San José. – En un lucrativo negocio que amenaza la seguridad de numerosas y populosas comunidades y los entornos de riquezas naturales, mafias de Argentina, Colombia, Ecuador, Venezuela y Paraguay aprovecharon la crisis del coronavirus para aumentar el robo de petróleo y de sus combustibles derivados.

Sin ser nueva, la práctica en los cinco países reprodujo una actividad que en este siglo ganó fuerza en México y obligó a las autoridades mexicanas a atacarla, aunque hubo mortales incidentes al estallar tuberías y dejar un daño ambiental.

Ecopetrol, firma de capital estatal y privado y líder del mercado en Colombia, reportó que al día son sustraídos unos 2 mil 500 barriles diarios de crudo y combustibles refinados en 20 municipios colombianos.

Consultada por EL UNIVERSAL, Ecopetrol informó que, de enero a agosto de 2020, los criminales instalaron unas 900 válvulas en sistemas de transporte, a tres conexiones por día. De enero a agosto de 2019 fueron detectadas 747, precisó.

Insight Crime, centro de investigación de crimen organizado en América con sede en Colombia, narró que el robo de petróleo y combustible en la zona se convirtió “en una oportunidad de generar ganancias para los criminales en medio de las restricciones” por la enfermedad, ya que las cadenas delincuenciales debieron “diversificarse” ante “el encierro”.

En un análisis que remitió a este diario, relató que las técnicas varían por país y revelan la capacidad mafiosa de “adaptarse y abrirse espacio en los mercados ilegales”.

“Los modos de operar van desde las pequeñas mafias (en) Paraguay o Venezuela, que intensificaron sus actividades en los últimos meses, y las grandes estructuras dedicadas a procesos complejos de extracción, destilación y comercialización del petróleo o combustible en Argentina y Colombia”, señaló.

Una fiscalía federal de Argentina reveló el mes pasado que, en una indagatoria de contaminación ambiental, descubrió una red que robó petróleo a “gran escala” con un canal de desvío en YPF S.A., compañía público—privada de ese país, y lo refinó en destilerías clandestinas para venderlo como combustible en estaciones de servicio. La pérdida sumó unos cinco millones de dólares.

Las Fuerzas Armadas de Ecuador informaron que en septiembre anterior hallaron, en la frontera con Colombia, una válvula clandestina en una tubería de trasiego de crudo desde una fuente proveedora colombiana hacia una unidad receptora ecuatoriana. El petróleo sería procesado en una refinería ilegal.

La Federación Unitaria de Trabajadores Petroleros de Venezuela denunció en septiembre pasado que de una terminal fueron sustraídos 120 mil barriles de petróleo. No se obtuvo respuesta de la estatal Petróleos de Venezuela a la acusación.

El Ministerio Público de Paraguay indaga a una estructura de delincuentes paraguayos formada por tres clanes familiares e identificados como “piratas de agua dulce” por usar un río de ese país limítrofe con Argentina para el tráfico ilegal de carburantes y el hurto de combustibles.

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