Bruselas.— Los resultados de las elecciones regionales del domingo pasado en Francia son un indicador de que las presidenciales de 2022 podrían ser más competitivas de lo previsto.

Antes de los comicios locales, todo indicaba que la próxima batalla por el Elíseo sería entre La República en Marcha (LREM), del mandatario Emmanuel Macron, y Agrupación Nacional, de la ultranacionalista Marine Le Pen.

Pero el hecho de que Macron no logró echar cimientos a nivel local, y la extrema derecha de Le Pen fue incapaz de ganar terreno, ha abierto la puerta a la participación de otros actores, particularmente la derecha republicana.

“Esta elección fue un fracaso tanto para Macron como para Le Pen, pero sobre todo abre la posibilidad en términos políticos de que haya opción, en particular en la centroderecha”, dice a EL UNIVERSAL Gaspard Estrada, politólogo de la Universidad Sciences Po, en París.

“Esto es una novedad política, porque en los últimos cuatro años se decía que había una recomposición política en Francia y que no había nada fuera de la rivalidad Macron-Le Pen, ahora estamos viendo que no es exactamente así”.

La clave, indica, está en cómo la bancada de centroderecha va a organizar el proceso interno de elección de su candidato presidencial. Gaspard recuerda que han resultado en división las últimas contiendas por el liderazgo republicano; en 2016 la disputa por el mando del partido se caracterizó por ser compleja y polémica: Alain Juppé encabezaba las encuestas, pero al final Francois Fillon, exprimer ministro durante la presidencia de Nicolas Sarkozy, fue quien se llevó sorpresivamente el boleto por competir por la presidencia.

“El mayor riesgo para la centroderecha es no lograr un consenso en el método de asignación de su candidato. Claramente hay una voluntad de sus líderes de trabajar con base en este resultado, para tener una candidatura fuerte de cara a la elección del año próximo, pero siempre existe el riesgo de la división”.

El último sondeo de la firma Ipsos coloca al republicano Xavier Bertrand con 18% de las intenciones de voto, frente a 24% para Macron y Le Pend.

“Está por verse si Bertrand logra obtener el apoyo de todos, incluyendo sus rivales, algo que hoy no está escrito”, indica el politólogo. Las primeras elecciones regionales celebradas desde que Macron llegó a la presidencia en 2017 se tradujeron en una sólida victoria para la derecha conservadora.

El Partido Republicano extendió su dominio llevándose la mayoría en siete de 13 regiones, mientras que la Agrupación Nacional quedó limitada a la administración de unos cuantos ayuntamientos. James Shields, profesor de política francesa en la Universidad de Warwick, sostiene en entrevista que Le Pen buscaba en las elecciones un premio mayor, dar la campanada en una región y quedarse con algún departamento en vísperas de darle credibilidad de gobierno a su partido a 10 meses de la elección presidencial. Señala que los ultranacionalistas no sólo se quedaron sin nada, el saldo fue a la baja a lo largo del tablero electoral.

El resultado para la fuerza política de Macron fue igualmente decepcionante, al no pintar en las regiones y departamentos. Si bien se trata de una oferta política joven, LREM fue creada en 2016, su desempeño en las urnas es “lamentable” después de cuatro años de ostentar el poder nacional.

“Estas elecciones trastocan la cómoda suposición de una contienda Macron-Le Pen en 2022. Vuelven a colocar en el juego a los partidos tradicionales de centroderecha y centroizquierda”, asegura Shields.

Sostiene que los republicanos y los socialistas acudieron a estas elecciones gobernando siete y cinco de las 12 regiones en tierra firme, y al final quedaron igual, y sin que los partidos de Macron y Le Pen dieran muestra de competitividad. Los partidos tradicionales también continúan gobernando más o menos los mismos departamentos, mientras que las agrupaciones de Macron y Le Pen ni siquiera mostraron avance en alguno de los 95 departamentos en disputa.

“La política se trata de impulso. ¿Y quién lo ha logrado en estas elecciones? La centroderecha tradicional, con una serie de poderosos barones regionales (Xavier Bertrand, Laurent Wauquier, Valérie Pécresse) reelegidos y fortalecidos con posibilidades de ser candidatos presidenciales”.

En resumen, dice Shields, el llamado a las urnas certifica la solidez de centroderecha y centroizquierda en sus respectivos bastiones; la incapacidad del partido gobernante de convertir el apoyo nacional en uno de base, el fracaso de Le Pen por avanzar a nivel departamental, y el poder acumulado por algunas figuras regionales para competir por la nominación y enfrentarse a Macron y Le Pen.

“El viejo mundo de la política que Macron afirmó haber abolido está de regreso y busca vengarse”, sostiene el estudioso.

Los comicios también se caracterizaron por una abstención histórica, uno de cada tres acudió al llamado a las urnas. La edición anterior contabilizó una participación de 55.6%.

Para explicar el fenómeno, Gaspard hace referencia a la existencia de una crisis democrática y a la crítica hacia la oferta política. Además habla del momento excepcional que se vive: Francia está saliendo de un tercer confinamiento, así como del factor generacional, la mayor abstención se registró entre los jóvenes, uno de los sectores que más ha sufrido por la pandemia.

“La explicación es multifactorial, por un lado hay decepción con la política y los políticos, pero también hay una situación excepcional ligada al momento tan singular que vivimos”.

“Pero ante todo, estas elecciones dan un buen indicador de cómo está el estado de la política a nivel local en Francia”, puntualiza Estrada.

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