La salida de Estados Unidos de Afganistán ha tenido implicaciones importantes para los países europeos, notablemente para sus socios de la OTAN, debido a la naturaleza unilateral de la decisión de negociar con los talibanes y de retirarse para el 31 de agosto. A pesar de que los Estados europeos, como Reino Unido, Francia, Alemania y España han acompañado a Estados Unidos por 20 años en la misión de Afganistán, la superpotencia apenas los consultó en la decisión y el calendario de salida, para organizar ésta de manera conjunta y ordenada. Esto tendrá repercusiones en las relaciones entre los países europeos de la OTAN y Estados Unidos, con el debilitamiento de la cohesión interna de esta organización. Ya han surgido críticas al interior de algunos de ellos por supeditarse a las decisiones de Estados Unidos y esta semana Boris Johnson convocó una reunión virtual del G7 para tratar de convencer a los estadunidenses de atrasar la salida. Más allá de la debacle que se ha escenificado en el aeropuerto de Kabul, de los reproches por fallas de los equipos de inteligencia y la planeación, o incluso, la negociación con los Talibanes, la OTAN y sus miembros tendrán que hacerse cargo del fracaso de este primer experimento de cambio de régimen, al cual se sumaron los de Irak (desde 2003) y Libia (2011).

Otro problema que se plantea para Europa es de la recepción de refugiados, que muchos Estados miembros de la Unión Europea (UE) como Austria, Polonia, Lituania o incluso Francia, ven con recelo, debido al avance de la extrema derecha y la experiencia de la ola de 2016, que puso en jaque a la Unión. En lo inmediato, la evacuación del personal afgano que trabajó con las misiones europeas tiene posibilidades de encontrar refugio en Europa, si es que logran sacarlos antes del 31 de agosto. Pero, en el mediano plazo, se prevé que, con la violación de derechos humanos que probablemente se volverá generalizada tras la llegada de los talibanes al poder, aumente en número de solicitudes de refugiados y migrantes de todo tipo. Este tema afecta mucho más a los europeos que a Estados Unidos, pues las rutas de migración no van a dar ahí. Además, debido al libre movimiento de personas en el territorio de la UE, la llegada de migrantes y refugiados presenta cuestiones delicadas no sólo para los países, sino también para la propia UE. Desde el punto de vista normativo, se plantea la cuestión de cómo cerrar a puerta ante la violación generalizada de derechos humanos, especialmente de las mujeres.

Titular de la División de Estudios Internacionales del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE).

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