San José. – La Alianza del Pacífico, un bloque de integración económica creado por México, Colombia, Chile y Perú en 2011, se precipitó desde la semana anterior en la peor crisis institucional de sus casi 12 años de historia por la decisión del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, de negarse a entregar la presidencia temporal y rotativa del foro al gobierno peruano por considerarlo espurio y surgido de un golpe de Estado.
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El choque ahondó el acelerado deterioro del nexo entre Ciudad de México y Lima que se registró desde que, el pasado 7 de diciembre, el entonces presidente peruano, Pedro Castillo, intentó sin éxito asestar un golpe de Estado al proclamar la disolución del Congreso y otras instituciones de Perú para gobernar de facto. Castillo fue destituido por el Congreso, sustituido por su vicepresidenta, Dina Boluarte, y detenido por presunta corrupción.
“No creo que tenga que romperse relaciones (diplomáticas entre México y Perú)”, planteó el abogado peruano Francisco Belaúnde, profesor de Derecho Internacional Público en la (no estatal) Universidad de Lima. “Perú debe mantener la calma y no sobre reaccionar. Hay que cuidar la relación bilateral lo más que se pueda”, aseguró Belaúnde a EL UNIVERSAL.
“No parece que lo de López Obrador sea ignorancia. Está claro que, para él, más pesa la simpatía ideológica que los principios democráticos. Lo demuestra su relación tan cálida con Cuba y su actitud respecto a Nicaragua”, agregó, en referencia a las denuncias de ser regímenes sin democracia y violadores de los derechos humanos que pesan sobre La Habana y Managua y al silencio del gobernante mexicano sobre la situación en esos países.
En su “actuación interna”, López Obrador “ataca a la prensa”, “la emprende” contra el poder electoral “y se apoya fuertemente en los militares”, subrayó.
El presidente mexicano anunció el viernes anterior que se negará a entregar la presidencia de turno de la Alianza a Boluarte por lo ocurrido el 7 de diciembre en Perú.
“Fue un acto ilegal, antidemocrático, arbitrario. No se respetó la voluntad del pueblo de Perú. Yo no quiero entregar la presidencia (de la Alianza) a un gobierno que considero espurio. Que decidan los miembros del Grupo de Río. (...) No quiero legitimar un golpe de Estado”, adujo.
La cita del Grupo de Río causó dudas, ya que ese foro dejó de existir el 23 de febrero de 2010 para fundar ese día la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Pese al cuestionamiento de México, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), instancia autónoma de la Organización de Estados Americanos (OEA), reconoció el 8 de diciembre la legitimidad de Boluarte y de “la respuesta democrática” del Estado peruano ante la maniobra de Castillo contra el orden constitucional.
Según las reglas de la Alianza, su presidencia se ejerce por periodos anuales y rotaciones por orden alfabético.
México la asumió el 26 de enero de 2022 en Colombia y se planeó una ceremonia para diciembre de ese año en Lima para que López Obrador la entregara a Castillo y Perú la ejerciera en 2023. El acto fue cancelado por la destitución de Castillo.
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El lío por la Alianza marcó un nuevo episodio de enfrentamientos entre López Obrador y Boluarte. El presidente mexicano rechazó desde un inicio reconocerla como mandataria legítima y el 12 de diciembre se alió con Colombia, Argentina y Bolivia en una proclama que siguió reconociendo a Castillo como mandatario legítimo.
Perú acusó repetidamente a México en los últimos 77 días de entrometerse en asuntos internos peruanos y violar el principio de no injerencia en otros estados. El fuerte roce llevó en diciembre a la expulsión de Perú del embajador mexicano en ese país, Pablo Monroy.
“Lo que (López Obrador) está haciendo ahora es entrometiendo ideología política muy personal (a la Alianza)”, advirtió el congresista peruano Ernesto Bustamante, de la opositora Fuerza Popular y miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso.
“López Obrador nunca ha estado de acuerdo con la Alianza. Ha dicho que está adscrita a un esquema neoliberal y de libre comercio que él critica y considera que no es bueno, porque él tiene ideología diferente. Esta es una oportunidad fantástica para él de patear el tablero de la Alianza aduciendo que la presidencia puede quedársele. Pero eso no es así”, dijo Bustamante a este diario.
“López Obrador se aparta del acuerdo marco de la Alianza, a la que politiza para debilitarla. El traspaso de la presidencia temporal de un país a otro no es una concesión. Tampoco es producto de una elección: es una obligación contenida en un tratado que vincula, con calidad de ley en cada país de la Alianza, a los cuatro países que la integran”, alegó.
Al negarse a “cumplir la obligación” que vincula a México a transferir la presidencia temporal a Perú, López Obrador “está violando lo que es un hecho: esa presidencia ya está en manos de Perú. Que se haya hecho o no la ceremonia no tiene importancia ni relevancia. Es tan solo un acto ceremonial que no ocurrió porque él (López Obrador) no quiso”, puntualizó.
Al respecto, la cancillería peruana acusó el 18 de este mes que López Obrador “se niega a cumplir con la obligación” de pasar la presidencia de la Alianza a Perú “porque ha decidido apoyar el golpe de Estado” de Castillo.
Perú “reitera su rechazo a los actos de injerencia del presidente de México en su proceso político interno”, aseveró.
Entre tanto, una veintena de exjefes de Estado y de Gobierno de la (no estatal) Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA) advirtieron ayer que López Obrador dejó “de lado su repetido principio de la No Intervención” y acusó de espurio al gobierno “democrático y provisional” de Perú “para evitar transferirle” la presidencia de la Alianza.
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