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En Iowa, hacen campaña los sustitutos de demócratas

Buscan apoyo rumbo a los caucus que se celebran el lunes

La congresista Ayanna Pressley, ayer durante un evento en apoyo a la senadora Elizabeth Warren, en Ames, Iowa. Foto: MATT ROURKE. AP
01/02/2020 |04:07Víctor Sancho / Corresponsal |
Redacción El Universal
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Des Moines, Iowa.— La portada del Des Moines Register, principal periódico de Iowa, no tenía en su portada de ayer ni una mención al tema que dicen que está causando terremotos en Estados Unidos, el asunto del que todo el mundo habla. La primera mención a la palabra impeachment no aparece hasta la página nueve, en una nota sin mucho interés.

A tres días de sus caucus, los iowanos demócratas tienen poco interés en el juicio político al presidente Donald Trump; demuestran su estereotipo de población muy politizada y centrada en su estado y no tanto en lo que pasa en Washington; sin embargo, el impeachment sí que afecta a Iowa y a su futuro político. Al menos al que va ligado a los cuatro senadores que, en lugar de hacer campaña, están encerrados en el Capitolio, sin poder saludar a los vecinos de ese estado ni sumar kilómetros en sus carreteras nevadas.

No les queda de otra que dejar su representación en sustitutos que, en su nombre, difundan su mensaje entre los ciudadanos y los movilicen para que el lunes le den su apoyo. “Elizabeth nunca olvida a la gente”, promete Ayanna Pressley, en referencia a la senadora Elizabeth Warren, una de las favoritas para alzarse con la nominación, a una veintena de personas que se reparten entre el salón y la cocina de Cyndi Conard, una fanática de Warren que ha cedido su casa como punto de partida para empezar la persuasión a sus vecinos.

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Rodeados de café, galletas y panfletos verde esmeralda de la campaña, Pressley, congresista afroestadounidense y parte de El Escuadrón (The Squad), habla por 10 minutos de la importancia de un cambio en el país. “¡A salvar la democracia!”, alienta a los voluntarios que tienen como misión tocar las puertas de medio centenar de sus vecinos y convencerlos de que la mejor opción es Warren. Desde su jaula, la cacatúa Derby Doo grazna en señal de aprobación. Si algo repiten todos los operativos políticos de Iowa es que este es un estado que se gana mano a mano y voto a voto.

Los actos multitudinarios son escasos y no es extraño que los candidatos, o sus sustitutos, apuesten por encuentros en números reducidos, en espacios donde el contacto se sienta real.

A pesar de llegar con el colorido autobús de campaña, a Jane Sanders, esposa del senador Bernie Sanders, sólo la espera una quincena de pequeños empresarios en un café del centro de Des Moines con mucho aire mexicano, decorado con papel picado, gracias a los orígenes de una de sus propietarias. Jane es casi una celebridad entre los seguidores del senador socialista, pero no es de dar grandes discursos y prefiere escuchar las quejas por lo caro que es la sanidad (“no es aceptable que una sociedad civilizada no acepte ir al médico para no caer en bancarrota”, solloza Jane), los agradecimientos por la cercanía con la comunidad latina y muestra interés en los pequeños empresarios.

Justo en el momento en que se arranca a hablar por un buen rato, su muñeca empieza a vibrar. Por su reloj inteligente sabe que Bernie le habla, minutos antes de encerrarse para una nueva sesión en el Senado. “Le llamaré más tarde”, asegura, provocando la risa de los asistentes. El ambiente íntimo del café de Des Moines, pese a las numerosas cámaras y reporteros, es todo contraste con la desolación del bar deportivo Sports Page Grill de Indianola, 30 kilómetros al sur entre campos de maíz y soja enterrados bajo la nieve, donde apareció Abigail Bessler, hija de la senadora moderada Amy Klobuchar, que espera dar una sorpresa en forma de buen resultado en un estado parecido a su Minnesota natal.

Abigail tomó las riendas de la campaña por su madre ausente, usando sus redes sociales y siendo la cara visible. Entre copas de cerveza, hamburguesas y televisiones con toda clase de deportes, ni una de ellas con el impeachment, el entusiasmo era escaso. Tanto que fue mejor ir a una sala cerca de las cocinas, más que suficiente para los seis vecinos que fueron.

El último en discordia, Michael Bennet, de Colorado, ni siquiera hace acto de presencia en el estado. Su poca exposición le hace un completo desconocido y decidió apostar a la segunda parada de las primarias: New Hampshire, la próxima semana, para tantear su viabilidad como candidato.

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