Madrid.— La decisión de las autoridades de algunos países europeos de prescindir totalmente de las medidas de contención contra el Covid-19 para tratarlo como una infección respiratoria más, genera la disconformidad de profesionales sanitarios que consideran que es un error apostar por la “gripalización” del coronavirus, porque lo que procede es justamente lo contrario.
El cubrebocas, la ventilación de espacios, las pruebas de detección y el aislamiento de infectados son medidas igual de eficaces contra los virus catarrales y gripales, como la influenza, por lo que habría que seguir utilizando estas herramientas preventivas, mantienen los expertos.
“Con el coronavirus hemos aprendido mucho lo que son los aerosoles, que tienen un papel muy relevante. Las medidas de ventilación o utilización de mascarillas en interiores serían buenas versiones para reducir todas las infecciones respiratorias, y no solamente Covid. Es una buena oportunidad para, en ciertas épocas, mantener la mascarilla en interiores de forma generalizada, con alguna excepción, como la de los niños muy pequeños”, señala a EL UNIVERSAL Vicente Baos, médico especialista en Medicina de Familia y Comunitaria.
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“Hay un deseo de cerrar este tema de forma clara con lo que llamamos ‘gripalizar’ [el Covid], es decir, asumir que es un virus más y a quien le toque pues allá él, mala suerte. Algo parecido a lo que hemos hecho siempre con los catarros. El precio que hemos pagado hasta ahora es una extensión masiva en invierno y en primavera de las infecciones que también provocan ausentismo laboral y que igualmente afectan a los más vulnerables”, agrega el experto que trabaja en un centro de salud de la Comunidad de Madrid.
“En mi opinión no hay que desechar la mejora de la ventilación de los espacios interiores, pero por real decreto, no por recomendación. También usar la mascarilla en interiores a medio plazo en las situaciones de riesgo de infección respiratoria, así como favorecer las condiciones de teletrabajo en pacientes transmisibles, aunque no tengan síntomas preocupantes, para que se reduzca la infección”, puntualiza.
El objetivo es disminuir la incidencia de infecciones respiratorias, que no sea una maldición inevitable pasar tres o cuatro catarros al año, o que el paciente que tenga una bronquitis crónica o una insuficiencia cardíaca acabe ingresado. “Hemos aceptado que eso es inevitable y que hay que aguantarlo, cuando sabemos que lo podemos reducir o al menos intentarlo, y no asumir que la infección generalizada es algo inevitable. Sabemos cómo se puede mejorar la calidad del aire y cómo se puede reducir la transmisión de estos virus. Creo que la lección aprendida es que podemos seguir luchando mejor que lo hacíamos antes de la pandemia”, subraya el especialista en medicina familiar. “Hay una experiencia aprendida. Las diferentes olas han aparecido en momentos que parecían victoriosos y que no lo eran. Por eso se han repetido incluso con la vacunación”, advierte Baos.
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“Sigo manteniendo mi mascarilla FFP2 durante todos mis turnos; muchos compañeros en el hospital ya no la llevan. Es el espejo de lo que pasa en la sociedad, hemos olvidado la pandemia a pesar de que sigue aquí, pero nosotros más que nadie deberíamos tener memoria”, advierte por su parte el médico urgenciólogo César Carballo, del servicio de urgencias del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid.