Taiwán, los semiconductores, los globos espía, la guerra en Ucrania, el fentanilo… Si hay una relación clave, y tensa, para Estados Unidos, es la de China.

No en vano, a pesar de lo que está pasando en territorio ucraniano, y de las envalentonadas del presidente ruso, Vladimir Putin, el Pentágono sostiene que Beijing es la mayor amenaza para la seguridad nacional estadounidense.

Una y otra vez, el presidente Joe Biden ha advertido que responderá si China amenaza su soberanía, o si ataca unilateralmente Taiwán, o si se alía a Rusia de modo que Ucrania esté en riesgo, o si…

La rivalidad viene de hace décadas. China busca convertirse en la mayor potencia a nivel mundial –afirma que busca liderar un “mundo multipolar”- y su ascenso ha ido a la par del declive estadounidense.

La pandemia de Covid-19 dejó en claro que el régimen de Xi Jinping ha hecho bien en apostar tanto a los semiconductores, por ejemplo. Estados Unidos descubrió cuán grande puede ser su dependencia del gigante asiático, algo a lo que busca poner fin.

Sin embargo, en esta lucha de poderes, Estados Unidos no puede solo contra China. Necesita alianzas. Aunque para Europa también es prioridad frenar a China, tampoco es que confíe en Washington. Los europeos han aprendido que necesitan fortalecerse como bloque, y reducir su dependencia de externos, sean de un lado o de otro.

Cada uno de los temas que enfrenta Estados Unidos con China es clave: si se trata de semiconductores, el mundo moderno no funciona sin ellos; si se trata de espionaje, solo hay que ver las revelaciones que han surgido cada vez que se filtra información. Ni hablar a nivel de gobiernos y agencias de inteligencia. ¿La guerra en Ucrania? Una decisión de China de implicarse –poco probable- derivaría en una tercera guerra mundial.

A esto se suma el fentanilo. El problema está fuera de control en Estados Unidos. Hablar de 100 mil muertos al año por sobredosis no es cosa menor. La presión sobre Biden y los políticos en general crece conforme las familias ven morir a sus hijos adolescentes, o deambular como zombies por las calles.

Una parte de la ecuación es México. Estados Unidos ha presionado al gobierno de Andrés Manuel López Obrador para hacer más en el combate a los cárteles de la droga que están inundando Estados Unidos de fentanilo. Pero no es muy alentador que el mandatario mexicano insista, a pesar de las evidencias, en que en México no se produce fentanilo.

Si a esto se agrega que la política mexicana entró de lleno en la campaña por las presidenciales de 2024, la conclusión es que Washington sabe que muy pocos oídos le escuchan del lado sur de la frontera.

La cuestión es que Biden también está ya en campaña por las presidenciales 2024, y no sólo necesita oídos, sino más acciones.

Quizá, pensando en ello, es que se tomó la decisión de que el secretario de Estado, Antony Blinken, viajara a Beijing a “mejorar la comunicación”. El fentanilo, sobre el que Estados Unidos acusa a China de ser el principal país que envía los precursores a México, fue tema clave en el encuentro entre Blinken y el presidente Xi Jinping. El propio Biden ha cambiado el tono y se ha mostrado mucho más inclinado a reunirse con Xi.

Estados Unidos y China se mantienen como enemigos. Pero “a tus enemigos cerca”, dice el refrán. Más si dependes de que ayuden para que resuelvas tus graves problemas. Y con elecciones a la vuelta de la esquina, el tiempo apremia.

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