El coronel español Pedro Baños, autor de La Encrucijada mundial. Un manual del mañana, afirma a EL UNIVERSAL que México, “en el norte, tiene a EU, que en gran medida tiene una enorme influencia en el contexto político mexicano; evadirse de ese influjo es muy difícil. Es el que marca la pauta. Probablemente nadie pueda estar en puestos elevados de la política o cargos representativos sin que tenga cierta anuencia de Estados Unidos”.
El coronel del Ejército de Tierra y diplomado de Estado Mayor, actualmente en situación de reserva, augura que “si México, con todo el potencial, más allá del poder que tiene, con el potencial y si EU se lo permitiera y con buenos dirigentes, con una mentalidad abierta, estratégica, pensando en el futuro del país, puede ser perfectamente en muy pocos años la quinta o sexta economía del mundo, tiene todo el potencial para ello, por población, recursos, energía, hasta por turismo". No obstante, indica que "tiene que contar con el beneplácito del gran imperio, que sigue siendo aún hoy en día Estados Unidos y cómo superar ese influjo es muy complicado”.
El escritor español también alerta de un posible "enfrentamiento militar de alta intensidad entre EU y China”, del que menciona que “es sólo cuestión de tiempo”, que está “servido” al tener todos los elementos para ello.
Sobre la guerra en Ucrania, agrega que es "mundial, o cuando menos, internacional, en el sentido de que hay muchos países, con muchos intereses, que están jugando muchísimos y esto va más allá de Rusia y Ucrania”.
En migración, indica que “los indocumentados son seres humanos que necesitan ayudan, no debemos ver estas oleadas de personas maltratadas (...) todo esto debe ser ordenado entre los países, entre Norteamérica y Centroamérica debería hacerse de una forma coordinada entre todos los países, bien dirigido por Naciones Unidas que debería tener la responsabilidad”.
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Y también hace una crítica al sistema democrático, que puede verse rebasado, alerta, por sistemas autoritarios.
Hay una alerta del riesgo de que la democracia vaya desapareciendo y del auge de los sistemas políticos autoritarios. ¿Cuáles serían algunas vías para evitar esta tendencia?
-Lo más importante es que la ciudadanía vuelva a creer en la democracia. Se vive en todos los países democráticos una desilusión, muy especialmente por parte de los más jóvenes, que ven cómo aquello que se les había prometido no es así, con sueldos muy bajos, con trabajos discontinuos, con una posibilidad de tener pensiones el día de mañana cada vez más remota, por lo menos buenas pensiones.
Se vive un gran desprestigio de la política en el sentido de que no las mejores personas, no las mejores capacitadas, quieren entrar en política y esto es terrible. Si queremos garantizar la supervivencia del sistema democrático, no nos queda más remedio que prestigiar la política. Vivimos un contexto internacional muy complejo, de gran competitividad, y si de verdad queremos que la democracia viva en el contexto actual necesitamos tener personas muy capaces, que nos ilusionen, nos proporcionen credibilidad, confianza, que es ahora mismo lo que nos falta.
Hay una polarización extrema de las sociedades democráticas, lo vemos en Estados Unidos, en Europa es cada vez más evidente y eso no es positivo.
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Hacen falta políticos que sean capaces y si no, no tengamos ninguna duda de que va a haber otros modelos de corte autoritario que se van a terminar por imponer, porque además, lamentablemente, hay muchos países donde lo que sobran son injusticias sociales, desigualdades, una falsa democracia y es muy fácil vender otro modelo que cause mayor conmoción o ilusión a una parte de los ciudadanos.
Tenemos que establecer medidas muy serias; una podría ser que nuestros políticos sean personas formadas, es decir, con una serie de cursos. Lo que vemos son luchas fratricidas en las que sólo les interesa llegar al poder por el poder, que luego se desentienden de las necesidades e intereses de los ciudadanos.
¿Por qué al populismo no le interesa una sociedad madura, con planes de desarrollo?
-Porque cuanto más maduros fuéramos social y políticamente hablando, menos manejables y manipulables somos. También se fomenta la polarización porque si estamos rotos como sociedad, fragmentados, divididos, también somos más fácilmente manejables.
Si cuando viéramos cualquier tropelía, cualquier arbitrariedad por parte de nuestros líderes políticos, reaccionáramos inmediatamente como conjunto de la sociedad, no se atreverían a seguir haciéndolo.
No vemos líderes que nos hablen de unión, nos hablan de desunión, enfrentamiento, lo estamos viendo en EU. Apenas estamos empezando porque con Trump y las imputaciones, con la documentación clasificada, lo que vamos a ver es un auténtico espectáculo de aquí en adelante, uno que redunda en perjuicio de la democracia.
Los líderes no propician el diálogo, sino la polarización.
Y más enfrentamiento y no hablan de cómo unirnos a través del diálogo, de la negociación. Hablan de ganar. No hablan de cómo va el país, de la nación en su conjunto, eso es muy peligroso. Nos lleva a una deriva de destruir desde dentro la democracia. Parte de la destrucción que se produce en la democracia es desde dentro, por parte, no de todos, de algunos de nuestros políticos.
En los países pareciera que los Congresos y los gobiernos se entremezclan. ¿Los presidentes, las administraciones gobiernan para todos?
-Parece que estamos en las tribus antiguas, de que cuando llegaban al poder gobernaban para su tribu. Al final son programas dogmatizados. No podemos estar sólo pensando en lo que nos gustaría desde un punto de vista ideológico, porque no es positivo para el conjunto de la nación.
En el tema migratorio son necesarias vías legales para los indocumentados, ¿pero cómo es posible hacerlo si dentro de los países se da más este discurso antiinmigrante?
-Tenemos que hacerlo de la manera más seria posible, porque estamos hablando de personas, seres humanos.
Hay situaciones de auténtica penuria, ellos buscan un mundo mejor en un contexto en el que ahora es muy fácil saber lo que hay del otro lado de la colina.
Se aspira a disfrutar de esos bienestares, no sólo materiales, sino en el sentido de la educación, sanidad. Es una aspiración legítima.
Las migraciones han existido siempre y van a seguir. Lo que hay que hacer es de una manera muy estratégica, racional, muy serena, despojar la solución de tintes políticos.
En la migración ni se pueden cerrar las puertas de par en par ni tampoco abrirlas de par en par.
Esto hay que hacerlo de una manera racional. Tampoco me gusta lo de seleccionar; es decir, sólo dejar entrar a aquel que me puede beneficiar de una manera muy concreta. Hay que ser más generosos, pero siempre y cuando no se nos hunda el barco.
No puede ser nunca un debate político, sino cuestiones de Estado, porque al final es algo que afecta al país, no sólo en el presente, sino también en el futuro.
La tendencia pareciera tener a los migrantes más lejos de los destinos que quieren y más cerca de donde ellos quieren huir…
-Eso, la Unión Europea lo intentó durante muchos años en África, de intentar llevar estabilidad a sus países de origen, antes de que estos generaran inestabilidad en Europa, pero no es tan sencillo, porque hay países donde hay una gran corrupción, las ayudas que puedas enviar no llegan necesariamente al pueblo, a los más necesitados, a los más vulnerables.
Y es que son seres humanos que necesitan ayuda, lo que no podemos ver son estas oleadas de personas, maltratadas, castigadas por estas mafias que se aprovechan de ellos y encima explotan a personas con recursos muy limitados.
Todo eso debe ser ordenado entre los países, y en Norteamérica y Centroamérica se debería hacer de una manera coordinada entre todas las naciones, bien dirigido por Naciones Unidas, que debería tener la responsabilidad. No podemos aceptar cómo se maltrata a mujeres, niños. Esto nos debería de doler a todos y mucho.
Una solución parecer ser lo que llama Estados tapón, que se hagan cargo de los indocumentados, pero, ¿estas naciones pueden presionar a otros, como México con Estados Unidos?
-En Europa y aquí en la región la situación es algo diferente.
La situación es diferente de cómo puede ser Turquía, Marruecos, que a su vez se convierten en extorsionadores.
