Madrid.— Francesca Friz-Prguda, representante en España del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) recibió hace dos semanas en el puerto de Valencia al Aquarius, el barco rechazado por las autoridades italianas con 629 personas rescatadas en el Mediterráneo y que España aceptó acoger, reavivando el debate sobre el tratamiento que la Unión Europea ofrece a los demandantes de asilo y los inmigrantes económicos que llegan a sus fronteras.

“Llevo 25 años en ACNUR y pocas veces he visto caras de mujeres tan marcadas por la experiencia como las de ese barco”, explica tras su trabajo en Valencia, apoyando a las autoridades españolas en la identificación de migrantes que puedan ser candidatos a la protección internacional por huir de la guerra en su país o persecuciones.

Friz, nacida en Alemania de una madre refugiada checoslovaca y un padre germano-chileno, comenzó su carrera con ACNUR en México, y ha trabajado en Bosnia-Herzegovina, Hungría y Austria. Actualmente centra sus esfuerzos en la frontera mediterránea de Europa, uno de los puntos del mundo donde mueren más personas huyendo de los grandes conflictos de África y Asia. Aun así, avisa en entrevista con EL UNIVERSAL: “El 85% de los refugiados permanece en los países del sur. Esa idea de que el norte vive amenazado por una invasión extranjera es una manipulación política”.

Friz es tajante: “Hay que aterrizar el debate con hechos y cifras. En el mundo hay 68 millones de desplazados, un máximo histórico, con tres millones más que en 2016, pero es falso que la mayoría hayan ido a países ricos. Casi dos tercios de quienes se ven forzados a huir son desplazados internos que no salen de sus propios países. Y de los 25 millones que sí salen, muy pocos lo hacen al norte, sino que suelen quedarse en territorios vecinos al suyo. Pero los países ricos no han sabido contrarrestar esos argumentos falsos utilizados con intereses políticos”.

Los grandes ejemplos de esta sobrecarga sobre las naciones menos ricas son Turquía: se trata del país que acoge más refugiados en todo el mundo (3.5 millones) y Líbano, el cual que reúne más refugiados por habitante (164 por cada mil). Ambos territorios son los que más han sufrido las consecuencias de la guerra de Siria, el conflicto que ocasiona más desplazamientos externos (6.3 millones, un tercio de los refugiados internacionales).

La representante defiende gestos como el de España al abrir sus puertos a los rescatados del barco Aquarius, pero recuerda que no son suficientes. “Son símbolos importantes para la UE, pero deben estar acompañados de intervenciones humanitarias. Es un buen comienzo, pero tiene que facilitarse el acogimiento, simplificarse el proceso para solicitar asilo y ofrecer la posibilidad de reconstruir su vida a personas que han perdido todo, porque tras la acogida debe llegar la integración”, explica. “¿Cómo es posible que Europa, con todo el sufrimiento que ha conocido por las guerras, olvide esto en un momento en que suceden tantos dramas delante de sus ojos?”.

Friz considera que “es urgente encontrar mecanismos rápidos para resolver estas situaciones, como procesos de rescate estandarizados, y luego todos los países de la UE deben asumir y compartir la responsabilidad. No sólo los que están en la zona fronteriza, como Italia, Grecia o España”.

La funcionaria plantea que esta labor de coordinación y solidaridad es necesaria a nivel mundial. “Siguiendo los principios de la Declaración de Nueva York de la ONU de 2016, hay que establecer un reparto más equitativo de la carga de refugiados, según las capacidades de cada país de acogida, y fijar un sistema común de asilo, entre otras cosas”.

Para Friz, es importante recordar que “no se trata de caridad”, sino de asumir responsabilidades ante situaciones dramáticas que pueden surgir en cualquier lugar. “Una de cada 110 personas en el mundo se han debido desplazar de forma forzosa”, resume. Siria, Afganistán, Sudán del Sur, Myanmar, Somalia y República Democrática del Congo son hoy los países de origen de la mayor parte de los refugiados, pero en un mundo en movimiento, ACNUR recuerda que nadie debería de sentirse ajeno a dramas como el que protagonizó el Aquarius.

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