Más Información
Sheinbaum: fentanilo en México realmente no es un problema; “no hay una crisis como lo hay en EU y Canadá”, dice
Identifican a mexicano muerto en tiroteo en Consulado de Honduras en EU; evitó la entrada de migrante armado
Sheinbaum señala alejamiento con Ken Salazar, pero no con relaciones con EU; “no sabíamos realmente su posición”, dice
VIDEOS: suman 126 muertos por terremoto en el Tibet, oeste de China; más de mil casas resultaron dañadas
Fiscalía de Sonora da vista a FGR sobre amenazas a Natanael Cano, Javier Rosas y Tito Torbellino Jr; inician investigaciones
2025, año de riesgo político alto: Integralia; señala el regreso de Trump y centralización del poder de Morena
Frente frío 21 y tormenta invernal golpean México; alertan por caída de nieve, aguanieve y temperaturas bajo cero
El fiscal especial para la investigación de la trama rusa acusó formalmente a 13 personas y tres entidades rusas de injerencia en el sistema democrático de Estados Unidos, la primera imputación criminal contra los presuntos autores del plan de Rusia para afectar las elecciones presidenciales de 2016.
Es la primera vez que se presentan acusaciones por “violar leyes criminales de EU para interferir en las elecciones y su proceso político”, la meta central de la investigación liderada por Robert Mueller. De momento, no hay estadounidenses imputados.
La acusación formal sirve para poner nombres y tejer redes a la certeza de todas las agencias de inteligencia de EU, que desde hace más de un año confirmaron la existencia de la injerencia rusa en el sistema democrático estadounidense —a pesar de la negativa del presidente Donald Trump—.
La lectura del documento de imputación sirve para determinar la complejidad y tamaño del aparato que actores rusos prepararon con el objetivo de expandir la desconfianza en el sistema estadounidense: un plan, denominado Proyecto Lakhta, que llevaban tramando desde 2014, y que tenía como colofón potenciar y apoyar la candidatura de Trump y perjudicar a la demócrata Hillary Clinton.
Una “granja de trolls” informáticos que, según las autoridades estadounidenses, profesaban una “guerra de información contra EU con el objetivo de expandir desconfianza hacia candidatos y el sistema político en general”.
Una de las estrategias era crear falsas identidades estadounidenses para hacer creer que el movimiento surgía de bases y activistas locales, e incluso llegaron a contactar con personalidades de la campaña de Trump que no eran conscientes de cuál era la verdadera identidad de su interlocutor.
Reclutaron a estadounidenses para promover ciertas ideas, en una organización similar a cualquier equipo de redes sociales de una campaña electoral, y con dispendios que podían superar más de un millón de dólares mensuales. Algunos de los acusados incluso tienen cargos por fraude bancario o robo de identidad.
Trump salió rápidamente a decir que la acusación demuestra que, contrariamente a lo que muchos asumen, no hubo confabulación entre su equipo electoral y Moscú para ganar los comicios, algo que calificó de “teoría disparatada” y añadió: “El resultado de la elección no fue impactado. La campaña de Trump no hizo nada malo —no hubo colusión—”.
A pesar de lo que dice Trump, la acusación del equipo de Mueller no significa que no hubiera colusión entre su campaña y Moscú. Simplemente no se hace mención en una investigación que sigue en curso.
Además, cada vez está consiguiendo que más personas de interés cooperen: el último es Richard Gates, ex asesor de campaña que hace meses fue acusado de lavado de dinero en el marco de la misma investigación.
La acusación de Mueller no relaciona a la trama rusa directamente con el Kremlin, pero el portavoz del presidente Vladimir Putin consideró absurdo que EU culpe a 13 rusos de poder afectar a un sistema electoral como el estadounidense.