Berlín. Líderes de toda Europa reaccionaron con alivio pero también con cierta preocupación ante el resultado de las elecciones francesas, que dejaron a un país clave de la Unión Europea con la posibilidad de un Parlamento sin mayoría y una parálisis política.

Hubo alivio porque la ultraderechista Agrupación Nacional no emergió como el partido más fuerte, como temían muchos líderes europeístas, pero también consternación porque ningún grupo político obtuvo mayoría decisiva en la Asamblea Nacional.

El canciller alemán Olaf Scholz expresó el lunes alivio de que la ultraderecha nacionalista no fue la gran ganadora de los comicios.

El canciller dijo que hubiera sido un gran desafío si el presidente francés Emmanuel Macron tuviera que trabajar con un partido populista de derecha, reportó la agencia alemana de noticias dpa.

“Eso por ahora se evitó”, expresó el canciller alemán.

Scholz expresó esperanzas de que Macron y los recién elegidos diputados a la Asamblea Nacional puedan formar un gobierno estable.

Entretanto, el primer ministro polaco Donald Tusk, expresidente del Consejo Europeo, reaccionó con más euforia.

Entusiasmo en París, desilusión en Moscú, alivio en Kiev. Suficientes razones para estar contentos en Varsovia”, escribió Tusk en la red social X el domingo en la noche.

Algunos políticos proeuropeos, sin embargo, advirtieron que el resultado francés no es razón para celebrar.

“La marcha de los nacionalistas de derecha y los extremistas de derecha ha sido frenada. Eso es gracias al pueblo francés”, dijo Michael Roth, experto en política internacional y legislador de los socialdemócratas de Scholz, al diario Tagesspiegel.

“Pero es demasiado temprano para apagar la alarma, porque los nacionalistas populistas de derecha y de la izquierda son más fuertes que nunca”, añadió. “El centro es más débil que nunca. Emmanuel Macron, por lo tanto, ha fracasado rotundamente”.

La coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular (NFP) obtuvo unos 180 escaños, seguida de la alianza de centroderecha de Macron (unos 160) y del partido ultraderechista Agrupación Nacional (RN) y sus aliados (más de 140).

Los líderes de la coalición de izquierdas aseguraron que están listos para gobernar. Macron "debería pedir hoy oficialmente al NFP que le dé el nombre de un primer ministro", declaró la líder de los ecologistas, Marine Tondelier.

El actual primer ministro, Gabriel Attal, presentó su dimisión a Macron, quien le pidió que continúe de forma provisional "para garantizar la estabilidad del país", aunque sin fijar ningún plazo, según informó el Elíseo.

Attal ya dijo en la noche del domingo que se quedará "tanto tiempo como el deber lo exija", sobre todo teniendo en cuenta que los Juegos Olímpicos de París comienzan el 26 de julio, en menos de tres semanas.

El jefe del Partido Socialista, Olivier Faure, abogó por que el frente de izquierdas presente un candidato a primer ministro "a lo largo de la semana", y que este sea elegido "por consenso o por votación".

Pero para mantenerse en el poder necesitan una mayoría y, en el seno de esta coalición que abarca desde socialdemócratas a anticapitalistas, sus integrantes discrepan sobre las posibles alianzas parlamentarias.

La Francia Insumisa (LFI), el ala radical del NFP, y su líder Jean-Luc Mélenchon cristalizan parte de las tensiones.

Ante el rechazo que genera la posibilidad de que se presente como candidato a primer ministro, la diputada Mathilde Panot subrayó este lunes que no está "en absoluto descalificado".

"Vamos a tener que comportarnos como adultos", expresó el domingo Raphaël Glucksmann, símbolo del ala socialdemócrata del NFP, para quien "dialogar" es "un cambio de cultura política" en una Francia poco acostumbrada al parlamentarismo.

Mandato hasta 2027

Si bien no queda claro de qué partido saldrá el próximo primer ministro, Macron seguirá teniendo facultades en cuanto a política exterior, política europea y defensa, como lo estipula la Constitución francesa. Tiene un mandato presidencial hasta 2027 y ha dicho que no renunciará hasta que concluya el periodo.

Aun así, el mandatario francés ha quedado debilitado por el resultado electoral y ello tendrá repercusiones para Alemania y para toda Europa, dijo Ronja Kempin, analista de relaciones franco-germanas del Instituto Alemán de Estudios Internacionales y de Seguridad.

“Creo que Alemania tendrá que adaptarse al nuevo equilibrio de poderes en Francia”, dijo Kempin. “Tenemos un presidente francés debilitado, que estará más obligado a escuchar y a reaccionar a la mayoría parlamentaria, y que ya no podrá actuar tan libremente como lo ha hecho por los últimos siete años”.


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