Bruselas.— El golpe de Estado perpetrado el lunes por el ejército en Birmania desató una ola de condenas y la amenaza, por parte de Estados Unidos, de reimponer sanciones a menos que se retome la senda demócratica.

Los militares birmanos detuvieron a la jefa de facto del gobierno civil, Aung San Suu Kyi, al presidente de la República, Win Myint, y a otros líderes de la Liga Nacional para la Democracia (LND), en el poder desde las elecciones de 2015.

Alegaron que tomaron el control y declararon emergencia por un año para “preservar la estabilidad”. En un comunicado en Facebook, añadieron que su intención es que se celebren elecciones “libres y justas” al término del periodo de emergencia.

El ejército acusa que en las elecciones legislativas de noviembre, en las que ganó por amplia mayoría la LND, el partido de Suu Kyi, hubo “enormes irregularidades”, aunque no hay pruebas al respecto. Y señaló que la comisión electoral no subsanó los errores.

Por la noche, la televisión estatal anunció la destitución de 24 ministros de Suu Kyi y 11 nombramientos, incluyendo el del exministro de Relaciones Exteriores Wunna Maung Lwin, quien ejerció durante el mandato del exgeneral Thein Sein (2011-2016).

El hasta ahora vicepresidente, Myint Swe, nombrado en el cargo por los militares por la potestad que les da la actual Constitución, asumió la presidencia interina durante el periodo de emergencia y le cedió todos los poderes al jefe de las Fuerzas Armadas, Min Aung Hlaing.

Para evitar cualquier acto de disidencia, los militares acordonaron carreteras, enviaron helicópteros a sobrevolar Rangún y restringieron comunicaciones por internet y por teléfono móvil.

Antes de su detención, Suu Kyi, Nobel de la Paz 1991, instó a la población a “no aceptar el golpe de Estado”, según una carta publicada en Facebook por su partido.

El ejército intenta “volver a sumir al país bajo la dictadura militar”, escribió, según esta declaración, pidiendo a la población que “proteste unánimemente”.

EU, Reino Unido, la Unión Europea, países asiáticos, así como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), denunciaron de inmediato el golpe. China se limitó a pedir a las partes implicadas “solucionar sus diferendos”.

El presidente estadounidense, Joe Biden, amenazó con reimponer sanciones económicas.

En un comunicado distribuido por la Casa Blanca, dijo que su gobierno revisará “inmediatamente” si debe volver a imponer sanciones levantadas en la última década a medida que Birmania avanzaba hacia una incipiente transición democrática.

Si la democracia no se respeta, Biden aseguró que “tomará las acciones que sean adecuadas”, sin dar más detalles.

El presidente de EU urgió a la comunidad internacional a unirse para presionar a los militares birmanos para que “cedan inmediatamente el poder”.

El secretario General de la ONU, António Guterres, condenó “firmemente” los arrestos.

El Consejo de Seguridad de la ONU se reúne hoy de emergencia para tratar la situación.

México apoya acciones multilaterales

En un comunicado, la Secretaría mexicana de Relaciones Exteriores señaló que desde su posición como miembro no permanente del Consejo “apoyará las acciones multilaterales y regionales” para impulsar una solución al conflicto en Myanmar y “respaldará las acciones del secretario General de la ONU para impulsar a la brevedad un diálogo incluyente y constructivo”, pero evitó referirse a lo ocurrido como golpe de Estado. Reiteró su “posición inquebrantable a favor de la solución pacífica de controversias”.

La Embajada de México en Singapur, concurrente ante Myanmar, ya contactó a la “pequeña comunidad mexicana” en Birmania para verificar que esté bien.

Birmania salió hace 10 años de un régimen militar que dirigió el país casi 50 años. Los últimos golpes de Estado desde la independencia del país en 1948 se remontan a 1962 y 1988.

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