Más Información
Morena y aliados acuerdan apoyar reelección de Rosario Piedra en CNDH; “es una decisión de Estado”, dicen
Despliegan 12 mil elementos de seguridad para atender violencia en Guerrero; realizan operaciones en tres frentes
García Harfuch: Ataque a bar “Los Cantaritos” fue por rivalidad de células delictivas; hay avances en la investigación
Consejo Judicial Ciudadano aprueba a 7 aspirantes para la Fiscalía CDMX; entre ellos a Bertha María Alcalde Luján
UNAM designa a Alejandro Chanona director de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales; fue diputado federal de MC
Latinoamérica reducirá niveles de pobreza al finalizar 2024: Cepal; México entre los países con más pobres
Buenos Aires/La Paz.— El expresidente boliviano, Evo Morales, arremetió ayer en las redes sociales contra el gobierno de la proclamada mandataria interina, Jeanine Áñez, en su segundo día como asilado en Argentina.
Morales, quien llegó el jueves a Buenos Aires como asilado político y solicitó la condición de refugiado, cuestionó en Twitter al “gobierno de facto” de Áñez y que ésta y los dirigentes políticos Luis Fernando Camacho y Carlos Mesa “hablan de privatizar y entregar nuestras empresas estratégicas a las transnacionales” y preparar “el retorno” del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Las palabras del exmandatario, quien renunció al poder el 10 de noviembre en medio de protestas sociales y presionado por la falta de apoyo de las fuerzas armadas, se pronunciaron luego de que la canciller boliviana, Karen Longaric, expresó que espera que el gobierno argentino “cumpla las normas internacionales referidas al asilo o refugio político... no queremos que ocurra como en México, donde Evo Morales tenía micrófono abierto y una palestra”.
El homólogo argentino de Longaric, Felipe Solá, dijo el jueves que el gobierno no desea que el exlíder y sus acompañantes “usen este lugar para hacer política”.
“¿Puedo usar Twitter?”. Ayer La Nación informó que en una sala reservada del aeropuerto de Ezeiza, Morales miró al jefe de gabinete de la cancillería, Guillermo Justo Chaves, y le preguntó: “¿Puedo usar el Twitter?”.
El funcionario argentino, con instrucciones del canciller Solá, asintió, pero le pidió que no hiciera apariciones públicas hasta que no se reuniera con Alberto Fernández. Morales acababa de aterrizar en Argentina acompañado por su exministra de Salud, Gabriela Montaño; el excanciller Diego Pary y su exembajador ante la OEA Diego Gonzáles. Fernández lo llamó por teléfono unas horas después para darle la bienvenida. Quedaron en verse pronto.
Fernández fue uno de los pocos que estuvo al tanto de la llegada de Evo. El operativo para el viaje de México a Buenos Aires, gestado durante las últimas tres semanas, se mantuvo en secreto y terminó de activarse el sábado pasado, en una conversación telefónica entre Morales y Fernández. Se esperaba para ayer la llegada del exvicepresidente Álvaro García Linera.
El exmandatario boliviano arribó al país procedente de Cuba, donde hizo una consulta médica y dos días después de la asunción de Fernández como presidente.
El canciller argentino precisó que Morales y el resto de políticos bolivianos “podrán verse con quienes quieran, pero no podrán públicamente opinar y generar algún problema en ese sentido, no pueden hacer campaña (...) no lo dice la ley, es un compromiso político”. La ley de Reconocimiento y Protección al Refugiado de Argentina no establece prohibiciones para hacer declaraciones políticas.
Aunque Evo tuiteó mensajes políticos, al gobierno de Fernández le preocuparía que el exmandatario convoque a manifestaciones callejeras o dé entrevistas a medios locales en los que impulse una agenda en contra de la administración boliviana, indicó un funcionario de la cancillería que pidió no ser identificado. Hasta ayer no hubo una reacción oficial al mensaje en Twitter de Morales.
En México, el presidente Andrés Manuel López Obrador declaró: “Hablé con Evo y se fue muy agradecido con el pueblo de México”. Además, se informó que Bolivia dará refugio a 200 venezolanos que huyeron por “persecución política”.
***Con información de La Nación