A cinco años del incendio y la tragedia, la reapertura de Notre Dame llegó con una ceremonia marcada por momentos clave. El primero fue una reunión que se dio al margen del acto central.
El jefe del Estado francés, Emmanuel Macron, ha considerado que este sábado ha sido un “día histórico” tras haber reunido al próximo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, a los que ha pedido continuar “la acción común por la paz y la seguridad”.
En un mensaje en su cuenta de X, Macron se ha felicitado del encuentro que ha propiciado en el Palacio del Elíseo entre los tres: “Estados Unidos, Ucrania y Francia. Juntos en este día histórico. Reunidos por Notre Dame. Continuemos la acción común por la paz y la seguridad”.
Ese texto va acompañado de una imagen de los tres, que han estado durante algo más de media hora hablando, antes de participar en la ceremonia de reapertura de la catedral de Notre Dame, tras cinco años de restauración por el incendio que sufrió en abril de 2019.
En otro mensaje previo, Macron se ha referido a su entrevista cara a cara con Trump y ha insistido en los “desafíos” que tienen que superar juntos y en el “orgullo por la amistad” entre sus dos países.
Zelensky consideró “muy buena y productiva” la reunión que ha mantenido en París. En un mensaje en su cuenta de X, Zelensky ha señalado que “el presidente Trump ha sido, como siempre, resolutivo. Le doy las gracias”. También ha querido agradecer a Macron haber organizado “esta importante reunión”.
Cuando la campana más grande de la catedral, la Emmanuel de 13 toneladas (que no lleva el nombre del líder francés) sonó en la noche parisina, señalando el inicio de la ceremonia, la multitud dentro de Notre Dame se sumió en un silencio expectante. Emmanuel, un legado del rey Luis XIV, había sonado a lo largo de siglos de historia francesa, y su repique ahora resonaba como un llamado a presenciar otro momento histórico.
“¡Notre Dame, abre tus puertas!” pidió tres veces el arzobispo de París, Laurent Ulrich, golpeando con su báculo las puertas de la catedral gótica más famosa del mundo, construida hace más de 860 años.
El coro de la catedral respondió desde el interior invitando a los fieles a entrar, aunque debido al mal tiempo, los cerca de mil 500 invitados ya estaban dentro.
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Para realzar el esplendor visual de la ceremonia, Ulrich y el clero lucieron vibrantes vestimentas litúrgicas diseñadas por el diseñador de moda francés Jean-Charles de Castelbajac. Castelbajac, conocido por su característica estética pop-art, creó 2000 piezas coloridas para 700 celebrantes, mezclando elementos modernos con toques medievales.
Inundada de luz y canciones, la catedral cobró vida en un momento de espectáculo sobrecogedor. Lo que había sido una ruina silenciosa y ennegrecida por el hollín hace cinco años ahora brillaba con renovada vitalidad, marcando la culminación de un esfuerzo global de casi mil millones de dólares para resucitarla.
Los bomberos que salvaron a Notre Dame de las llamas en 2019 y los artesanos que participaron en su reconstrucción fueron aplaudidos durante varios minutos el sábado, dentro de la catedral, durante la ceremonia de reapertura del edificio, según constató la AFP.
Un inmenso “MERCI” también fue proyectado en la fachada occidental de la catedral mientras estos 160 bomberos y artesanos desfilaban por las naves de Notre Dame, aclamados por numerosos jefes de Estado y de gobierno, así como por diversas personalidades.
“Hemos descubierto lo que las grandes naciones pueden hacer, realizar lo imposible”, resaltó el presidente francés, en su discurso en la reapertura de la catedral de Notre Dame.
Se refería así a la promesa de reinaugurar el emblemático templo en tan solo 5 años y medio, y devolverle todo su esplendor tras el incendio que lo dejó parcialmente destruido el 15 de abril de 2019.
“Esta catedral -dijo el presidente francés- es también la metáfora feliz de lo que debe ser una nación y el mundo”. “Notre Dame nos dice que nuestros sueños, incluso los más audaces, sólo son posibles gracias a la voluntad de cada uno y al compromiso de todos”, reflexionó Macron.
Recordó que la catedral de París ha tenido un papel protagonista a lo largo de la historia -de la mano de Napoleón o de Enrique IV- y también el arte o la literatura, por ejemplo con el retrato que hizo de ella el escritor Victor Hugo.
El discurso de Macron fue el plato fuerte de la parte política o “republicana” -como la denominaban los organizadores-, de la ceremonia, e inicialmente estaba previsto que tuviera lugar en la explanada exterior.
El papa Francisco también expresó su deseo este sábado, en un mensaje leído durante la reapertura de Notre Dame de París, que esta nueva etapa “pueda constituir un signo profético de la renovación de la Iglesia en Francia”.
El líder religioso expresó también su esperanza de que la catedral vieja de más de 860 años siga acogiendo “generosa y gratuitamente” a los visitantes, ante los planes evocados en círculos gubernamentales culturales franceses de cobrar una entrada.
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“Notre Dame pronto volverá a ser visitada y admirada por una multitud inmensa de personas de todas las condiciones, procedencias, religiones, lenguas y culturas, muchas de ellas en busca de un sentido absoluto y propósito para sus vidas”, declaró el pontífice en su texto.
“Estoy seguro, Excelencia, de que las puertas estarán ampliamente abiertas” para acogerlas “como hermanos y hermanas”, añadió.
El gran órgano de Notre Dame de París, el más grande de Francia, resonó el sábado durante la ceremonia de reapertura de la catedral, por primera vez desde el incendio de 2019, según constató la AFP.
Este instrumento, de 13 metros de altura y tres siglos de antigüedad, no fue alcanzado directamente por las llamas, pero sus aproximadamente 8 mil tubos, ensuciados por polvo de plomo, tuvieron que ser desmontados y limpiados.
Durante varios meses, los artesanos han trabajado en su afinación y rearmonización.
El “despertar” del órgano es una ceremonia tradicional de la liturgia católica cuando se repara o se inaugura uno de esos instrumentos en una iglesia.
El arzobispo de París, Charles Ulrich, invocó al órgano en ocho ocasiones, y el instrumento respondió bajo las manos de cuatro músicos distintos
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