No parece que este año que inicia vaya a ser más tranquilo que 2022. La guerra en Ucrania se mantiene, y se ha convertido en una especie de venganza ucraniana. El conflicto ha tenido, y seguirá teniendo consecuencias, a nivel global. En América Latina, las crisis no terminan, como muestran los disturbios en Brasil. La política exterior mexicana continúa dando tumbos: de la “pausa” en las relaciones con España al polémico apoyo a Pedro Castillo en Perú, dejando un legado desastroso. Y en Estados Unidos, el arranque a tropezones del Congreso no es buen augurio.

Lee también:

Las consecuencias de la guerra en Ucrania

Héctor Cárdenas. Embajador en retiro

No se avizoran en el año que empieza ningunos signos que auguren menos problemas que los que sacudieron al 2022, particularmente en torno a la guerra en Ucrania. Este conflicto que ha tenido repercusiones globales no parece tener una solución a corto plazo; sin embargo, en un año de lucha desigual se han producido cambios que el gobierno de Vladimir Putin no anticipaba, tales como la feroz resistencia ucrania y la solidaridad internacional con el país invadido. Estos desarrollos han tenido como consecuencia todo lo que quería evitar Rusia al tomar la equivocada determinación de invadir a un país independiente y soberano: el aislamiento del que es objeto por parte de la mayoría de los países y la respuesta contundente de la OTAN y la comunidad europea en apoyo a Ucrania. De igual manera ha quedado de manifiesto la incapacidad del ejército ruso para lograr una victoria pronta, sin oposición, que solo ha resultado en la pérdida de vidas humanas, la destrucción de la infraestructura ucrania y millones de refugiados de ambos países. El rumbo que ha tomado el conflicto en los últimos días se percibe como una revancha desesperada contra Ucrania por los miles de bajas rusas registradas y, sobre todo, por la oposición de un gran sector de la población a las decisiones del ejército que ponen de manifiesto su debilidad e incapacidad.

La solución diplomática no parece ser la mejor vía para dar fin a la guerra en vista de que las posiciones de ambos países son irreconciliables. Ucrania exige la devolución de todos los territorios ocupados por el ejército ruso, así como los fondos paran la reconstrucción de sus infraestructuras civil y militar, Rusia, por su parte, no cede en sus designios de incorporar a su territorio la región del Donabás. Ante este impasse lo más probable es que las hostilidades se prolonguen por más tiempo. Mientras tanto Rusia seguirá buscando el apoyo de dos de sus aliados, China e Irán, así como la integración de Belarus a su territorio. Este escenario provocaría indudablemente la preocupación de Polonia y los países del Báltico al ver la amenaza que supone la extensión de sus fronteras con Rusia.

Es muy probable que Rusia siga manejando la carta energética para tratar de disminuir el apoyo de la Unión Europea, su principal socio comercial, a Ucrania, lo que tendría un efecto negativo en los precios del gas y el petróleo. Las repercusiones de esta eventualidad se reflejarán en el mercado internacional a menos que los grandes productores de hidrocarburos lleguen a un acuerdo para la estabilización de los precios. Por otra parte, no se descarta el surgimiento de una crisis alimentaria que afectaría a algunos países del Medio Oriente y África en el caso de que Rusia impida el suministro de cereales mediante un bloqueo a los puertos ucranios.

Por lo que toca a las relaciones de Rusia con los Estados Unidos las perspectivas para el año 2023 son igualmente negativas, sobre todo debido al apoyo militar americano brindado a Ucrania con armamento defensivo de alta tecnología, así como la imposición de mayores sanciones económicas que el Kremlin percibe como una actitud hostil por parte de Washington.

Política exterior mexicana: ¿control de daños?

Francisco Suárez Dávila. Embajador de México en Canadá (2013-2016)

Nuestra visión de México y el mundo para 2023 coincide con la mayoría de los expertos en que los escenarios serán de grandes cambios, incertidumbre e imprevisibilidad, con grandes peligros, así como oportunidades.

En el acontecer externo tenemos la secuela de una “cascada de crisis”: la pandemia todavía no controlada, como lo evidencia China y su caída económica; la evolución de la guerra de Ucrania, que puede ser desgaste prolongado o escalada; su efecto sobre los precios y la oferta energética y alimenticia; la generación de una inflación generalizada, cercana al 10%; la fuerte reacción de la Reserva Federal con fuerte aumento en las tasas de interés, que en el “remedio” está provocando una nueva recesión, posiblemente leve y de corta duración en Estados Unidos, pero cuyo “catarro” provoca “pulmonía” en otras partes: en Europa, los países emergentes, México incluido, y en los mercados financieros en general.

