En tres décadas la conformación del poder mundial ha cambiado significativamente. Del mundo bipolar de la Guerra Fría en el que la contienda ideológico- militar era decisiva, hemos transitado a un mundo en el que los perfiles de las grandes potencias no coinciden. Rusia es el poder tradicional: el factor militar y las áreas de influencia son su especialidad. Ahora su poder es exclusivamente regional.
Estados Unidos
se mantiene como potencia mundial en lo económico y militar, aún con un alto componente ideológico. China , la gran potencia emergente, se concentra en el poder económico y cuenta con un robusto escudo militar, pero no tiene pretensiones ideológicas, aunque busca su preeminencia en la región Asia Pacífico.
La geopolítica mundial presenta entonces escenarios sin precedentes con mayores riesgos y vulnerabilidades. Los bloques regionales se debilitan, se hace más compleja la competencia y los equilibrios son más frágiles. En este contexto, el multilateralismo, la concertación y la cooperación internacional se dificultan, debido a la ausencia de valores compartidos.
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