Aquí en la región es algo diferente, porque encima de ustedes tienen al gran Estados Unidos, que en gran medida, o una buena parte, tiene una enorme influencia en todo el contexto político mexicano. Evadirse de ese influjo es muy difícil. Al final es el que marca la pauta porque probablemente nadie pueda estar en puestos elevados de la política o de cargos representativos sin que tenga la anuencia de EU. Al final, el poder que EU tiene es muy grande.
Si México, con todo el potencial, más allá del poder que tiene, si EU lo permitiera y con buenos dirigentes y con una buena mentalidad abierta, estratégica, pensando en el futuro del país, estaríamos hablando que puede ser en pocos años la quitan o sexta economía del mundo. Tiene todo el potencial por recursos, población, energía, hasta por turismo, pero tiene que contar con el beneplácito del gran imperio que sigue siendo, y lo tiene de vecino, que es Estados Unidos. Cómo superar ese influjo es muy complicado.
En los gobiernos latinoamericanos, ¿los líderes populistas están realmente preparados para los desafíos?
Hoy estar preparados para esos desafíos es conocer muy bien las claves geopolíticas, lo que pasa en el mundo. El problema es que hay políticos, no sólo de pequeños municipios, sino de países, dirigente de naciones enteras que siguen siendo demasiado localistas. Tienen una visión muy pequeña del mundo, casi mirándose permanentemente el ombligo.
Hay que atender a lo que pasa en el exterior. Lo que pasa en el mundo es lo que nos condiciona todo. Aunque una persona diga: mira, yo tengo más interés en hacer una labor, una buena política, voy a ser generoso, pero si no entiendes lo que pasa, el mundo no te va a dejar, te va a condicionar enormemente.
En el populismo, cada región tiene su problemática particular. En lugares donde abundan las injusticias sociales, esas desigualdades es muy fácil que prenda cualquier populismo, de derechas o de izquierdas, es muy fácil cautivar a los más desamparados, a los más vulnerables, desprotegidos, prometerles el paraíso, que muchas veces es la excusa o el argumento para depredar más el país.
Para que exista una verdadera democracia debe haber una serie de premisas básicas, una es una amplia clase media, que es lo que da estabilidad al país. Es muy difícil hablar de una verdadera democracia. En muchas naciones, lamentablemente, hay una pequeña élite que lo controla todo.
En el tema de la invasión rusa a Ucrania, ¿una solución pasa necesariamente por EU y China?
- Totalmente. En esa guerra, que ojalá se acabara pronto por todo el desastre humanitario, hay una guerra mundial o cuando menos internacional en el sentido de que hay muchos países, con muchos intereses, que se están jugando muchísimo y esto va más allá entre Rusia y Ucrania.
Si EU está poniendo todo el interés, la grandísima cantidad que está invirtiendo, es porque tiene un interés detrás. En política internacional nada se hace de manera gratuita, por agradar a nadie, se trata de buscar intereses.
China también tiene muchos intereses, sobre todo por este enfrentamiento cada vez más acusado que tiene con EU. Es una guerra de las características de la época de la Guerra Fría, que son interpuestas, donde se busca un escenario en el que se baten las grandes potencias y que lo camuflan con la lucha por la democracia, la libertad, pero hay más detrás.
En este contexto, de EU y China y con la difusión de los incidentes de espionaje, por ejemplo, los globos aeroestáticos, ¿el verdadero temor de EU es ser superado en el ámbito tecnológico, económico?
-Sí. Hay una guerra mundial, que actualmente se libra con instrumentos, que son la tecnología, las finanzas: la geoeconomía.
Lo demás es secundario. EU está atemorizado por este despegue de China en todos los campos y en donde ellos, por ejemplo, viven el proceso de des-dolarización que se está produciendo a pasos agigantados. Todos los días hay una noticia nueva y pensemos que es además la otra parte del mundo la fuerza que está cogiendo fuerza.
Además, para cambiar el orden geopolítico debes cambiar el orden geoeconómico porque al final, aunque sea una aproximación muy marxista, la economía es lo que manda.
