San José. – La esclavitud y el racismo sangran todavía como doble herida en la historia de la presencia del imperio de Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte en América.
El pasado 24 de junio en un encuentro en Ruanda de los 54 miembros de la Mancomunidad de Naciones, entre los que están 12 excolonias británicas en el Caribe, Carlos, todavía príncipe de Gales, reconoció que “las raíces de nuestra asociación contemporánea se hunden en el periodo más doloroso de nuestra historia”.
“No puedo describir la profundidad de mi dolor personal por el sufrimiento de tantas personas mientras sigo profundizando en mi propia comprensión del impacto duradero de la esclavitud”, admitió.
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Carlos se convirtió en rey tras la muerte de su madre, Isabel II, el jueves pasado, por lo que su mensaje marcó un hecho sin precedentes en la Mancomunidad, que nunca antes debatió públicamente el conflicto de la esclavitud y su secuela de racismo.
Integrada por 54 países que representan un tercio de la población mundial, la Mancomunidad abrió un debate en el que las excolonias británicas caribeñas insistieron en exigir que Londres acepte asumir reparaciones o indemnizaciones por las consecuencias del régimen colonial.
“Si queremos forjar un futuro común que beneficie a todos nuestros ciudadanos, también debemos encontrar nuevas formas de reconocer nuestro pasado. Sencillamente, esta es una conversación a la que le ha llegado la hora”, reconoció el príncipe de Gales y ahora rey Carlos III.
Como metrópolis coloniales, Reino Unido, España, Portugal, Francia, Países Bajos, Noruega, Dinamarca, Alemania, Suecia y Suiza transportaron y explotaron a más de 12 millones de africanos de África para sus posesiones o negocios en América entre los siglos XV y XIX, para venderlos como mano de obra esclava en labores domésticas, agrícolas, comerciales, industriales, transportistas o portuarias, entre muchas otras.
La Comisión de Reparaciones de la Comunidad del Caribe (Caricom) planteó desde 1993 la necesidad de obtener una compensación por lo que denominó genocidio nativo y esclavitud africana en tierras caribeñas de lo que responsabilizó a los 10 países europeos. Las prácticas esclavistas también proliferaron en el resto de colonias europeas en América.
El Caricom todavía tiene territorios europeos de ultramar entre sus integrantes.
Como miembros plenos, el bloque está formado por 12 excolonias británicas (Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Dominica, Granada, Guyana, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía y San Vicente y las Granadinas y Trinidad y Tobago), una ex neerlandesa (Surinam), una ex francesa (Haití) y un territorio británico de ultramar (Montserrat).
Los integrantes asociados son cinco territorios británicos de ultramar: Anguila, Bermudas y las islas Vírgenes Británicas (que pertenecieron a Noruega y Dinamarca), Caimán y Turcas y Caicos.
La esclavitud marcó a todas esas zonas que, progresivamente, entraron a control europeo desde el siglo XV y permanecieron bajo su dominación hasta que se registraron los procesos independentistas en los siglos XIX y XX.
El imperio británico derogó en 1807 el comercio de esclavos africanos y aprobó en 1833 abolir la esclavitud a partir de 1834, en una decisión que repercutió en sus colonias en América en las políticas para abolirla. Estados Unidos, excolonia británica e independiente desde 1776, lo hizo entre 1863 y 1865.
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Viejo reclamo
Como príncipe heredero al trono, Carlos visitó Barbados en noviembre de 2021 para presenciar el tránsito de ese país de monarquía constitucional parlamentaria a república, con lo que la excolonia dejó de reconocer a la reina Isabell II como jefa de Estado simbólica.
En la noche del 29 de noviembre de 2021, en la ceremonia en que se formalizó la conversión de Barbados a república, el príncipe recibió la Orden de la Libertad de Barbados, el más alto honor nacional que confiere la isla caribeña que en 1627 quedó sometida al mando británico hasta que se independizó en 1966.
La decisión del gobierno barbadense de invitar a Carlos a un acto de trascendencia histórica para Barbados y, de paso, condecorarlo, provocó profundo malestar en esa nación por el rencor con factores como la esclavitud y el racismo.
“La familia real británica es una fuente de explotación en esta región”, afirmó la senadora y relacionista internacional barbadense Kristina Hinds, profesora de Ciencias Políticas en la sede de Barbados de la (estatal) Universidad de las Indias Occidentes.
“Hasta ahora, (la corona británica) no ha ofrecido una disculpa formal ni ningún tipo de reparación por los daños sufridos”, lamentó, al subrayar en declaraciones a la prensa barbadense que “no veo cómo alguien de la familia puede recibir este premio”.
En su discurso de junio de 2022, Carlos expresó dolor… aunque tampoco pidió perdón. Mientras tanto, africanos y caribeños ratificaron una exigencia de reparación que emergió desde el siglo XX.
El 25 de marzo de 2021, Día Internacional del Recuerdo de las Víctimas de la Esclavitud y la Trata Trasatlántica de Esclavos, Caricom y el Grupo Africano crearon una alianza de 68 países denominada AFCAR en la Organización de Naciones Unidas (ONU) bajo un lema: “Poner fin al legado de racismo de la esclavitud: un imperativo global para la justicia”.
“El horror de la esclavitud separó a 12 millones de africanos de la patria y creó una diáspora en el Caribe”, rememoró la embajadora de Guyana en la ONU, Carolyn Rodrigues-Birkett.
Al señalar que caribeños y africanos quedaron separados de “nuestras familias”, añadió que “nunca debemos dejar de denunciar todos los vestigios de racismo, discriminación, xenofobia e intolerancia, así como la esclavitud moderna”.
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