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Bagdad.— Miles de manifestantes volvieron a las calles ayer en Irak para reclamar un cambio de gobierno, acusado de corrupción, en el quinto día de unas protestas que han dejado 99 muertos, cuando un día antes se reportaban al menos 60, por lo que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) llamó a acabar con “estas muertes sin sentido”.
En la capital iraquí y en ciudades del sur, como Diwaniya y Nasiriya, se oyeron disparos a lo largo de la jornada, según periodistas de la AFP. En Bagdad las fuerzas de seguridad dispersaron la principal concentración ante el Ministerio de Petróleo. Cerca de 4 mil personas han resultado heridas en los choques, según la comisión parlamentaria de derechos humanos.
Una reunión en el Parlamento destinada a abordar la crisis, que tenía que llevarse a cabo por la tarde, no pudo celebrarse por falta de quórum. Los 54 diputados de la coalición del influyente líder chiita Moqtada Sadr, principal bloque parlamentario, la boicotearon.
El presidente del Parlamento, rodeado de algunos diputados, prometió en rueda de prensa una larga lista de reformas, en particular en lo que respecta al desempleo.
Sin embargo, representantes de la Célula de Seguimiento, parte de la oficina del primer ministro, Adel Abdelmahdi, y delegaciones de los manifestantes, mantuvieron un encuentro. Durante la reunión, que tuvo lugar en la comarca de Al-Aziziya, en la provincia oriental de Wasit, las partes analizaron las demandas de los participantes en las protestas, en su mayoría jóvenes, informó la televisión estatal Al-Iraqiya.
Moqtada Sadr, un peso pesado de la política iraquí, cuya coalición participa en el gobierno, pidió el viernes la dimisión del primer ministro Adel Abdel Mahdi, que se encuentra en el poder desde hace un año.
Origen en las redes. El movimiento de protesta, surgido en las redes sociales, denuncia la corrupción, el desempleo y la falta de servicios públicos en un país que salió hace menos de dos años de casi cuatro décadas de conflicto.
Los comercios abrieron normalmente el sábado en Bagdad después de que se levantara el toque de queda impuesto el jueves; sin embargo, las calles que van a parar a la plaza Tahrir siguieron cortadas por un importante despliegue de las fuerzas de seguridad y vehículos blindados. Además, hubo enfrentamientos entre los participantes y los oficiales.
Las tropas lanzaron gas lacrimógeno y dispararon para tratar de dispersar la concentración en la zona, mientras que en la céntrica plaza Tahrir había un gran despliegue policial y se impidió el tránsito de civiles, al igual que en los últimos días. Las autoridades también cerraron el puente Al-Yumhuriya, que une Tahrir con la fortificada Zona Verde, en la que se ubican edificios gubernamentales y embajadas. “Si las condiciones de vida no mejoran, las protestas se reanudarán aún más y la situación será mucho peor”, advirtió Abu Salah, de 70 años.
“Cinco días de muerte. Esto debe acabar”. Jeanine Hennis-Plasschaert, líder de la misión de asistencia de la ONU para Irak, dijo: “Cinco días de muertes y heridos. Esto debe acabar”. Declaró que se debe llevar a la justicia a los responsables.
Las autoridades han pedido tiempo a los manifestantes para poner en marcha una serie de reformas que mejoren las condiciones de vida de los 40 millones de habitantes del país, devastado por la guerra, el desempleo y la corrupción. En la calle, los manifestantes critican duramente a los políticos. “Nadie nos representa, traen a tipos, les ponen un traje y los instalan en el Parlamento”, dijo uno. “No queremos más partidos”, indicó otro.
Los medios también se vieron afectados: el canal saudita Al Arabiya denunció que varios de sus empleados resultaron heridos durante un asalto a su oficina en Bagdad por parte de hombres armados enmascarados.