Zeitenwende significa "punto de inflexión". Esa es la palabra que explica la histórica decisión adoptada en Alemania ante la invasión de Rusia a Ucrania y que llevará a cambiar su Constitución.
Tras modificar las reglas de exportación de armas, una política que el país mantuvo durante décadas y por la que se comprometía a no suministrar armamento bélico a ninguna de las partes en un conflicto, Alemania aprobó ahora el mayor gasto para el departamento de Defensa de los últimos 83 años.
Sumadas, ambas medidas suponen el mayor cambio de la política exterior y de seguridad del país desde la Segunda Guerra Mundial.
El líder de Alemania, el canciller Olaf Scholz, que reemplazó a Angela Merkel en diciembre, ha logrado algo que hace unos años parecía imposible.
El parlamento acordó modificar la Constitución y crear un fondo de 100 mil millones de euros (algo más de 107 millones de dólares) que le permitirá destinar a Defensa el 2% de su PIB.
Un rearme masivo.
El mayor de la historia de la Alemania moderna, que pronto se convertirá en la mayor potencia militar de Europa y la tercera más grande del mundo, detrás de China y Estados Unidos.
Antes de la invasión de Rusia a Ucrania, tal postura militarista habría sido inaceptable, pero en los últimos meses, los políticos alemanes de todo el arco parlamentario empezaron a darse cuenta de que el ejército no atraviesa su mejor momento.
Gran parte de sus equipos están obsoletos o mal mantenidos.
El propio canciller reconoció que la Bundeswehr -las fuerzas armadas alemanas- ha estado estructuralmente subfinanciada desde 2010.
Esto ha "restringido nuestra capacidad general de defensa", dijo.
"Al atacar a Ucrania, [el presidente ruso Vladimir] Putin no solo quiere erradicar un país del mapa, sino que está destruyendo la estructura de seguridad europea", afirmó en sesión parlamentaria.
"Está claro que necesitamos invertir significativamente más en la seguridad de nuestro país para proteger nuestra libertad y nuestra democracia", añadió.
Los expertos creen que el problema no solo afecta a Alemania, sino que la invasión ha sacudido a muchos otros países europeos.
"La guerra de Ucrania ha servido a Europa para redescubrir sus necesidades de seguridad, subestimadas durante mucho tiempo", explicaron Olgerd Eichler y Alexander Lippert, economistas y gestores de la firma MainFirst.
"En nuestra opinión también está en juego la preservación del sistema occidental de valores. Los estados europeos están dispuestos a realizar ahora mayores esfuerzos. Las naciones democráticas se lo toman muy en serio", añadieron en un análisis de mercado.
Con la firma de los acuerdos que pusieron fin a la Segunda Guerra Mundial, Alemania quedó desmilitarizada y sin ejército.
Una situación que se mantuvo hasta la creación de la Bundeswehr en 1955.
Tras el fin de la contienda, Berlín buscó siempre la diplomacia y el diálogo, y ha desistido en numerosas ocasiones de utilizar su poderío militar.
Hasta hoy.
"El diálogo y la cooperación con Rusia no han funcionado... hemos entrado en una nueva era de seguridad europea", declaró Nils Schmid, del partido Social Demócrata (SPD).
"Es amargo admitir que durante 30 años hicimos hincapié en el diálogo y la cooperación con Rusia", añadió Schmid. "Ahora tenemos que reconocer que no funcionó".
Lo cierto es que desde la reunificación alemana, Berlín y Moscú habían contado con una relación histórica muy cercana.
Pero desde 2014, cuando Rusia invadió y se anexionó la provincia de Crimea, la percepción de Alemania sobre el gigante energético ha ido cambiando.
Lo ha hecho de una manera más lenta que en otros países vecinos como Reino Unido o las naciones bálticas, que suelen tener una postura más dura frente a Rusia.
No hay que olvidar que el país es, junto con Italia, uno de los miembros de la Unión Europea más dependientes del gas ruso.
Un factor que, según los analistas, retrasó la ruptura de sus importantes lazos con Moscú.
"Alemania e Italia probablemente estarán entre los más afectados en el espacio de la UE. Tienen una mayor dependencia directa del gas ruso y un sector industrial más grande, donde el consumo de energía es mayor que en el sector servicios", explican en un análisis Evelyn Herrmann y Ruben Segura-Cayuela, economistas de Bank of America.
Según el acuerdo, el plan se pondrá en marcha de inmediato para acelerar las adquisiciones necesarias para equipar mejor a las fuerzas armadas.
Esta partida extraordinaria para la modernización del ejército cumplirá además con el objetivo de la OTAN de gastar el 2% del PIB en defensa. Estos últimos años la inversión alemana en defensa ha rondado el 1,5% del PIB.
El Ministerio de Defensa ya ha elaborado una lista con el equipamiento necesario que incluye dispositivos de visión nocturna, equipos de radio y helicópteros de transporte pesado.
"Los 100.000 millones de euros mejorarán nuestras capacidades defensivas y nuestras responsabilidades con nuestros aliados", le dijo a la revista Der Spiegel la ministra de Relaciones Exteriores de Alemania, Annalena Baerbock, del Partido Verde.
"Eso incluye la compra de 35 cazas F-35 estadounidenses, helicópteros que realmente vuelan, municiones por valor de miles de millones, radios que son seguras y compatibles con nuestros aliados, y mucho más para proporcionar a nuestras fuerzas armadas equipos de última generación", reveló en la entrevista.
El partido de los verdes, socio de gobierno, solicitó que parte de los fondos se destinen a ayuda humanitaria y seguridad cibernética.
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