Con las tensiones entre potencias, ¿se ve lejana una conflagración militar entre China y EU?
-Ese enfrentamiento militar de alta intensidad entre EU y China es sólo cuestión de tiempo, no sabemos si será dentro de un año, cinco o 50.
Esto ha pasado a través de la historia muchísimas veces. Al final es un imperio decreciente, que es EU, que se ve amenazado por otro que está creciendo a pasos agigantados que empieza a crecer en el ámbito económico, militar y al final el enfrentamiento está servido.
Pero hay que tener en cuenta que una característica única de nuestro tiempo es la aceleración de acontecimientos, como todo se va dando cada vez mucho más rápido. Si vemos que se van juntando más tensiones, por ejemplo, los adelantos tecnológicos, es muy difícil hacer ese pronóstico, pero todo lleva a ese gran enfrentamiento.
El enfrentamiento ya lo tenemos, hoy en día se hace a través de la guerra cognitiva, la propaganda, la manipulación mediática, la desinformación, el económico igual y el tecnológico, pero todo puede derivar en un enfrentamiento militar de corte convencional, pero de muy alta intensidad.
En este mundo, con grandes avances tecnológicos, por ejemplo, con el auge de la inteligencia artificial, ¿cómo se pueden usar estas tecnologías para solucionar los problemas existentes?
-Todas estas tecnologías están utilizadas por alguien, con intereses, económicos, políticos, geopolíticos, y es que en las redes sociales se baten todos los días los servicios de inteligencia para intentar imponer narrativas, discursos, relatos.
Sabemos cómo a través de los bots, de las redes de bots, son capaces de crear tendencias. Todo se puede utilizar para el bien, pero evidentemente la tecnología también se ha utilizado y se puede usar para el mal.
En los países, cada vez hay más medios, pero eso no significa necesariamente estar más informados…
-Cuando hablamos de verdadera libertad de prensa, de opinión, de expresión, no hace falta que haya muchos medios, sino que haya opiniones distintas.
En muchos países se da la circunstancia, para nada baladí, de que los gobiernos tienen una gran capacidad para influir en los medios de comunicación a través de la publicidad institucional. Hoy en día, los medios, en general, están sufriendo mucho económicamente, sobre todo los grandes medios.
Curiosamente, hay países donde venden más periódicos los medios locales, que los grandes nacionales.
El periodismo en general está sufriendo una gran crisis económica, una gran crisis de transformación que no acaba de producirse tal y como se esperaba hacia el mundo digital y por tanto se encuentra en una situación vulnerable, que la hace asequible a ser manejado precisamente por los gobiernos, nacionales, locales, autonómicos, regionales, porque todo el mundo tiene dinero para gastar en medios.
En cuanto a la importancia de la educación, ¿cómo tener mejores programas de enseñanza si parece que desde el gobierno está el interés de tenerlos adormilados?
-El tenerlos adormilados también se consigue a través de la tecnología. Hay quien se empieza a plantear, no en los colegios de élite, dejar de usar de esta manera tan invasiva las pantallas, los medios electrónicos.
Hay colegios donde tenían prohibido los libros físicos, todo lo tenían en digital y esto se ha demostrado que pierden capacidad de comprensión lectora, que distrae.
Hay una enseñanza elitista, que es buena, donde la élite lleva a sus hijos para el día de mañana ser élite, dominar la sociedad.
Y hay una enseñanza pública que en muchos casos deja mucho que desear porque también se han perdido muchos valores sociales. El profesor ya no tiene el respeto que tenía, muchos han tirado la toalla, ya no quieren seguir batallando con los alumnos, con los padres, con la dirección del colegio. Los políticos que se dedican a la educación en muchos casos no tienen la menor idea de lo que viven los maestros.
Esto es perjudicial porque hay que pensar que la educación es futuro y dar oportunidades, posibilidades, para eso necesitamos que haya debates, que se les enseñe a pensar.
Sin educación pública, general, universal, con independencia de sus capacidades económicas y de su origen social, no hay futuro para el país.
