Bruselas.— Los líderes de la Unión Europea (UE) lo tienen muy claro: para garantizar el actual estado de bienestar ante la feroz competencia que supone China, Estados Unidos y potencias emergentes como India, es fundamental que la infancia figure en el centro de la revolución digital en curso.
Saben que la Unión Europea sólo podrá preservar la competitividad si la infancia adquiere las habilidades que requiere para el uso y aprovechamiento de las tecnologías de la información y comunicación.
De allí que los miembros de la UE hayan pactado como objetivo para 2030 que el porcentaje de estudiantes con bajo rendimiento en su octavo año de escolarización en informática y alfabetización de la información sea inferior a 15%.
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El último reporte sobre Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Luxemburgo y Portugal mostró que los seis estaban por encima del objetivo de 15%.
Los expertos responsables del informe que sustentó la meta sobre enseñanza electrónica y desarrollo de destrezas digitales en estudiantes recomiendan a los Estados miembros facilitar herramientas tecnológicas y suministrar materiales educativos, y realizar mediciones periódicas para conocer los niveles de uso y satisfacción con respecto a la calidad de los servicios.
Penetración digital
La digitalización está cambiando constantemente la forma de vida de los europeos, desde las rutinas cotidianas hasta los servicios públicos y los procesos empresariales y de aprendizaje.
En 2023, 91% de los habitantes de la Unión Europea usaba internet y 56% tenía competencias digitales básicas o superiores para hacer actividades en el mundo digital.
Entre los infantes, el nivel de digitalización es aún mayor. Según el informe 2024 del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) sobre el estado de la niñez en la Unión Europea, el acceso a las tecnologías digitales entre los jóvenes de 16 a 19 años es casi universal.
La proporción de los jóvenes de esa edad que accedía a internet a diario era de 89% en 2014, mientras que en 2023 alcanzó 97%.
En 2022, 98% de los jóvenes de 15 años de 25 de los 27 socios de la Unión Europea vivía en hogares con acceso a internet; en tanto, 95% tenía a disposición una computadora para realizar trabajos escolares.
“Aunque estas cifras son elevadas, significa que unos 100 mil escolares de 15 años de edad no tienen acceso a internet en casa y más de un cuarto de millón no tienen un ordenador en su domicilio para hacer las tareas escolares”, indica el reporte.
En otras palabras, la digitalización no es pareja en la sociedad europea; está asociada a la calidad de los hogares. Alrededor de uno de cada 20 adolescentes de 15 años que vive en los hogares más desfavorecidos, es decir, 5%, carece de acceso a internet en casa, mientras que en las familias más adineradas ese indicador es de 1%. La brecha es aún más profunda en materia de escolarización: 15% de los adolescentes de los hogares más desfavorecidos carece de computadora en casa para hacer labores escolares, frente a 1% de los hogares más adinerados.
En cuanto a las habilidades digitales, son cada vez mayores y adquiridas a edades más tempranas.
UNICEF preguntó en 2021 a los europeos de 10 años sobre sus aptitudes digitales y 95% respondió que eran buenos en usar la computadora o la tableta, mientras que 88% y 86% contestó que se les daba bien el uso del teclado y que eran buenos buscando en internet. “Sin embargo, un tercio de los niños no tiene la habilidad de saber si un sitio web es fiable, lo que pone de manifiesto los riesgos potenciales”.
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Peligros y respuesta
Las evaluaciones sobre la experiencia europea en el uso de las tecnologías digitales y sus impactos en la salud, el aprendizaje y el desarrollo de los niños pone de relieve múltiples beneficios, sostiene UNICEF.
Durante la pandemia las tecnologías permitieron a los niños seguir aprendiendo mientras los colegios habían cerrado y en la actualidad sirven para reducir la brecha educativa favoreciendo a los infantes de los segmentos más marginados. Abren nuevas oportunidades de aprendizaje a niños, particularmente con discapacidades, procedentes de grupos minoritarios, migrantes o refugiados, al tiempo que son salvavidas de aprendizaje para los niños atrapados en situaciones de emergencia, como las víctimas de violencia intrafamiliar, callejera o bullying.
Pero así como las tecnologías digitales aportan enormes beneficios a niños y jóvenes, también plantean desafíos al tratarse de prácticas que se hacen sin la supervisión de un adulto y por tiempos cada vez más prolongados. El cyberbullying se está convirtiendo en problema cada vez mayor al generar efectos en la infancia con probabilidad de que duren hasta la edad adulta.
Una investigación publicada en 2020 por la London School of Economics and Political Science y en la que participaron 13 países de la Unión Europea, mostró que alrededor de 10% de los usuarios de internet de nueve a 16 años habían sido víctimas de acoso en línea al menos una vez al mes.
Igualmente crece la interacción con materiales nocivos. La misma investigación reveló que entre 8% y 17% de niños de 12 a 16 años vieron contenidos nocivos en línea. Alrededor de 4% recibió solicitudes sexuales no deseadas al menos una vez al mes y otro 13% algunas veces en el último año. Los datos científicos muestran que el uso excesivo, más de seis horas, y aquellos que no usan internet muestran niveles más bajos de satisfacción de vida en comparación con los que pasan hasta dos horas al día en internet.
A fin de crear un entorno seguro y al mismo tiempo que estimule la creatividad de la infancia durante el tiempo que pasan en línea, la Unión Europea actualizó en 2022 la estrategia europea. La legislación en proceso de implementación ha dado paso, entre otros, a la creación de un número único armonizado de ayuda a la infancia para identificar de manera rápida contenidos nocivos y facilitar la asistencia en materia de ciberacoso, el 116 111.
Al mismo tiempo se están implementando campañas de alfabetización mediática para niños, educadores y padres, para que tomen decisiones con conocimiento de causa y puedan expresarse en la red de forma segura. En 2022, la UE puso en marcha el Reglamento de Servicios Digitales, que obliga a llamadas “plataformas de gran tamaño”, como Instagram, Snapchat, TikTok o YouTube, así como los “motores de búsqueda de peso pesado”, como Google o Bing, a apliquen más medidas para proteger a los usuarios.
En 2019 la Comisión Europea creó un grupo de expertos para un internet más seguro para los niños. Su objetivo es mejorar la coordinación y la cooperación entre los Estados miembros de la Unión Europea y diseñar políticas dirigidas afrontar actuales y futuros retos. Actualmente trabajan sobre el desafío de la inteligencia artificial, la realidad aumentada y virtual, que causarán un cambio importante en la forma en que los niños aprenden e interactúan en la sociedad.