Bruselas.— es el principal pilar de la defensa de Ucrania ante la invasión de Rusia, y la Unión Europea (UE) y su antiguo afiliado, Reino Unido, no tienen la capacidad militar ni la voluntad política para asumir por completo la seguridad del frente Este europeo.

En la OTAN se habla de un plazo de 10 años para que Europa pueda defenderse ante un agresor externo, siempre y cuando aumente drásticamente su gasto militar y asuma este rubro como prioritario y en los términos descritos por el secretario general de Alianza, Mark Rutte, durante el emblemático evento realizado por Carnegie Europe el 12 de diciembre.

Si EU retira su apoyo a Ucrania, el gobierno de Volodimir Zelensky muy probablemente se quedará solo. Hay temor de una reacción en cadena, en la que muchos Estados europeos probablemente sigan diplomáticamente y militarmente a los estadounidenses. De ahí la expectativa sobre las decisiones que llegue a tomaral volver a la Casa Blanca; él ha prometido acabar en 24 horas el conflicto armado que el presidente ruso Vladimir Putin inició el 20 de febrero de 2024, alegando que era en respuesta a la agenda expansionista de la OTAN y la instalación de un supuesto gobierno neonazi en Kiev.

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Desde el nombramiento de la candidatura republicana a la presidencia de EU, Zelensky se esforzó por convencerlo de la necesidad de luchar por una Ucrania independiente y libre. El trabajo de Zelensky no se ha visto reflejado en la agenda pública de Trump; por el contrario, no parece tener simpatía por Ucrania ni interés en el país.

Rusia tampoco ha perdido tiempo, ha venido preparando el terreno para una discusión directa entre Washington y Moscú sobre los términos de la paz en Ucrania, aunque hasta ahora no ha habido contacto entre Trump y Putin.

“Trump ve a Ucrania como una oportunidad para demostrar su poder a los votantes estadounidenses. Si consigue sentar a Putin en la mesa y poner fin a una guerra que, en su opinión, al pueblo estadounidense no le sirve para nada, reforzará su afirmación de que puede evitar la tercera guerra mundial”, sostiene en un análisis John Lough, investigador asociado del Instituto Real de Asuntos Internacionales Chatham House de Londres.

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“Visto desde Kiev, la relación de poder funciona a la inversa. Es Putin quien está atrayendo a Trump —de quien se dice es susceptible a los halagos— a una negociación para resolver un asunto de gran importancia personal para él. El presidente ruso conoce los problemas a detalle, mientras que Zelensky tiene verdaderos motivos para temer que Trump acepte términos cuyas consecuencias no comprende del todo”. Putin conoce a Trump, hablaron en múltiples ocasiones durante su primer mandato; sabe que su enfoque de política exterior es transaccional, debe incluir “una victoria” para EU.

Por otro lado, las intenciones de Putin en Ucrania han sido claras desde la movilización de sus blindados. Demanda la desmilitarización de la nación vecina, la destitución de Zelensky, el crédito por haber desnazificado a Ucrania y garantías de que no entrará en la OTAN en un futuro próximo.

Probablemente, espera el reconocimiento de la península de Crimea anexada unilateralmente en 2014, asumir el control de las zonas ocupadas en las regiones de Donetsk y Luhansk y quizás intercambie los territorios ucranianos invadidos de Kherson y Zaporiyia por la región rusa de Kursk, ocupada por fuerzas ucranianas.

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Lo más seguro es que además pida el levantamiento de las sanciones, las cuales no han afectado profundamente la economía, pero sí la evolución tecnológica e industrial, al impedir la transferencia de componentes estratégicos producidos en Occidente. La UE ha adoptado 15 rondas de medidas restrictivas.

“Trump podría aceptar fácilmente estas condiciones. Pero hacerlo sin pruebas de flexibilidad recíproca por parte de Putin lo expondrá a acusaciones de ingenuidad y debilidad como negociador”, dice Lough.

“Es de suponer que Trump quiera evitar esta percepción, ya que ha trabajado duro para crear la impresión de que China, Irán y otros deben seguir teniéndole miedo en su segundo mandato”.

Según Lough, Putin deberá compensar de alguna manera. La incógnita es qué puede proponer que satisfaga la agenda nacionalista y unilateral de Trump.

Rachel Tausendfreund y Roderick Kefferpütz, en una publicación de la Fundación Heinrich Böll, manejan tres escenarios. Uno considera como opción que Trump se incline por aumentar el apoyo a Ucrania como estrategia negociadora. Este escenario podría darse si Putin se niega a entablar negociaciones y Trump tiene la impresión de que no puede conseguir algo rápido, considerando que poner fin a los combates es la primera prioridad.

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Los expertos sostienen que debido a que Trump quiere obtener algo que parezca un éxito, Kiev no tiene todas de perder en una eventual negociación. Además, Polonia, Francia y Alemania tienen con qué persuadir a Trump para ser incluidos e influir en las conversaciones: Europa posee la mayoría de los 300 mil millones de euros de activos rusos congelados.

“Si (...) Trump impone a Ucrania un alto el fuego injusto e inestable, Europa no puede cruzarse de brazos y disfrutar de la ilusión de paz. Por el contrario, tendrá que prepararse para un futuro conflicto”, escribe Fabian Zuleeg, jefe Ejecutivo del European Policy Centre.

“En este escenario, Europa tendrá que hacer más, no menos, para contener a Rusia y proteger no sólo a Ucrania, sino también a Europa”. Por lo tanto, si Trump logra pausa en los combates será una solución pasajera. Los centros de estudio especializados reconocen que un acuerdo diplomático sostenible va a ser extremadamente difícil mientras Putin siga en el poder y Ucrania no forme parte de la OTAN, porque la membresía implicaría la respuesta militar colectiva en caso de agresión externa.

El mandato de Putin está asegurado por lo menos hasta 2030 y la posibilidad de que Ucrania ingrese al mayor bloque militar del planeta es remota. Putin nunca lo aceptará, Trump tampoco y otros líderes se oponen, como los de Hungría y Eslovaquia, por su simpatía al Kremlin. De acuerdo con el último sondeo de Gallup, en Ucrania crece el apoyo a las negociaciones con Rusia, 52%, el doble de cuando iniciaron las hostilidades. No obstante, los ucranianos no quieren una paz a cualquier costo. Entre los que son favorables del diálogo hay apertura para ceder sólo “algo de territorio” a cambio de la paz.

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