Un país inteligente necesita un buen sistema de becas, no de dar a todo el mundo sin mucho sentido, como se hace en algunos países.
Con buena educación que enseña a la gente a pensar en un futuro puede haber líderes eficaces…
-Sí y actualmente hay políticos que llevan toda la vida en la política. Eso es otro riesgo, personas que no conocen la realidad de la calle, de lo que es tener un negocio, de lo que es ser autonómo, un pequeño y mediano empresario y por tanto de crear empleo.
Muchas veces ese desconocimiento hace que ellos mismos generen normas que puede cumplir la administración, pero que son imposibles para las empresas privadas, para el mundo privado.
Deberíamos elegir personas que hayan demostrado valía incluso para su propia vida y personas con capacidades, que no significa que tenga muchos estudios; hay personas muy válidas sin necesidad de tener muchos estudios y hay quienes con muchos conocimientos, pero que la vida no les ofreció la posibilidad a lo mejor de estudiar en sus años, pero son válidas por sus actitudes, con vocación de servicio.
Los políticos deberían reunir: honradez, transparencia, vocación de servicio y esa eficiencia que da la calidad de sugestión. Personas que no se enquicien en el poder.
Tenemos que ser muy exigentes porque si no la responsabilidad ya no es de ellos, sino nuestra: La primera vez que me engañes la culpa será tuya, pero la segunda será mía y procuraré que no pase.
La mentira se ha institucionalizado en el ámbito político y sin embargo les seguimos votando.
Desde los gobiernos se da esta división hacia la sociedad, entre conservadores y progresistas. ¿El verdadero cambio debe venir de las personas?, ¿no seguir tanto a los políticos y ser más críticos?
-Debería ser una democracia mucho más directa. En la mayoría de los países democráticos votamos unas siglas, pero cuando vemos la relación de las personas que van a ir al Congreso o al Senado, decimos: no conozco a nadie.
Deberíamos tener a alguien que nos presentara y dijera mira yo me presento a presidente, pero voy a tener de ministros a estas personas, de secretario de Estado a él, ella, un conjunto. Que la gente diga: eso me interesa y leer a detalle el programa electoral y exigir que lo cumplan.
No que digan: es que las circunstancias han cambiado, es que hay cosas que yo no sabía… deberíamos decir: pues tú no me sirves, me has engañado, me has prometido una serie de cosas que no cumples. Eso es inaceptable.
Lo que deberíamos hacer es verdaderamente elegir a esos sabios, o a aquel conjunto que creamos que mejor va a defender los intereses de todo el país, de todos los ciudadanos.
Ahora mismo votamos a siglas, que luego entre ellos negocian, con otras siglas, que al final no sabemos quién llega, a quién ponen de ministro. También hay mucho nepotismo y eso nos debilita.
Los ciudadanos estamos siendo muy pacientes, porque esa democracia auténtica, real, que nos habían prometido vemos que no se cumple.
Otro problema es que no hay programas electorales, en esta era de redes todo es tan visual, suben tuits, tiktoks…
-La política se ha trasladado también a las redes sociales por la influencia que tienen. Antes había programa de todo, exterior, comercial, fiscal, agraria…
Es una dinámica que debemos romper los ciudadanos. Nos hace falta mucha cultura política, social, en el sentido de saber qué estamos votando y exigir que nos cumplan.
Gran parte del electorado vota por inercia, porque considera que son los suyos, porque siempre fueron los suyos, los de su familia. El mundo ha cambiado, no tiene sentido seguir votando por inercia.
Otra debilidad de la democracia es que se ha convertido en una especie de mercadillo, de gran farsa, en el sentido de a ver quién ofrece más cosas, de tal manera que convence a más personas y así gana las elecciones, con independencia de que luego lo vaya a cumplir. Llegan a presumir que es algo programático, pero no mandatorio su cumplimiento y que no pasa nada por prometer las mayores barbaridades. Eso es inaceptable, así destruimos la democracia.
Debería ser: usted me prometió una serie de cosas, entonces debe cumplirlas.