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Escondidos en la densa vegetación de la costa al norte de Calais (Francia) dos hombres se aprestan a poner en entredicho los planes contra la inmigración ilegal de la primera ministra británica, Liz Truss.
Agazapados en la oscuridad, preparan rápidamente una embarcación para llevar a personas sin papeles al otro lado del canal de La Mancha.
Por encima de ellos, en la penumbra previa al amanecer, el zumbido de un avión no tripulado pagado por Reino Unido marca el inicio de una persecución.
A menos de un kilómetro de distancia, los gendarmes franceses examinan las dos figuras en la cámara térmica del dron; sus imágenes son un derroche de rosa y naranja.
En cuestión de segundos, la unidad se ha subido a un vehículo especial, también proporcionado por Reino Unido, y se ha lanzado a través de los matorrales arenosos hacia el lugar.
Se tarda menos de cinco minutos en llegar, pero los últimos 50 metros hay que recorrerlos a pie a través de una vegetación espesa y puntiaguda que, en algunos casos, llega a la altura del pecho.
Los dos hombres huyen al acercarse la unidad, dejando atrás la embarcación a medio preparar, el combustible y el motor, y dos sacos de chalecos salvavidas.
La tecnología como arma
"La vegetación juega en nuestra contra", afirmó el general francés Frantz Tavart. "Los contrabandistas lo saben y esconden los botes aquí a propósito", agregó.
Los drones británicos son valiosos, explicó el oficial, por cuanto captan sitios bien escondidos "como este". "El avión [de vigilancia] pasó antes y no lo detectó a nadie ni nada, porque estaban ocultos por los árboles", dijo.
Este tramo de 160 kilómetros de costa ha absorbido recursos, año tras año. Francia y Reino Unido han invertido en más patrullas, mejor tecnología y diferentes tipos de vehículos. Y aun así el número de personas que cruzan el canal sigue creciendo.
La nueva ministra del Interior británica, Suella Braverman, reafirmó esta semana, en el congreso del Partido Conservador, su determinación de combatir la inmigración ilegal.
Las patrullas francesas aseguraron que han detenido alrededor de la mitad de los intentos de cruce. No obstante, en lo que va del año más de 30.000 personashan llegado aReino Unido.
Más redes y más sofisticadas
Pese a los esfuerzos, las autoridades galas aseguran que este verano han registrado nuevas redes de contrabando.
Un alto funcionario francés con buen conocimiento de la situación le dijo a la BBC que ahora hay grupos albaneses operando en la zona, separados de las existentes redes kurdas e iraquíes.
"Las redes albanesas son más eficaces. El 40% de las personas que interceptamos a este lado del canal son albaneses; pero constituyen el 60% de los que llegan al otro lado", dijo el informante.
"Nuestra hipótesis es que tienen mucha más experiencia que las demás en cuanto a actividad delictiva, y están más acostumbrados a organizarse y evitar a la policía. Comprobamos que los precios que cobran las redes albanesas son más altos", explicó.
El general Tavart, por su parte, afirmó que no puede confirmar si las nuevas rutas de contrabando albanesas están siendo dirigidas por grupos criminales establecidos, tal vez con base en Reino Unido, pero dijo que tendría sentido.
"Con el precio de una travesía de unos 3 mil 966 dólares, y unas 40 personas en una embarcación, echa cuentas", dijo. "Es extremadamente lucrativo, incluso más que el tráfico de drogas, y las condenas penales son más ligeras".
Algunos han sugerido que la escasez de mano de obra que padece el mercado británico tras el Brexit se suma a los "factores de atracción" que invitan a contrabandistas y a sin papeles a hacer al mar.
Más que sospechas
Aunque las autoridades policiales francesas han registrado un mayor número de albaneses en el principal campamento de migrantes de Dunkerque, la mayoría de los nacionales de este país balcánico parece alojarse en hoteles de la zona, o en París o Bruselas.
En un hotel de Dunkerque, la propietaria confirmó a la BBC que tenía un gran número de clientes albaneses de paso. La misma información dio el propietario de un bar situado frente a la estación.
"Me pregunto si queda alguien en Albania. Viendo la cantidad que pasa por aquí", dijo.
El aumento de migrantes que cruzan el canal de la Mancha, y la aparición de nuevas redes de contrabando, parece poner en entredicho la estrategia de disuasión del gobierno británico.
El anterior Ejecutivo dirigido por Boris Johnson anunció sus intenciones de enviar a los inmigrantes indocumentados a Ruanda, donde tramitarán sus solicitudes de asilo, y donde se espera que se establezcan si su petición tiene éxito.
Todo o nada
En la carretera a las afueras de Calais, de madrugada, la BBC encontró a Sikunder, un afgano de 17 años, y sus amigos, envueltos en mantas de supervivencia que brillaban como piezas de plata en la oscuridad.
Los jóvenes acababan de ser rescatados de una embarcación por la policía francesa.
Al preguntarle a Sikunder si era consciente de que Reino Unido podría enviarlo a Ruanda, replicó: "He oído hablar de ello, pero algunos de mis parientes en Reino Unido me dijeron que el plan se había terminado y que podíamos ir".
Este era el segundo intento de cruzar del joven, quien aseguró que no será el último.
Londres está librando una batalla judicial sobre la legalidad de su política en Ruanda. En los campamentos de Calais, casi todo el mundo es consciente del riesgo, pero buscan formas de racionalizarlo.
Muchos refugiados creen que la llegada de Liz Truss a Downing Street implicará el fin de la controvertida iniciativa. No obstante, la nueva primera ministra ha ratificado su apoyo a la medida.
Jess Sharman, de Care4Calais, afirmó que hay personas que arriesgan su vida para llegar a Reino Unido, porque no pueden solicitar asilo mientras están en Francia y no pueden cruzar el canal por las rutas oficiales.
"No deberían estar aquí, y sólo lo están gracias a las políticas del gobierno", dijo. "Y eso podría cambiar de la noche a la mañana si Truss consiguiera que fuera seguro y legal para ellos [solicitar asilo]".
Por ahora, pese a que las unidades policiales siguen destruyendo sistemáticamente los campamentos; enfrentándose a las bandas de traficantes y persiguiendo a los inmigrantes durante kilómetros a lo largo de la costa de matorrales; al amanecer otro barco cargado de personas de todo el mundo logra llegar a las costas británicas.
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