En México, para concentrarnos en la parte política, la característica será la turbulencia, la inestabilidad, la polarización, las tendencias autoritarias y antidemocráticas del gobierno de “una moda global”, con su afán a toda costa de ganar las elecciones y preservar la 4T. El continuado debate sobre la “reforma” electoral y la defensa del INE, ahora personificada en la elección de su Presidente y 3 consejeros. Se suma también la batalla por la Rectoría de la UNAM y su autonomía. La elección de la Presidenta Piña para la Suprema Corte es un gran augurio para iniciar el año.

Quiero subrayar la importancia del legado de las últimas semanas de nuestra política exterior y diplomática, la más desatinada, vergonzosa, contradictoria e improvisada de que tenga memoria y que atenta contra 3 pilares de esa política: I. España: después de una prometedora Comisión Binacional con un relanzamiento de la relación, obra de los dos cancilleres, el Presidente le pone “pausa”, nueva ocurrencia que da lugar a un reclamo de la España ofendida. II. América Latina: el sainete de Perú, en que México apoya a Castillo, que por intentar un golpe de Estado, resulta removido por su Congreso conforme a su marco constitucional. Promueve una alianza “intervencionista” con Argentina, cuya bandera se confunde con la de Guatemala(!), Colombia y Bolivia. Deja a la Alianza Pacífico a la deriva y conduce a la insólita expulsión de nuestro Embajador. El “líder” provoca una fractura de América Latina. III. Finalmente, las incertidumbres y riesgos que pesan sobre la relación con Estados Unidos, que incidirán, abierta o soterradamente, en la Cumbre de América del Norte: los 4 diferendos del T-MEC sobre el sector energético, las restricciones al maíz transgénico y, el tema migratorio y de seguridad, que cada vez suben de intensidad, coloreadas con frecuentes “mañaneras” agresiones al Presidente Biden, poniendo a prueba los límites de su prudencia. Todo ello presenta difíciles retos de control de daños en está nuestra “política exterior, que es interior”, pero también de “pacotilla”.

Para no cerrar como se nos acusa a los analistas de sólo decir lo malo, la buena noticia es un mejor cierre de nuestra economía, con más crecimiento y un peso muy fuerte, que el Economist considera como una de las 6 “ganadoras” del año, irónicamente resultado de aplicar las políticas neoliberales más “puras”!?¡

Déjà vu latinoamericano

Emerson Segura. Periodista y analista político

Un fantasma recorre Brasil y ha mostrado su rostro más radical. El asalto al Congreso, el Palacio de Planalto y la Corte Suprema por parte de simpatizantes del expresidente Jair Bolsonaro en días recientes, rememora las imágenes del asalto al Capitolio en Washington que, curiosamente, tuvo lugar dos días y dos años antes que los atestiguados en Brasilia.

La irrupción en el Salón de sesiones del Congreso, la toma de los escaños, el destrozo de oficinas, las selfies irreverentes, banderas y disfraces con pieles y un hombre con cuernos de bisonte, parecían imágenes sacadas del guion de lo sucedido en Washington, postal que le dio la vuelta al mundo. Sin embargo, en el caso de Brasil fueron necesarias mayores dosis de terror y el asaltó se extendió al Poder Ejecutivo y Judicial. El miedo a una reacción violenta por parte del “bolsonarismo” tras la toma de posesión de Luiz Inácio Lula da Silva como presidente se consumó y tomó por sorpresa al presidente brasileño quien estaba en Sao Paulo.

Los métodos actuales de la ultraderecha para desestabilizar gobiernos elegidos democráticamente en la región han descansado en tres vías: la vía legal-jurídica, la propagación de fake news, y episodios violentos que, no siempre tienen como objetivo llegar al poder -como en el caso de Honduras con Manuel Zelaya y en Bolivia con Evo Morales-, sino que juega como una suerte de advertencia del caos en el que pueden hundir a estos gobiernos. Esa fue la advertencia para el gobierno de Biden que estaba a días de entrar en 2021 y ahora, el de Lula da Silva en su primera semana.

Steve Bannon ha sido uno de los ideólogos y operadores de la ultraderecha contemporánea donde su influencia no solo se reduce a Estados Unidos, sino que, como lo señaló en su mensaje en la Conferencia Política de Acción Conservadora celebrada en México en noviembre del año pasado, se extiende a Hungría con Víctor Orban, Le Pen en Francia, Abascal con Vox en España y desde luego a Brasil. Eduardo Bolsonaro, hijo del exmandatario fue uno de los asistentes a dicha Conferencia. Y si es que Bannon predica esta narrativa no solo es porque tal vez esté convencido de estas ideas, sino también, porque es un gran negocio.

