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Washington
.- El órgano de control interno del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos concluyó que no hubo irregularidades ni faltas por parte de las autoridades de inmigración en relación con las muertes de dos niños migrantes ocurridas en diciembre del año pasado. En ambos casos los defensores de los migrantes pusieron en duda la atención médica que recibieron los menores de edad.
La Oficina del Inspector General del DHS (por sus siglas en inglés) publicó dos comunicados breves el viernes por la tarde sobre los decesos de Jakelin Amei Rosmery Caal Maquin, que falleció el 8 de diciembre y de Felipe Gómez Alonzo, que perdió la vida el 24 del mismo mes.
Sus muertes marcaron el inicio de una crisis fronteriza que mostró que las autoridades de inmigración no estaban listas para manejar el enorme flujo de familias centroamericanas que buscaban asilo en Estados Unidos y plantearon preguntas sobre la atención médica y el trato que recibían. Los cruces fronterizos han registrado un declive en los últimos meses luego de medidas enérgicas.
"Seguimos tristes por la trágica pérdida de estas jóvenes vidas y seguimos reforzando las revisiones y la atención médica en instalaciones del DHS en la frontera", dijo una portavoz del DHS. "Los hombres y mujeres de la Patrulla Fronteriza están comprometidos a tener los más altos estándares de profesionalismo y cuidado".
Ambos niños llegaron a la frontera entre Estados Unidos y México acompañados de un padre de familia. Jakelin estaba en un grupo de gran tamaño que cruzó en un sitio extremadamente lejano y tardó horas en ser trasladada a un hospital. Unas siete horas más tarde, fue colocada en un autobús con dirección a la estación de la Patrulla Fronteriza más cercana, pero empezó a vomitar poco tiempo después. Al final del trayecto de dos horas había dejado de respirar.
Los legisladores y defensores de inmigrantes cuestionaron la atención que recibió y criticaron al entonces titular de la agencia de inmigración, Kevin McAleenan, por hablar de la muerte durante su testimonio ante una comisión del Congreso. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés) informó que la pequeña parecía estar saludable al principio y que no había dado señales de algún problema en una entrevista.
La oficina dijo que había realizado una investigación detallada en coordinación con el médico forense local. La niña murió de una infección por estreptococo.
Felipe fue trasladado con su padre a un hospital de Alamogordo, Nuevo México , donde fue diagnosticado con un resfriado común. Antes de las 3 de la tarde fue dado de alta, alrededor de 90 minutos después de que presentó una fiebre de 39,4 grados centígrados (103° Fahrenheit), informó la CBP en ese entonces. Le recetaron amoxicilina e ibuprofeno y fue llevado con su padre a un centro de detención de un retén en una carretera.
Aproximadamente a las 7 de la noche, los agentes ayudaron a limpiar el vómito del pequeño. Para las 10 de la noche, el niño "parecía letárgico y presentaba náuseas de nuevo", informó la agencia. Los agentes decidieron llevarlo al hospital. El menor falleció a las 11:48 de la noche.
Felipe y su padre estuvieron detenidos por la CBP durante una semana y fueron enviados a varias instalaciones debido a hacinamiento, un periodo inusualmente largo en ese entonces, pero que se volvió normal debido al creciente número de migrantes que estaban bajo su custodia.
La oficina se coordinó con el médico forense local e informó que el pequeño falleció de una infección ocasionada por la bacteria estafilococo áureo.
Las muertes provocaron que la CBP aumentara las revisiones médicas, pero cada vez más personas cruzaban la frontera, abrumando las instalaciones fronterizas en los meses posteriores a los decesos.
En mayo, la Oficina del Inspector General criticó a la Patrulla Fronteriza por un "hacinamiento peligroso" en sus estaciones de detención del área de El Paso , Texas . Varios meses después de que Jakelin y Felipe murieron, la Patrulla Fronteriza había metido a miles de padres de familia y niños a celdas que carecían de equipamiento para mantenerlos bajo custodia.
De acuerdo con el reporte, una celda con capacidad para 12 personas tenía 76. Otra hecha para albergar a 35, tenía 155. Los agentes de la Patrulla Fronteriza afirmaron en ese momento que los migrantes detenidos que no padecían alguna enfermedad decían que tenían una para que pudieran salir de las celdas, según el documento de la oficina.
Los cruces fronterizos han disminuido, en parte debido a las políticas del gobierno del presidente Donald Trump que envía a decenas de miles de migrantes de regreso a México para que esperen noticias de sus casos de asilo. También está negando el asilo a cualquiera que haya cruzado por otro país de camino a Estados Unidos.