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San José. – En vísperas de la segunda y definitiva ronda de las elecciones presidenciales de mayor controversia en los 37 años de democracia guatemalteca, el Ejército de Guatemala lanzó al menos desde el lunes de esta semana un inusitado ý prolongado despliegue de tropas fuertemente armadas en todo el país que podría proseguir en los próximos días.
Las fuerzas armadas guatemaltecas, que impusieron un régimen militar que gobernó de 1954 a 1986, enfrentaron una guerra de guerrillas comunistas de 1960 a 1996 y debieron retornar a sus cuarteles hace 26 años con un pacto de paz que las sometió al poder civil, ocuparon poblados, aldeas, calles, montañas, fronteras, litorales y otros sitios de Guatemala.
La maniobra quedó marcada por una peculiaridad: el próximo domingo habrá comicios presidenciales en Guatemala.
“Parecería ser como un mensaje de fuerza hacia la población… determinar que hay una presencia del Estado en este momento cuando, en otras elecciones, no ha habido tal presencia (militar)”, advirtió el abogado guatemalteco Nery Rodenas, director de la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala.
“Eso llama poderosamente la atención. Esperamos que no pase a más. Preocupa que, en un contexto en el que se habla de fraude, golpe de Estado y otras situaciones antidemocráticas, se estén realizando esas acciones (militares). Es bastante preocupante”, dijo Rodenas a EL UNIVERSAL.
“Guatemala vive un momento de crisis democrática. Es un riesgo en el que existe la posibilidad de que se produzca alguna acción que impida que podamos tener un tranquilo proceso electoral en segunda vuelta. Preocupa que, en ese contexto, haya movilización de tropas del Ejército”, recalcó.
Tras advertir que “eso, de alguna forma, puede ser un mensaje de presencia estatal en todo el país”, aseguró que “no hay una acción de emergencia en la que exista un riesgo de seguridad a nivel criminal o como establece la Constitución que (amerite que) el Ejército podría atender alguna acción de seguridad”.
“Esperamos que no se vaya a generar ninguna acción contraria a la seguridad ciudadana o sea alguna presión que quiera ejercerse contraria a los resultados del domingo. Sí son preocupantes esos movimientos (de tropas) y, en algún sentido, que pueda ser algún mensaje”, subrayó.
En un escenario enrarecido por las frustradas gestiones para alterar el resultado de la primera ronda, que se efectuó el 25 de junio pasado, más de nueve millones de guatemaltecos se preparan bajo tensión para asistir el domingo entrante a las urnas.
Los candidatos que dirimirán la batalla dominical serán el sociólogo y antropólogo centroizquierdista guatemalteco Bernardo Arévalo, del opositor Movimiento Semilla y favorito para triunfar, y la politóloga centroderechista Sandra Torres, de la opositora Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), con una persona aspirante a la vicepresidencia por papeleta.
Luego de que Arévalo quedó sorpresivamente de segundo en junio y avanzó con Torres a la etapa de agosto, una variedad de fuerzas de la derecha guatemalteca, afín a poderes económicos, políticos y militares, maniobró sin éxito en instancias judiciales y electorales para tratar de sacarlo de competencia, por provenir de un sector desligado de la tradición ideológica que gobernó a Guatemala por 69 años.
Ninguno de los 22 candidatos de la primera logró el 50% más uno de los sufragios, por lo que solo avanzaron Torres y Arévalo por obtener la mayor cantidad de votos y en segunda se necesitará mayoría simple para vencer.
Paz y seguridad
Las fuerzas armadas prosiguieron su involucramiento en labores de seguridad pública, legalmente asignadas a la Policía Nacional Civil. Por mandato de la Constitución Política, el Ejército debe “mantener la independencia, la soberanía y el honor de Guatemala, la integridad del territorio, la paz y la seguridad interior y exterior”.
El operativo nacional fue confirmado en numerosos mensajes que el Ejército difundió esta semana en la red social X (antes Twitter).
El Ejército, mediante la Brigada de Operaciones para Montaña, “continúa realizando operaciones de seguridad” en comunidades del suroccidental departamento (estado) de San Marcos, que es fronterizo con México, “con el objeto de mantener la gobernabilidad, la paz y tranquilidad entre los habitantes de la región”, publicó la institución castrense.
Con la Brigada de Paracaidistas, también “realizó patrullajes en distintas áreas” del surcentral departamento de Escuintla, que tiene litoral sobre el Océano Pacífico, para “garantizar seguridad a la población guatemalteca”, escribió.
En trabajos de la Brigada de Operaciones de Selva “realiza patrullaje en la aldea Bethel, las Cruces”, en el norteño departamento de Petén, limítrofe con México y Belice, “con el fin de garantizar la seguridad a la población”.
La Segunda Brigada de Policía Militar “realizó patrullajes en Antigua Guatemala”, capital del surcentral departamento de Sacatepéquez, “con el objeto de garantizar seguridad a la población guatemalteca”, precisó.
Reportes similares sobre tareas efectuadas en otros lugares de Guatemala proliferaron en la red del Ejército en X.
Aunque las autoridades militares acostumbraron divulgar en esa cuenta sus actividades en las más variadas zonas de un país que limita con México, Belice, El Salvador y Honduras, con costas sobre el mar Caribe y el Pacífico y emergió como estratégica plataforma del contrabando internacional de drogas ilegales del sur al norte de América, la movilización destacó esta semana por realizarse en fechas sensibles para la democracia guatemalteca.
De manera coincidente, Torres firmó anteayer un pacto con militares guatemaltecos en retiro por el que prometió aumentarles su bonificación económica si gana la Presidencia.