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Washington.— Donald Trump, el presidente de Estados Unidos que sacó a su país del “ineficaz e injusto” Acuerdo Climático de París y hace un par de semanas fue el único en oponerse a la mención a la crisis climática en la cumbre del G-20 celebrada en Osaka (Japón), intentó ayer presentarse como un líder por el medioambiente.
La gestión estadounidense ha eliminado decenas de medidas de protección ambiental, potenciado la industria del carbón, reactivado proyectos petroleros y permitido la recuperación del fracking. Trump no dudó en aprovecharse de la mejora de la calidad del aire y el agua en EU, a pesar de que sus políticas no hayan tenido nada que ver y los éxitos se deban a políticas de administraciones anteriores, la creciente consciencia social y la evolución natural hacia energías renovables de las empresas.
“Queremos el aire más limpio, queremos agua cristalina. Y es lo que estamos haciendo”, aseguró Trump, en un discurso en el que no citó ni una vez el tema de la crisis climática. Lo único que pudo argumentar es que en el nuevo —y pendiente de ratificación— tratado comercial con México y Canadá (T-MEC) hay una cláusula medioambiental. Para el resto, su equipo capitaneado por Andrew Wheeler, administrador de la agencia de protección ambiental y exlobista del carbón, tuvo que remontarse a datos que iban de la década de 1970 a 2017, cuando Trump estrenaba su presidencia.
“Trump trata de embaucar al público para encubrir el hecho de que él es el peor presidente de la historia en temas ambientales...”, dijo en un comunicado Michael Brune, director ejecutivo del grupo ambientalista Sierra Club. Sin embargo, advirtió que ese discurso “no va a ayudar a las familias, incluyendo millones de hispanos, que sufren las consecuencias de la contaminación causada por las peligrosas decisiones de Trump”.
El clima no ayudó a Trump a defender sus tesis: ayer hizo el mismo calor en la capital de Alaska que en Chicago, y en Washington cayó la lluvia más torrencial en 148 años. Fue tanta el agua que había cascadas en los túneles del Metro, los bomberos tuvieron que rescatar a personas atrapadas en sus autos por la corriente e incluso el sótano de la Casa Blanca se inundó.