Washington.— El Buró Federal de Inteligencia (FBI) allanó ayer la casa, la oficina y una habitación de hotel relacionadas con Michael Cohen, el abogado personal del presidente Donald Trump y que desde hace semanas está en el centro del escándalo por un supuesto pago a una actriz porno para acallar un affaire con el magnate.

Según el diario The Washington Post, el registro de las pertenencias de Cohen se realizó bajo una investigación federal de fraude bancario y violación de las leyes de financiación de campaña. Entre los documentos que se buscaron estaban las pruebas del pago de 130 mil dólares a la actriz Stormy Daniels.

Todo parece indicar que la investigación que llevó al registro del FBI de las propiedades de Cohen se realizó bajo órdenes de la fiscalía de Nueva York. Sin embargo, la información habría llegado gracias a las pesquisas de Robert Mueller, el fiscal especial de la trama rusa que investiga los supuestos lazos entre el Kremlin y la campaña presidencial de Trump para influir en las elecciones.

Que la redada surgiera de la investigación de Mueller enervó, como no podía ser de otra forma, a un Trump que hace tiempo que está exasperado por la pesquisa de en este caso, una nube oscura que nunca termina de alejarse de la Casa Blanca. La acción de ayer escala todavía más la cercanía de la trama rusa a la figura del presidente, ya que toca a un confidente encargado de muchos de sus asuntos personales.

“Es una vergüenza. Francamente es una verdadera vergüenza. Un ataque a nuestro país, en el sentido verdadero”, se quejó Trump, recuperando su retórica persecutoria de que la investigación de la trama rusa no es más que una “caza de brujas” que ha llegado a un “nivel totalmente nuevo de injusticia”.

Un portavoz de Cohen consideró “inapropiada e innecesaria” la operación porque, dijo, el abogado siempre “colaboró totalmente con entidades gubernamentales, incluyendo la entrega de miles de documentos al Congreso y testimonios bajo juramento”.

“Hemos entregado más de un millón de documentos al fiscal especial”, se quejó Trump, enrocado en que hasta el momento no se ha demostrado que hubiera colusión entre su campaña y el Kremlin durante el periodo electoral. “A pesar de eso, siguen adelante [con la investigación]”, se quejó.

“Ahora han allanado una oficina de un abogado personal pronto por la mañana. Creo que es una vergüenza”, resumió.

Las quejas volvieron a recaer en el Departamento de Justicia y el equipo investigador, gente “totalmente sesgada” y con “un montón de conflictos de intereses”, según el presidente. En ese sentido, dejó en el aire despedir a Mueller como fiscal especial, lo que precipitaría una crisis parecida a la del Watergate, que empezó con la destitución de fiscales y terminó con el fin de la presidencia de Richard Nixon.

Mientras, la investigación sigue, y este fin de semana se reportó que Trump estaría ensayando por si Mueller decide interrogarlo.

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