San José.— Obligadas a “vivir con el enemigo en su casa” en una cultura patriarcal, las mexicanas están atrapadas en una incesante violencia por un “tramado de corrupción” de estructuras estatales, paraestatales y del crimen organizado en un concepto de “necropolítica” en el que “los cuerpos de las mujeres son desechables en México”.
Así lo afirmó la abogada mexicana Vanessa Coria Castilla, coordinadora jurídica del (no estatal) Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL), instancia interamericana de apoyo a víctimas de violaciones a los derechos humanos.
En entrevista con EL UNIVERSAL, catalogó como “preocupante” que, ante la agresión a las mujeres en México, el presidente Andrés Manuel López Obrador negó el fenómeno cuando el 15 mayo adujo que son falsas nueve de cada 10 llamadas telefónicas de auxilio por violencia al sexo femenino en el confinamiento por el coronavirus.
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Coria, de 40 años, describió un escenario de asesinato, tortura, violación sexual, trata de personas para explotación sexual, aborto inseguro, agresión doméstica, marginación económica, falta de acceso a la salud reproductiva y migración forzada, entre múltiples actos contra las mexicanas.
¿El problema se agrava?
—Es la realidad de México, de América Latina y del mundo. Por eso las campañas para levantar las voces de las mujeres y pedir un alto a la violencia y a la discriminación, basadas en un sistema patriarcal y económico que favorece el privilegio de cierta clase de hombres y oprime a cierta clase de mujeres.
Las modalidades de violencia se dan en un sistema patriarcal implicado con otros sistemas de opresión, racistas, clasistas, que afectan a las mujeres víctimas del racismo, las de clase baja o empobrecidas, las niñas y, entre ellas, indígenas, afrodescendientes y obreras sufren la mayor discriminación.
¿Se aplica en México la legislación en defensa de las mujeres?
—No. México es uno de los países con más feminicidios. La violencia contra las mujeres en México fue denunciada en organismos como la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que ha obligado a México a generar un sistema jurídico que proteja a las mujeres.
[México] tiene una Ley General de Acceso a la Violencia contra las Mujeres que es pionera en la región para protegerlas de la violencia en esferas pública y privada. Pero México no llega a tener voluntad para aplicar esas leyes… que se quedan en el papel.
¿Y qué pasa con los compromisos de los fallos internacionales?
—México se compromete a hacer muchas cosas, pero a la hora de implementar las políticas públicas, las leyes, los arreglos de solución amistosa o las recomendaciones... se queda muy corto. México queda muy bien en el papel, en la esfera internacional, dando una posición hacia el exterior que no necesariamente se aplica al interior.
¿Falta voluntad política?
—Sí, porque el machismo, el sexismo está institucionalizado, arraigado en las políticas del Estado-nación, del Estado mismo. Mientras los gobernantes no tengan una voluntad real de hacer una transformación profunda de las formas de trabajar desde el gobierno, esta situación va a seguir.
A los ministerios públicos que investigan la violencia contra la mujer hay que capacitarlos y decirles que no deben estigmatizar ni preguntar si la chica estaba con muchos novios o no. Deben eliminar esos sesgos de género, clasistas y racistas, para llegar a la verdad y generar justicia.
Como se basa en una cultura patriarcal y en un sistema de valores muy enraizado en el que los estereotipos a las mujeres son importantes, es imposible avanzar. En México matan hoy a 11 mujeres al día. La cifra aumenta cada año y con la pandemia se incrementó más.
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Esto responde a que, sin poder salir a la calle a conseguir ayuda, las mujeres viven en México con su enemigo en la casa. Las llamadas de auxilio y los asesinatos se incrementaron [este año].
Muy preocupante incluso que el Presidente de la República, en medio de la pandemia, saliera a decir que las cifras de las llamadas de emergencia que se realizaban por actos de violencia eran falsas. Esta negación del problema es lo que precisamente causa que, entonces no importa cuántas leyes bonitas tengamos, la problemática permee.
El movimiento feminista salió como reacción con otros datos, que 11 mujeres son asesinadas al día, que están involucradas todas las estructuras del Estado, las paraestatales y las del crimen organizado. Es un tramado de corrupción, de necropolítica (…) en el que los cuerpos de las mujeres son desechables en México.