La Paz.— Evo Morales se declaró ayer “casi segurísimo” de ganar en primera vuelta su reelección en Bolivia y denunció un “golpe de Estado”, aunque la misión de la OEA afirmó que la “mejor opción” sería convocar a un balotaje, en un contexto de huelga general y llamados del opositor Carlos Mesa a la “movilización permanente”.

“Estoy casi segurísimo de que con los votos de áreas rurales vamos a ganar en la primera vuelta” al candidato opositor Mesa, dijo el mandatario, cuando el cómputo oficial del Tribunal Supremo Electoral (TSE) apunta a un balotaje.

Tres días después de los comicios, el TSE no terminó el escrutinio y según su última actualización, Morales acumula 46.03% frente a 37.35% para Mesa, cuando faltan por escrutarse alrededor de 3% de los sufragios válidos. Para evitar la segunda vuelta, Morales necesita un mínimo de 40% de los votos y una ventaja de 10 puntos respecto al segundo. Mientras, una huelga general indefinida comenzó, en el marco de la cual grupos leales y opositores al presidente se enfrentaron en Santa Cruz.

Morales denunció que “está en proceso un golpe de Estado”, en aparente referencia a las protestas y al paro indefinido. “Quiero que sepa el pueblo boliviano, que hasta ahora humildemente soportamos para evitar violencia y no hemos entrado en confrontación”, dijo.

Sus declaraciones fueron secundadas por su aliado venezolano Nicolás Maduro, quien afirmó: “Es un golpe de Estado anunciado, cantado y, puedo decir, derrotado. El pueblo boliviano derrotará la violencia”. Mesa anunció este miércoles la formación de una Coordinadora de Defensa de la Democracia, cuyo objetivo es presionar para que la elección se defina en una segunda vuelta.

“No vamos a permitir que se nos robe por segunda vez una elección”, agregó en relación al resultado de un referéndum que fue desconocido por Morales para postularse a un cuarto mandato.

Una ola de violencia estalló el domingo en diversas regiones tras los comicios y ha tenido como blanco las sedes de los tribunales electorales. La protesta de la noche del martes en La Paz congregó a miles de personas que gritaban: “¡Fraude, fraude, fraude!”.

El paro indefinido convocado por un colectivo de organizaciones civiles de los nueve departamentos del país comenzó a tomar cuerpo en Santa Cruz (900 km al este de La Paz), donde manifestantes quemaron la noche del martes parte de la sede del tribunal electoral.

“Vamos al paro hasta que ustedes digan”, arengó Luis Fernando Camacho, líder del Comité Cívico Pro-Santa Cruz, región motora del desarrollo nacional, donde ya se ven algunas calles bloqueadas.

Un adulto y un joven resultaron heridos por pedradas en la cabeza en choques entre leales y opositores a Morales. La huelga también comenzaba a organizarse en la rica región minera de Potosí y en otras zonas. “Seremos los jóvenes que haremos respetar la democracia y los que sacaremos del palacio [de gobierno] a Evo Morales”, dijo César Ramos, presidente del comité civil juvenil de Tarija (sur).

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) llamó a Bolivia a garantizar la seguridad, la integridad y las libertad ciudadanas, al expresar su “preocupación ante los graves hechos de violencia”. Estados Unidos urgió a Bolivia respetar el voto de la ciudadanía so pena de “serias consecuencias”, dijo el subsecretario interino de Estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Michael Kozak.

El domingo por la noche, basándose en un conteo electrónico rápido de votos organizado por el TSE, Mesa celebró su paso a segunda vuelta. Sin embargo, tras esos datos parciales el TSE detuvo durante 20 horas el conteo, provocando recelo y rechazo en la oposición. El controvertido giro que dio el resultado parcial de los comicios es analizado en Washington en una reunión extraordinaria del Consejo Permanente de la OEA, que aceptó hacer una auditoría del proceso electoral a pedido del gobierno boliviano.

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