Washington.— El político demócrata Julián Castro dio ayer el pistoletazo de salida oficial hacia las elecciones presidenciales en Estados Unidos de 2020. Todavía faltan 660 días, pero el ex secretario de Vivienda de la administración Barack Obama y ex alcalde de San Antonio (Texas) oficializó lo que todo el mundo ya esperaba: su candidatura a la presidencia de la Unión Americana.

Castro eligió una popular plaza de su nativo San Antonio para el anuncio, en un acto ante centenares de personas donde lo latino tuvo mucha presencia. Hubo banda de mariachis, sonó música en español (terminó su discurso con un tema de Selena), y los anuncios se hicieron tanto en inglés como en español. Claros guiños al electorado hispano y muestra de que sus raíces mexicanas (es nieto de una migrante de Coahuila) serán cruciales en su campaña.

“Cuando mi abuela llegó aquí hace ya casi 100 años estoy seguro que nunca se imaginó que sólo dos generaciones después uno de sus nietos formaría parte del Congreso de Estados Unidos y que el otro estaría ante ustedes hoy diciendo las siguientes palabras: yo soy candidato para presidente de Estados Unidos”, dijo en español el ya candidato que aspira a convertirse en el primer presidente de origen hispano en la historia de Estados Unidos.

Lo acompañó en el acto su hermano gemelo —más joven por un minuto—, el congresista demócrata Joaquín Castro, así como su madre Rosie. “Me presento a candidato porque es el momento para un nuevo liderazgo, porque es el momento de nueva energía”, dijo. Castro, de 44 años, es una de las figuras jóvenes del Partido Demócrata que siempre tuvo aspiraciones de altos cargos. Su programa, según anunció, se basará en mejoras en educación, en salud, justicia y defensa del cambio climático, entre otros.

Se presentó como una figura totalmente opuesta al actual presidente, Donald Trump. “Digo no a construir muros y sí a construir comunidades”, exclamó, para después prometer que impulsaría una reforma migratoria integral que incluiría una solución definitiva para los dreamers, los jóvenes que llegaron de niños con sus padres, migrantes indocumentados. No es casual el enfoque en este aspecto y menos en un contexto en el que EU está en pleno bloqueo del gobierno federal por la tozudez de Trump en obtener fondos para un muro en la frontera, medida que complementa la retórica antiinmigrante que ha dominado su administración.

Castro prometió que no aceptaría “ni un centavo” de grandes corporaciones ni grandes intereses. “Es el candidato con las mejores ideas y el corazón más grande”, dijo de él su hermano Joaquín.

“¡Vámonos!”, espoleó a sus seguidores al terminar su discurso, palabra que despertó grandes gritos de júbilo y que sirvió de disparo de salida definitivo para un periodo electoral al que todavía le quedan más de un año y 9 meses de recorrido.

Castro es el primero de los grandes nombres del Partido Demócrata que se espera que decidan dar el paso y tratar de arrebatar la Casa Blanca a Trump. Varios pesos pesados como las senadoras Elizabeth Warren —quien lanzó un comité exploratorio para ver sus posibilidades—, Kamala Harris y Kirsten Gillibrand, así como el ex vicepresidente Joe Biden, deberían tomar su decisión en las próximas semanas.

Otros demócratas también han anunciado que se presentan. El viernes lo hizo Tulsi Gabbard, congresista por Hawai, quien en 2016 dio su apoyo a Bernie Sanders, el senador autodenominado socialista que batalló contra Hillary Clinton.

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