Washington.— Las manifestaciones en calles de Estados Unidos no sólo demandan que se ataje el problema del racismo sistémico en el país. Entre los gritos de las protestas se oye “¡Defund de police!”, algo así como “¡Quiten los fondos a la policía!”, que exige una revisión profunda de la institución policial y su poder. Hay formas de aplicar esa petición como la de Minneapolis, con su objetivo de desmantelar la policía, o la reducción de financiamiento a los cuerpos de seguridad y traspaso a carteras como educación o salud.
Los congresistas demócratas no parecen estar en la línea de unas medidas tan radicales, pero sí conscientes de que es necesaria una transformación. Capitaneados por el grupo de legisladores afroestadounidenses, presentaron una propuesta de reforma —Ley para una Práctica Policial Justa—, que busca una revisión integral del comportamiento y cultura policial, así como de la rendición de cuentas por sus actuaciones.
“La brutalidad policial es un reflejo demoledor de cuán arraigado está en el sistema la injusticia racial”, dijo la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi. “[Esta ley] es un primer paso, pero vendrán más”, añadió.
Entre las provisiones de la propuesta están, entre otras, la prohibición de discriminación racial, la limitación de la transferencia de armamento militar a los cuerpos de seguridad, la prohibición del uso de técnicas de detención con ahogamiento (como las que mataron a George Floyd en Minneapolis hace dos semanas), la eliminación de la ejecución de órdenes judiciales de registro sin llamar a la puerta de las casas, la obligatoriedad de llevar cámaras para registrar todos sus movimientos, un cambio en el concepto de inmunidad policial y la creación de una base de datos con los malos comportamientos de los agentes, para una mejor y más eficiente rendición de cuentas.
“Una profesión en la que tienes el poder de matar debería [requerir] un alto entrenamiento de unos agentes que deben rendir cuentas a la población”, resumió la legisladora Karen Bass, líder del grupo de congresistas afrodescendientes, quien definió el proyecto como una “visión transformadora y atrevida de la vigilancia policial en Estados Unidos”.
Ella, Pelosi y una decena más de congresistas demócratas vistieron ayer tejidos kente, típicos de la etnia akan de África Occidental, como muestra de solidaridad con esa comunidad. Antes del anuncio de la ley, se arrodillaron durante ocho minutos y 46 segundos, en honor a Floyd, un gesto que ya es un símbolo antirracista.
A pesar del enorme apoyo que parece tener la propuesta (más de 166 congresistas y 35 senadores, todos demócratas, ya han dado su beneplácito), no parece tener mucho futuro, a pesar de que Pelosi desafió a sus rivales republicanos, especialmente a los líderes conservadores y al presidente Donald Trump, para que debatan la ley y la lleven a votación. “El Congreso y el país no cederán hasta que esta legislación se convierta en ley”, avisó.
La respuesta vino de Kevin McCarthy, el republicano de mayor rango en la Cámara Baja. “A todos los agentes policiales del país que se ponen el uniforme para defender su juramento. Los demócratas les quieren quitar los fondos, pero los republicanos nunca les daremos la espalda”, tuiteó, enterrando cualquier opción de que la ley salga adelante. Trump rechazó la idea de desmantelar o desfinanciar la policía. “Nuestra policía nos ha estado permitiendo vivir en paz y queremos asegurarnos de que no tenemos malos actores ahí”, dijo.