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Damasco/La Haya.— Estados Unidos acusó ayer a Rusia de bloquear a los inspectores internacionales el acceso a Duma, donde se registró el presunto ataque con gas venenoso en Siria el pasado 7 de abril, y denunció que rusos o sirios podrían haber alterado las evidencias en el lugar del hecho. Sin embargo, Moscú negó tajantemente haber manipulado el sitio.
A pesar de los señalamientos, el presidente estadounidense, Donald Trump, frenó el plan de su administración para castigar con sanciones económicas a Rusia por su apoyo al gobierno sirio de Bashar al-Assad.
El diario The Washington Post, que cita a funcionarios estadounidenses, afirmó que es “poco posible” que Trump aprobara ayer las sanciones contra Rusia, puesto que no se ha producido ningún tipo de provocación por parte del Kremlin y, por ello, el Ejecutivo determinó que la estrategia actual es “esperar”.
Sin embargo, las acusaciones continuaron y Ken Ward, embajador de Estados Unidos ante la Organización Internacional para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) comentó que Rusia pudo haber visitado el sitio del presunto ataque químico en Duma y habría “falsificado” las pruebas. “Tememos que lo hayan manipulado para obstaculizar los esfuerzos de la misión de investigación de la OPAQ para llevar una indagatoria eficaz”, dijo.
La OPAQ aseguró que sus expertos no han podido acceder aún a Duma por “cuestiones de seguridad”, alegadas por Rusia y Siria. El director de la organización, Ahmet Üzümcü, explicó que el equipo de investigadores que llegó a Damasco el pasado sábado, recibió una oferta por parte de las autoridades sirias para trasladar a Damasco a un total de 22 supuestos testigos del lugar donde se denunció un presunto ataque químico por parte del régimen de Bashar al-Assad.
El gobierno ruso negó las acusaciones y culpó por las demoras en la investigación a los ataques con misiles liderados por Estados Unidos sobre Siria el sábado.
Un funcionario ruso, Igor Kirillov, explicó que la OPAQ tendrá “seguridad” para comenzar la investigación el próximo miércoles, después de que se haya terminado de limpiar la carretera de Damasco a Duma de las minas plantadas por los “terroristas”.
El ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, negó que su país impida el acceso a los expertos de la OPAQ a Duma, así como las acusaciones de que Moscú ha “manipulado” las pruebas del supuesto ataque químico.
Insistió en que las autoridades rusas tienen “evidencias claras” de que no hubo tal agresión y acusó a los servicios de inteligencia británicos de “manipular” lo ocurrido para “preparar el terreno” al bombardeo conjunto de EU, Reino Unido y Francia.
Lavrov señaló que “los últimos restos de confianza” entre su país y Occidente se están perdiendo por el bombardeo, ya que Occidente actúa con “una lógica muy extraña”. Tanto en el caso del envenenamiento del ex espía ruso Serguei Skripal como en Siria, primero se toman represalias y después se buscan pruebas, aseguró.
En medio de la tensión, Estados Unidos se prepara para incrementar la presión sobre Rusia con nuevas sanciones económicas. Algunos países europeos amenazaron con medidas similares.
En tanto, la primera ministra británica Theresa May y el presidente francés Emmanuel Macron enfrentaron críticas de oponentes políticos por formar parte de los ataques.
El presidente francés, Emmanuel Macron, afirmó que su país y Estados Unidos tienen “un objetivo militar, y uno sólo: la guerra contra” el Estado Islámico.
“La Casa Blanca está en lo correcto al recordar que la intervención militar es contra el EI, y se terminará el día en el que concluya la guerra contra el EI. Francia tiene la misma posición”, precisó Macron.
May defendió ante el Parlamento la legalidad del ataque conjunto, al afirmar que hay “evidencias convincentes” sobre el uso de armas químicas en Duma y era necesario actuar por motivos humanitarios. El líder de la oposición, el laborista Jeremy Corbyn, dijo que la acción coordinada entre Washington, Londres y París fue “legalmente cuestionable”.