Bruselas. La eventual confrontación armada entre Rusia y Ucrania podría resucitar un conflicto de altas repercusiones para Europa, la llamada guerra del gas.
Si bien Moscú no ha manifestado públicamente su intención de suprimir el suministro de carburante a la Unión Europea, quien amenaza con una dura respuesta si los rusos agreden a Kiev, el presidente Vladimir Putin sabe que la Europa rica es rehén de sus designios energéticos.
Las reservas de gas natural se encuentran en sus niveles más bajos y la Comisión Europea es consciente de que cualquier reducción adicional a los flujos del combustible ruso a la región dejaría en situación comprometida el mercado europeo.
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Pese a las amargas experiencias del pasado, la Unión sigue en la indefensión por la enorme dependencia del gas ruso, alrededor del 46.8% de las importaciones totales, de acuerdo con datos divulgados por la Agencia Europea de Estadísticas.
La tendencia ha ido incluso en aumento, entre 2017 y el primer semestre de 2021, la participación de Rusia tanto en términos de masa neta, como en valor, aumentó del 45 % al 48 %.
El combustible llega a las estufas de húngaros, polacos, alemanes y búlgaros a través de Ucrania y Yamal-Europa, el gasoducto que pasa por Bielorrusia y transporta alrededor de 30 mil millones de metros cúbicos por año. Igualmente transita por las rutas de Nord Stream y TurkStream, las cuales transportan 55 mil y 31 mil millones de metros cúbicos anuales.
La vía Nord Stream 2 ya está lista, solo falta la aprobación de la autoridad regulatoria alemana para que el gas ruso comience a fluir a través de este oleoducto.
Warren Patterson, jefe de la Unidad Especial de Productos Básicos del centro de análisis del banco holandés ING, afirma que “será difícil para Europa soportar sanciones que corten el suministro de gas ruso, o al menos una gran parte de éstos, dada la dependencia de la región del gas ruso y la actual crisis energética”.
Las reservas de gas europeas se encuentran a niveles históricamente bajos, lo que coloca a Bruselas en una posición aún más vulnerable.
No sería la primera vez que Moscú le cierra la llave del gas a Europa. En 2009 suspendió los suministros a la Europa rica por un conflicto entre Putin y su entonces homóloga ucraniana Julia Timoshenko.
La pugna por el precio del gas tuvo su punto culminante el 7 de enero de ese año, cuando quedó completamente interrumpido el abastecimiento del carburante. El incidente dejó sin abasto a una veintena de países europeos, entre ellos 12 de la Unión Europea. Casos de reducción drástica de suministro de gas ruso se repitieron en 2006, así como también en 2012.
El profesor de economía energética de la Universidad de Groninga, Machiel Mulder, afirma que Rusia siempre ha usado su arma energética en época de frío y no se puede descartar la posibilidad de que la utilice este invierno. A Putin le quedan todavía dos meses por delante para bloquear sus envíos, y así presionar a sus clientes en la Unión Europea.
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Eurostat sostiene que durante el primer semestre de 2021, 75% de las importaciones petroleras de Bulgaria, Eslovaquia, Hungría y Finlandia procedieron de Rusia. La dependencia del gas es aún mayor, 75% de las compras de gas por parte de Bulgaria, Chequia, Estonia, Letonia, Hungría, Austria, Rumanía, Eslovenia, Eslovaquia y Finlandia, tuvieron lugar en el mercado ruso.
“Para este invierno, la UE podrá sobrevivir a una interrupción dramática del gas ruso, con importaciones adicionales de gas natural líquido y algunas reducciones en la demanda del gas industrial”, explica a EL UNIVERSAL Simone Tagliapietra, experto del Bruegel, un think tank especializado en temas económicos europeos.
“Aunque será más doloroso para ciertos países en particular, para los más dependientes del gas ruso y menos interconectados con otras regiones”.
El sobrevivir el invierno con reservas mermadas, supondrá un recordatorio sobre el gran pendiente en Europa, y es garantizar el funcionamiento de la economía por varios años sin necesidad de gas ruso.
El también profesor de políticas energéticas y climáticas de Universidad Johns Hopkins, sostiene que la UE tiene alternativas, pero requiere de tiempo y preparación, ante la magnitud del volumen por cubrir.
Sostiene que por el lado de la oferta, la UE tiene cierta capacidad de importación a su disposición, están los gasoductos del norte de África, Noruega y Azerbaiyán, pero obtener el carburante a la escala requerida para reemplazar por completo los volúmenes rusos es, en el escenario más optimista, sería muy costoso o imposible.
En cuanto a la demanda, hay muchas opciones relativamente disponibles, que juntas podrían proporcionar los volúmenes necesarios, pero cada una de ellas sería dolorosa para un país, considerando que cada uno tiene intereses particulares.
“En general, si Rusia detuviera sus suministros de gas, sería necesario tomar decisiones difíciles y costosas, pero Europa tiene opciones para manejar la situación de manera ordenada”.
El jefe del Gobierno español, Pedro Sánchez, advirtió que habrá "consecuencias masivas" por parte de la Unión Europea si Moscú agrede a Kiev.
Una advertencia similar ha lanzado el presidente francés Emmanuel Macron, quien adelanta que el coste será muy alto si los rusos agreden a sus vecinos.
Queda por ver si los europeos pasan de las amenazas a las acciones, sabiendo que Putin lleva la mano en el expediente de la seguridad energética europea.
Menos gas enviado significa precios más elevados en Europa y probablemente más ganancia para la mayor compañía rusa. Gazprom anunció ingresos récord durante el tercer trimestre del año pasado, en medio de acusaciones por parte de algunos líderes europeos de no suministrar suficiente gas para paliar la crisis de abastecimiento.
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