Desde siempre, el árbol ha sido símbolo de la fertilidad y de la regeneración, por lo que pasó de ser una tradición pagana a ser aceptada por los católicos.
Sobre el origen del árbol de Navidad habla la leyenda de un roble consagrado a Thor, dios del trueno, en la región de Hesse en Alemania. Cada año, en el solsticio de invierno, se le ofrecía un sacrificio. Bonifacio, misionero, taló el árbol ante los habitantes de la villa sorprendidos y, tras leer el evangelio, les ofreció un abeto, árbol de paz que representa la vida eterna porque sus hojas siempre están verdes y su copa señala el cielo.
A partir de entonces se talaron abetos durante la Navidad y se guindaron velas centelleantes de sus ramas. Son dos las ciudades bálticas que disputan el mérito de haber erigido en sus plazas centrales el árbol navideño: Tallin, en Estonia, y Riga, en Letonia, hace más de cinco siglos.
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La fiesta vacacional de las noches más largas fue celebrada por los turcos en el solsticio de invierno también. La arqueóloga turca Muazzez Ilmiye Cig ofrece una nueva voz en el prolongado debate. Según su calificada opinión, los turcos de Asia central habrían inventado el árbol de Navida d. Sus orígenes no estarían en el mito nórdico ni en el paganismo de las islas británicas, sino en la tradición turca del árbol de los deseos.
Los europeos habrían adoptado un rito derivado de la antigua costumbre turca según la cual las personas colocan cosas bajo un pino blanco como ofrenda a Dios, en agradecimiento a sus beneficios durante el año.
Cig sostiene que la costumbre surgió en Asia central (año 325 de nuestra era). Aceptó esta festividad como símbolo del nacimiento de Jesús, el 24 de diciembre, aún con reservas. Así, la costumbre habría comenzado a integrarse en la cultura del cristianismo.
Las tesis de Cig han recibido críticas de otros investigadores y se las señala como un intento de mostrar más que proporcionalmente la influencia turca en la cultura occidental.
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Siglos después, los arbolitos de Navidad se encuentran en las salas de miles de hogares que aguardan la Navidad.
En las ciudades, los pinos adornan las plazas y las calles principales, como en Reino Unido, en donde pusieron el arbolito de Navidad en las inmediaciones del Museo de Historia Natural.
Londres optó por colocar luces moradas, que contrastan con el resto de la iluminación. Foto: AFP
En Italia, el ánimo navideño se refleja en tres arbolitos: en el de Turín que enciende con diferentes colores y formas.
Durante la inauguración del árbol de Navidad en Turín. Foto: EFE
El de Roma, más clásico pero imponente.
En el monumento al soldado desconocido, en Roma. Foto: AP
Y en Milán, en donde el escenario navideño es impresionante.
Foto: AFP
Uno de los más curiosos es el que puso el Vaticano, que cuenta con 23 metros de altura y un singular nacimiento, adornado con la figura de un cóndor, un regalo de la región de Huancavelica, Perú.
El nacimiento peruano en el Vaticano. Foto: AP
Algunas ciudades, como Berlín, fueron más discretas ante la ola de coronavirus que aún azota a Europa.
La puerta de Brandenburgo, en Alemania. Foto: EFE
Seúl no quiso quedarse atrás con su pino.
Foto: AP
Pero sin duda, el más conocido y esperado es el árbol de Navidad del Rockefeller Center, en Nueva York.
El alcalde NY, Bill de Blasio, inauguró la decoración. Foto: AP
cg