy contaminada, altamente peligrosa, con gran cantidad de sustancias muy radioactivas y de muchísimos tipos, como estroncio, cobalto, tritio, incluso hasta plutonio, por lo que su vertido puede hacer que se acumulen en distintos organismos o sean ingeridas por animales. Algunas sustancias muy pesadas, como el plutonio, irían directamente al fondo del mar, contaminando esas zonas”, señala a EL UNIVERSAL José Luis García Ortega, responsable de la unidad técnica Cambio Climático de Greenpeace España.
“Además, también tendrá efectos graves en la población laboral, porque colectivos como los pescadores se irán a la ruina directamente, porque nadie va a consumir pescado sabiendo que proviene de esa región contaminada”, agrega el ecologista en referencia a las protestas que en las últimas semanas han protagonizado los pescadores japoneses que se oponen al vertido.
No obstante, el debate sigue abierto. Otros expertos y académicos no ambientalistas aseguran que el tritio es un isótopo que emite radiaciones muy débiles por lo que, si el vertido se realiza de manera progresiva y diluida, con vigilancia internacional, sus efectos en el medio ambiente deberían ser prácticamente inapreciables.
“Uno de los problemas principales es que estos residuos no van a desaparecer de la noche a la mañana, porque seguirán siendo radioactivos durante cientos de años”, revira el experto de Greenpeace.
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“El problema de la energía nuclear es que se trata de un experimento que puede generar problemas gravísimos que no tienen solución. La solución menos mala es la de mantener el agua contaminada en los depósitos donde se encuentra, algunos de ellos construidos junto a la central para albergar las cenizas radioactivas que se han ido recogiendo. De todas las alternativas, la peor es el vertido al océano”, recalca.
En este tipo de catástrofes nucleares, se imponen las sanciones y la supervisión internacional para evitar otros ecocidios posteriores.
“Hacer ese vertido supone una violación del Tratado Internacional de la Ley del Mar, que prohíbe el vertido de sustancias contaminantes al océano. Estamos hablando también de vulneración de derechos humanos, por lo que el vertido no tiene ningún apoyo. Ha sido decidido de manera unilateral por el gobierno japonés en contra de su propia opinión pública y de la comunidad internacional, ya que en Naciones Unidas no existe un poder ejecutivo que haga cumplir la legislación que protege los espacios naturales”, concluye el especialista de la ONG.
Algunos países de la región que podrían verse afectados, también han hecho valer su rechazo a la decisión del gobierno japonés de arrojar al mar las aguas radioactivas de la instalación nuclear que resultó dañada por el terremoto y el tsunami de marzo de 2011.
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China se declaró gravemente preocupada por el vertido que se pretende realizar sin una consulta completa con los países vecinos y la comunidad internacional y sin haber agotado los métodos seguros de desecho.
Beijing instó a Japón a “reconocer sus propias responsabilidades, mantener una actitud científica, cumplir con sus obligaciones internacionales y responder a las graves preocupaciones de la comunidad internacional, los países vecinos y sus ciudadanos”.
Por su parte, Corea del Sur también lamentó la iniciativa japonesa y pidió a Tokio ser transparente en relación al tratamiento al que es sometido el líquido antes de desecharlo.