Hay grandes expectativas para el como presidente de Estados Unidos. Él mismo, en un artículo de opinión publicado el pasado fin de semana en el The Washington Post, ponía a esta gira un objetivo descomunal: “Este viaje es sobre dar cuenta del renovado compromiso de EU a nuestros aliados y socios, y demostrar la capacidad de las democracias tanto de responder a los desafíos como frenar las amenazas de esta nueva era”.

La primera gira oficial al exterior de Biden como presidente de Estados Unidos es una declaración de intenciones, como cualquier cosa que hace un líder mundial de su talla. Uno de los principales objetivos de su presidencia es conseguir que EU vuelva a ser el motor mundial, la referencia geopolítica planetaria sin discusión ni debate, el centro neurálgico de la confianza de los gobiernos de todo el globo.

El sentido del viaje no tiene nada que ver con el primer vuelo internacional de su predecesor, Donald Trump, que decidió pisar Arabia Saudita en su primer destino fuera de las fronteras de Estados Unidos, en una gira que terminó en Israel. La de Trump fue una presidencia primordialmente transaccional en lo internacional, ninguneando a aliados tradicionales (como Europa) y coqueteando con autócratas y rivales clásicos como Rusia.

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Ahora todo ha cambiado. En palabras de Jake Sullivan, asesor en Seguridad Nacional del presidente Biden, “el viaje, en su esencia, avanzará el empuje fundamental de la política exterior de Joe Biden: concentrar las democracias mundiales para atajar los grandes retos de nuestro tiempo”. Un retorno a las alianzas históricas transnacionales, con EU al frente de una coalición de democracias occidentales.

La gira cuenta con muchos puntos calientes, con mucho por resolver y muchas cumbres de alto nivel: bilateral con el Reino Unido, aliado transatlántico por excelencia; Cumbre del G7, las principales potencias mundiales; visita a la OTAN y la Unión Europea (UE); y la culminación con el esperado encuentro, cara a cara, con el presidente ruso, Vladimir Putin. Una agenda apretadísima en menos de 10 días, una prueba de fuego a los deseos de política exterior de la administración Biden y, a la vez, una oportunidad única para empezar a reparar el daño del gobierno de Donald Trump, totalmente antagónico al suyo.

Los temas a tratar, los desafíos y amenazas que tiene Biden entre manos, tampoco son pocos. La respuesta a la pandemia, la nueva propuesta de impuesto mínimo a corporaciones, asuntos de cambio climático, de estándares laborales, medidas anticorrupción… Con la OTAN está además el tema clave de la retirada de Afganistán. Con Putin, entre otros, pondrá sobre la mesa los ataques cibernéticos y las asperezas que se siguen acumulando.

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En sus encuentros presenciales con líderes mundiales hay un subtexto imposible de evitar, un mensaje al mundo sobre la posición de los Estados Unidos de Joe Biden en el mundo, de sus alianzas y sus competidores. Los únicos líderes que ha recibido en la Casa Blanca son sus más fieles aliados en el Pacífico para contrarrestar y contener la influencia de China: Japón y Corea del Norte. A los primeros que va a ir a visitar es a los europeos, clave para la alianza que tiene que frenar a Rusia.

Lo más importante es y será recuperar la confianza de sus tradicionales socios. Parte de Europa todavía está traumatizada por el terremoto Trump: si bien los líderes europeos abrazaron la victoria de Biden, en el que veían un regreso al status quo, a la diplomacia tradicional, quedaron advertidos de que Estados Unidos quizá no es un socio tan confiable, porque un cambio de gobierno puede hacer virar la relación como una veleta.

Los gestos de amor y respeto de Biden hacia los aliados europeos tradicionales de Estados Unidos se pondrán a prueba en los próximos días. Y el objetivo de romper con Trump y su forma de hacer política es clave. “Nuestra visión para este viaje es que las acciones hablan más fuerte que las palabras”, respondió Sullivan a una pregunta específica sobre cómo podrá convencer a los europeos de que todo es diferente con Biden.

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Recuperarlos no será tarea fácil. “Los primeros tres meses de administración Biden no ha afectado a la visión francesa y alemana sobre la influencia de EU en el mundo”, resolvía una encuesta/estudio del German Marshall Fund y la Fundación Bertelsmann. Los resultados de la visión europea de EU están en consonancia con los guarismos del mismo sondeo de 2020.

Biden llegará a Europa con varias victorias en el ámbito doméstico, con especial foco en la respuesta al coronavirus y el éxito legislativo de la aprobación de un enorme paquete de rescate. Esta gira europea será clave para ver si puede regresar con sus primeros grandes triunfos en materia de política exterior. Puede ser un paso más a la consolidación del lema de Biden: “los EU están de regreso”.

“Se ha estado preparando durante los últimos 50 años”, dijo la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, en la víspera del viaje. Hasta ahora, sus viajes al extranjero habían sido como enviado de alguien, representando a una figura superior en rango a él. Por primera vez, Biden será el representante último de Estados Unidos en el mundo.