San José . – A la famosa y ya vieja historia que se forjó en Cuba en más de 63 años de revolución comunista de que los cubanos viven en un eterno calvario o un infierno sin fin en el que, si hay huevos no hay aceite, si hay arroz no hay frijoles o si hay huevos, aceite, arroz y frijoles no hay gas ni electricidad para cocinar, se añadió otra escasez en toda la isla: la de las hostias .
Si no hay harina… no hay hostias. Y sin hostias, se complica el desarrollo normal de las eucaristías —conmemoración del sacrificio de Jesús con la comunión con pan y vino— en las misas en las más de 30 parroquias o templos católicos de Cuba y en las liturgias que se realicen en otros sitios, como centros de salud y hogares.
La alerta fue lanzada por la Orden de las Hermanas Carmelitas Descalzas de La Habana en un mensaje que Vida Cristiana, publicación católica dominical fundada en 1962 en Cuba, reprodujo este miércoles en su cuenta de la red social de Facebook.
EL UNIVERSAL se comunicó telefónicamente al convento para obtener más información, pero contestó una voz de una mujer en una grabación.
En el monasterio de las Carmelitas, ubicado en el céntrico barrio habanero de El Vedado, se concentra desde hace varias décadas la producción de la totalidad de las hostias que se consumen en las parroquias católicas en Cuba.
“¡Alabado sea Jesucristo!”, señaló un “aviso” que las Hermanas Carmelitas Descalzas enviaron “a las comunidades parroquiales del país”.
“A todas las diócesis les comunicamos que ya NO hay HOSTIAS a la venta. Hemos estado trabajando con la poquita harina que quedaba y ya lo que había de reserva ha llegado a su fin”, explicaron.
“Esperamos y confiamos en el Señor que pronto podamos retomar el trabajo y una vez que tengamos suficiente para distribuir a todas las diócesis les estaremos avisando. Muchas gracias”, añadieron.
“Es la primera vez”, confirmó desde Cuba una fuente cubana cercana a la jerarquía católica de ese país y que habló con este diario, pero con la condición de preservar el anonimato por temor a represalias políticas y judiciales por parte del régimen comunista.
A diferencia de lo que ocurre en cualquier otro país, donde una falta de hostias sería solucionada con la solidaridad y la ayuda de la sociedad civil o de alguna o varias personas con capacidad financiera para solventarla, en la isla se convierte en un asunto político que deberá ser planteado ante la máxima autoridad del país: el Partido Comunista de Cuba (PCC) .
La opción de respaldo de instancias de la sociedad civil o de alguno o varios benefactores “no existe” en Cuba, recordó la fuente anónima.
“Todo debe pasar por el partido”, explicó.
Por tratarse de un producto para consumo masivo y repetido por días, semanas y meses, tampoco podrá ser resuelta como una dificultad casera, local o limitada a un reducido sector, sino que se necesita de los insumos para elaborar hostias en grandes cantidades y con perspectivas de mantener su producción y satisfacer la demanda .
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“Es un producto muy específico… y muy sagrado”, mencionó otra fuente desde Cuba que pidió mantener su identidad en reserva.
En este escenario, la situación tendría que ser elevada a la Oficina de Atención a los Asuntos Religiosos del Comité Central del PCC.
Desde 1993, la jefa de esa dependencia es la dirigente comunista cubana Caridad del Rosario Diego Bello, diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular por la occidental provincia (estado) de Pinar del Río desde 1998.
Diego, licenciada en filosofía marxista—leninista por la Universidad de Leningrado en la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que se desintegró en 1991, preserva la responsabilidad de conducir los sensibles vínculos con las más diversas denominaciones religiosas en Cuba y con la católica como una de las mayoritarias. Diego integra el Comité Central del PCC.
La harina se convirtió en Cuba en solo uno de los múltiples productos que se encarecieron y son casi de acceso prohibitivo para el poder adquisitivo de los cubanos, fueron sometidos a la especulación o escasean, como arroz, frijoles, huevos, aceite, café, carnes (de pollo o res), sal, leche, quesos y los demás bienes de consumo básico, como verduras y hortalizas.
El encarecimiento o la carencia de alimentos y artículos esenciales obliga a los cubanos a sacrificarse con su dinero, decidirse a pagar altos precios y formarse a diario en largas filas en comercios estatales para tratar de comprarlos, con el riesgo de toparse al final del recorrido con la respuesta de que “ya no hay”. Otra vía es recurrir al mercado negro, que se abastece del robo al Estado y todavía es más caro .
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La revolución cubana acusó repetidamente que todas sus tribulaciones socioeconómicas son ocasionadas por el “bloqueo económico, comercial y financiero” que Estados Unidos le impuso a Cuba en 1962 por su sistema político de régimen comunista de partido único.
Washington replicó que las dificultades son por el fracaso del comunismo y la ausencia de libertad económica en Cuba . La Habana alegó que, sin el embargo, los cubanos vivirían en un paraíso social.
El documental cinematográfico “Un millón de hostias”, de 2015 y producido, escrito y dirigido por el español David Moncasi, retrató la historia de 13 monjas de clausura del convento de las Hermanas Descalzas en El Vedado que fabrican para toda Cuba las láminas redondas y delgadas de pan ázimo o ácimo usadas por los sacerdotes católicos para administrar la comunión de los fieles.
La hostia es procesada sin levadura y con harina de trigo.
Y sin harina, no hay hostias en Cuba: es el calvario sin fin o… el infierno socialista.
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