Madrid
La extrema derecha irrumpió finalmente en España, luego de que el partido VOX consiguiera representación parlamentaria en las recientes elecciones autónomas de Andalucía.
La formación ultranacionalista obtuvo 11% de los votos, en unos comicios regionales en los que el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) retrocedió severamente en las urnas y se arriesga a perder su principal feudo electoral en España, a pesar de haber ganado la votación.
La llegada de VOX al Parlamento de Andalucía permitiría al bloque de la derecha española alcanzar por primera vez un acuerdo para desplazar del poder a los socialistas, quienes han administrado ininterrumpidamente esa comunidad española casi cuatro décadas.
En un escenario abierto, donde casi todas las alianzas son posibles, el Partido Popular (PP), además del apoyo del centroderechista Ciudadanos (Cs), necesitaría los votos de VOX para alcanzar la mayoría absoluta y presidir un gobierno estable que desbanque a los socialistas.
VOX tiene un discurso xenófobo, con el que criminaliza a la migración irregular y que ha logrado rentabilizar electoralmente en los municipios andaluces más deprimidos económicamente, donde existen tensiones migratorias y las tasas más altas de trabajadores extranjeros.
En ese contexto, VOX propone construir un muro infranqueable para los migrantes subsaharianos en los enclaves españoles de Ceuta y Melilla, ubicados en el norte de África, una iniciativa similar a la impulsada por el presidente Donald Trump en la frontera entre México y Estados Unidos.
VOX también reivindica la soberanía de España frente a la Unión Europea (UE) con un marcado acento euroescéptico, y arremete contra el feminismo militante que busca imponer una ideología totalitaria de género.
El proceso independentista en Cataluña otorga a VOX rasgos singulares, ya que el amago separatista está generando en la extrema derecha española una reacción ultranacionalista que la lleva a defender a radicalmente la unidad de España y a posicionarse en contra del actual modelo de autonomías regionales que considera tan despilfarrador como ineficiente.
“El resurgimiento de la extrema derecha ha respondido en buena parte al enfrentamiento con Cataluña. Siempre han existido estos grupos con ideas anticuadas, pero no encontraban el ambiente propicio, por lo que se quedaron al margen. Pero con el proceso independentista catalán mucha gente se ha sentido interpelada y ha reaccionado contra lo que consideran un ataque contra la españolidad”, señala a EL UNIVERSAL Rosa Aparicio, socióloga del Instituto Universitario Ortega y Gasset.
“De cierto modo, VOX se siente legitimado por lo que está sucediendo en Cataluña. También hay cierto desencanto hacia los partidos en general, que parecía que estaban recogiendo ciertas reclamaciones de la gente, pero que no lo han hecho. Y también influye en este resurgimiento el hecho de que todos los medios estén dando visibilidad al fenómeno de la extrema derecha”, agrega.
La académica considera que es difícil saber cuál será la proyección futura de VOX en el Estado español, aunque su entrada en el Parlamento andaluz sienta un antecedente que hay que tener muy en cuenta.
Hasta el resurgimiento de VOX, la extrema derecha no había conseguido asentarse en España. Desde la salida del ultraderechista Blas Piñar del Parlamento en 1982, ninguna fuerza de la misma tendencia había regresado a las instituciones ibéricas.
Sin embargo, las divisiones en la derecha convencional del PP, el proceso independentista en Cataluña que atizó el patriotismo español, la desconfianza hacia el proyecto europeo y el fuerte desempleo que en sectores hiperconservadores se asocia con el arribo de migrantes ligados al aumento de la delincuencia han disparado una ideología ultranacionalista y xenófoba.
Tras el triunfo alcanzado en Andalucía, resta por saber si la extrema derecha de VOX conseguirá repetir su éxito en los comicios municipales, regionales y europeos que se celebrarán en España en la primavera de 2019.
El apretado calendario podría verse ampliado si el gobierno de Pedro Sánchez decide adelantar las elecciones generales en los próximos meses, lo que permitiría a la extrema derecha competir a nivel estatal y comprobar si su proyección en la geografía española se corresponde con los sorpresivos resultados obtenidos en Andalucía.