Para poder conseguir pan, Khalil Mansur tiene que esperar horas. Desde hace dos semanas, las filas de espera se multiplican en Beirut como en otras partes de Líbano donde las panaderías racionan el pan subvencionado en un contexto de penurias.
“Hoy esperé tres horas y ayer más de dos horas para conseguir una bolsa de pan
(...) ¿Qué más vendrá?”, se pregunta indignado Mansur, un padre de familia de 48 años, frente a una panadería de Beirut.
Líbano vive una crisis económica sin precedentes desde 2019. Más del 80% de la población vive bajo el umbral de la pobreza de la ONU en este país, pero las autoridades suprimieron las subvenciones a todos los productos esenciales, excepto el trigo.
El gobierno trata de mantener los precios de este cereal, un producto alimenticio de base, mientras la libra libanesa ha perdido más del 90% de su valor, lo que ha provocado una inflación galopante.
Pero la situación se complicó con la guerra en Ucrania, de donde Líbano importaba en tiempos normales un 80% del trigo. Además, la explosión que destruyó el puerto de Beirut en 2020 complicó aún más el almacenamiento y las llegadas del grano.
“Tengo que alimentar a mis hijos, ¿qué se supone que tengo que hacer?”, vocifera Mansur, que gana unos 50 dólares al mes trabajando en una pastelería.
Mercado negro del pan
En el mercado negro sin embargo, se consiguen bolsas con seis panes tradicionales , pero a un precio más elevado que el estipulado, de 13 mil libras libanesas actualmente (43 centavos de dólar) pero con alzas regulares debido a la devaluación de la moneda nacional.
“No puedo permitirme comprar 30 mil libras por bolsa (...)” en el mercado negro, lamenta Mansur. “La semana pasada me quedé tres días sin pan“, señala.
“Desde hace 16 días, las filas de espera se han vuelto el día a día“, observa Mohamed Mehdi, de 49 años.
“La penuria es grave“, añade este propietario de una panadería en Beirut. “A veces, la gente viene con armas y cuchillos“, dice.
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Las peleas frente a las panaderías son frecuentes. El martes, el ejército tuvo que intervenir en una panadería vandalizada por clientes enfadados en Taalbaya, en el este del país, según los medios locales.
“La gente se amontona por pan (...) ¡Es humillante!”, opina Mehdi.
En un barrio vecino, Dania Hassane, de 22 años, espera su turno. Esta vez tiene suerte porque solo le tocó esperar media hora para obtener pan, asegura.
“Mi padre (...) trabaja desde la mañana hasta la noche para comprar esta bolsa de pan y alimentar a sus tres hijas“, lamenta la joven estudiante. “Para un derecho de base (...) es angustioso“, dice.
Para Mahdi, “la crisis lleva unos seis meses, pero se aceleró. Hace un mes, algunos molinos de harina tuvieron que cerrar porque el Banco (Central) del Líbano no les concedió un préstamo“, explica.
El Ministerio de Economía acusa a algunas panaderías de almacenar harina subvencionada o de utilizarla en la elaboración de productos no subvencionados.
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Buscan asegurar suministro con préstamo de 150 mdd
En cambio, las panaderías acusan al Banco Central de no abrir suficientes líneas de crédito para las importaciones.
Para asegurar el suministro, el Parlamento aprobó el martes un préstamo de 150 millones de dólares del Banco Mundial (BM) para financiar las importaciones de trigo.
Las autoridades libanesas achacan parte del colapso económico a los más de un millón de refugiados sirios que se encuentran en el país, donde aumenta la retórica contra estos refugiados y se pide su deportación.
“Los libaneses perdieron paciencia. No dejan de trabajar para poder conseguir esta bolsa de pan a sus hijos“, declara Ahmed Saleh, un empleado de una panadería de 22 años.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados ( ACNUR ) se mostró “actualmente preocupado por las prácticas restrictivas y las medidas discriminatorias basadas en la nacionalidad.”
Pero “el impacto de la crisis económica en Líbano está teniendo un efecto devastador en todos“, admitió.
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