Por esto, parece que 2023 seguiremos atestiguando momentos de inestabilidad política y social en América Latina. Ahora lo vemos con las manifestaciones en las calles ante una fuerte disputa política y social; en Chile donde la aprobación en las urnas se desvanece de manera rápida; o en Colombia, donde se requiere más que voluntad política para dar salida a conflictos que son tanto añejos, como complejos.

Ingobernabilidad legislativa

Jesús Isaac Flores Castillo, Coordinador General Adjunto Voto Informado UNAM y asociado COMEXI

La semana pasada, lo que debería haber sido la entronización de Kevin McCarthy, líder de la mayoría republicana en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, como presidente (Speaker) de dicho cuerpo se convirtió en una exhibición de las diferencias ideológicas entre los propios integrantes de su bancada y de la complejísima tarea que implicará tratar de imponer alguna versión de disciplina parlamentaria los próximos dos años. Después de 15 rondas de votación (algo que no ocurría desde la Guerra Civil en 1860) y de varios dramáticos episodios se logró confirmar a McCarthy en el puesto y, desde ese momento, él es el segundo en la línea de sucesión presidencial, sólo después de la vicepresidenta Kamala Harris. Parecería una victoria pírrica, dado que las concesiones que les tuvo que ofrecer a un grupo de 20 legisladores republicanos radicales limitan a McCarthy de tal modo que, en la práctica, sólo tendrá el título de Speaker, pero no sus poderes. Cualquier miembro de la Cámara podrá pedir un voto para retirarle la confianza y removerlo del cargo en cualquier momento, además de imponerle la conformación de comités clave con legisladores del grupo radical, a quienes él no controla. La democracia más antigua del mundo no puede darse el lujo de institucionalizar la ingobernabilidad y la anarquía. Por ejemplo, el margen de negociación en materia fiscal con el gobierno de Joe Biden será muy estrecho: se puede anticipar otro “cierre del gobierno” y la posibilidad del impago de la deuda pública, ambos temas han sido rehenes de las exigencias republicanas en el pasado.

Lee también:

Relación China-EU definirá la agenda geopolítica

Diego Jiménez Álvarez. Estudiante de la maestría en Estudios de Asia y África con especialidad en China por El Colegio de México y asociado COMEXI.

2023 representa un año de grandes retos para la región, pero será la relación entre China y Estados Unidos la que definirá la agenda geopolítica de Asia Pacífico. Si bien la pasada reunión de noviembre entre los presidentes Xi Jinping y Joe Biden fue una oportunidad para relanzar a buenos términos la relación bilateral, el gran desafío será poner en práctica ese compromiso, a pesar de que ambos países continuarán compitiendo en la región -y en el mundo económica y tecnológicamente- para cercarse mutuamente, al tiempo que deberán evitar que las tensiones escalen principalmente en el estrecho de Taiwán y, en menor medida, en el Mar del Sur de China.

Ante tales vaivenes, la inversión en gasto militar de varios países de la región como Japón y Corea del Sur -a raíz del programa nuclear de Corea del norte- es muy probable que aumente, aunque también estará acompañada de nuevos enroques diplomáticos y acuerdos de cooperación que permitan la diversificación de sus alianzas. Por su parte, Myanmar, Tailandia, Pakistán, Singapur y Camboya celebrarán elecciones, aunque las condiciones políticas y electorales se encuentran bastante polarizadas.

Respecto a China, su prioridad será recuperar su crecimiento económico. De haber sostenido una tasa de crecimiento anual por muchos años de aproximadamente 8%, en 2022 su economía alcanzará alrededor de 3%. Otra prioridad gubernamental será controlar los contagios de los casos de covid19. Respecto a India, varias estimaciones apuntan a que su economía se desacelera, por lo que ostentar la presidencia del G20 representa una oportunidad para alterar tales pronósticos.

En cuanto a los acuerdos económicos más importantes de la región, la Asociación Económica Integral Regional (RCEP) y el Tratado Integral y Progresivo de Asociación Transpacífica (CPTPP) siguen consolidándose. En el caso del primero, cumplió un año de vigencia y el pasado 2 de enero la Asociación entró en vigor en Indonesia, su decimotercer socio; mientras que, en el segundo tratado, se espera que para el 21 de febrero de este año entre en vigor para Chile, su décimo miembro.

para recibir directo en tu correo nuestras newsletters sobre noticias del día, opinión y muchas opciones más.