El martes por la noche, Donald Trump lanzó "oficialmente" su candidatura para la reelección presidencial.
Fue en Orlando, Florida. Por supuesto, todos que iba a anunciar su candidatura, eso no fue ninguna sorpresa.
De hecho, la solicitud formal para ser candidato en 2020 el día después de su juramentación en enero de 2017. Y desde entonces han sido constantes sus mítines al estilo de campaña política en varios Estados clave.
Además, el acto de campaña de este martes en Florida - uno de sus principales campos de batalla electoral y un Estado que debe ganar sí o sí en 2020- no trataba de si Trump buscaba la reelección, sino de cómo.
El evento fue una especie de revelación: un ensayo de su discurso frente al público estadounidense para quedarse cuatro años más en el poder, ante una multitud ruidosa equipada con gorras rojas que llenó un pabellón deportivo de 20 mil asientos.
Los mítines de Trump siempre son un toma y daca, con el presidente poniendo a prueba sus ideas más estridentes para ver cómo reaccionan sus seguidores. Y la respuesta de la multitud al discurso de 78 minutos ofreció algunas claves sobre lo que se espera.
Hubo los alardes esperados en cuanto al estado de la economía estadounidense, que él definió como "posiblemente la mejor en la historia" del país. Habló sobre los recortes a la regulación, el aumento del gasto militar, las negociaciones comerciales, la reforma fiscal, la seguridad fronteriza y los nombramientos de jueces conservadores.
Todo ello fue calurosamente recibido por parte de la audiencia.
"Lo que él hizo por este país -los empleos manufactureros están regresando, nuestra industria del acero está regresando, los salarios para el estadounidense promedio están aumentando, los estadounidenses están regresando a sus hogares- es algo hermoso", le contó a la BBC Robert Adamson, un vendedor de seguros de Merritt Island, Florida.
"Y esta es la única plataforma en la que realmente llega, donde recibe un trato justo por divulgar sus logros".
Sin embargo, el fenómeno Trump siempre fue más allá de las políticas, más que "promesas hechas y promesas cumplidas", como dijo el vicepresidente Mike Pence en su sumamente convencional discurso de inauguración.
El éxito de Trump tiene que ver con su actitud y con la capacidad de conectar con sus partidarios para hacerles sentir que son parte de su movimiento. Y eso pudo verse de nuevo en Orlando.
"Yo creo que sintoniza con la gente porque se muestra como una persona normal", dijo Paul Barka, un empleado de mantenimiento para una escuela universitaria en Tampa, Florida.
"No habla como un político refinado. No importa si parece imprudente o maleducado e incluso ignorante a veces".
En un momento dado, el presidente preguntó a la audiencia si debería mantener su emblemático "Make America Great Again"(Hagamos que Estados Unidos vuelva a ser grande) como eslogan de campaña para 2020 u optar por"Keep America Great" (Mantengamos grande a Estados Unidos).
La clamorosa respuesta hacia la segunda opción pareció sorprenderle incluso a él.
Hubo niveles similares de aprobación cuando dio las gracias a su secretaria de prensa saliente Sarah Huckabee Sanders, quien tomó el micrófono brevemente para expresar lo orgullosa que se sentía de tener un asiento de primera fila en la historia.
Sanders ha sido una de las más ardientes defensoras del presidente, y la multitud le mostró su amor.
"Ha sido una luchadora", le dijo a la BBC Christopher Dunn, un estudiante recién graduado que viajó al mitin desde el norte de Florida con algunos amigos.
"No es conflicto lo que queremos. Queremos a alguien que no se rinda".
Después hubo una sesión de agravios.
Si el mitin del martes fue un indicador, el tema principal de la campaña de reelección del presidente Trump será una apuesta por la reivindicación contra sus críticos en los medios de "noticias falsas", en el Partido Demócrata y en la élite de la nación.
Todo forma parte del "pantano" que él sostiene que lucha contra él "cruel y violentamente".
El presidente enmarcó esa reivindicación personal como una victoria para sus seguidores, algunos de los cuales, les recordó, fueron tachados de "deplorables" por Hillary Clinton en 2016.
También hizo oscuras advertencias sobre lo que podría pasar si los demócratas le ganan en 2020.
"Irán realmente a por ustedes", dijo. "Tratarán de borrar su legado de la mejor campaña y de la mejor elección en la historia del país, probablemente".
Por si eso no fuera suficiente, añadió: "Querrán destruirles y destruir nuestro país, como ya sabemos".
Fuera del recinto, horas antes del evento, bajo el ardiente sol de Florida, un puñado de manifestantes anti-Trump -los villanos en el drama vespertino del presidente- agitaban pequeños globos de "bebés Trump" y carteles hechos a mano.
"Absolutamente (a favor de) cualquier otra persona postulándose (como presidente) en 2020", se leía en una pancarta de Kim Porteous, la presidenta de la Organización Nacional de Mujeres de Florida.
Amy Mercado, una legisladora demócrata de Orlando, se encontraba cerca y dijo que esperaba que el presidente arrojara más "carne" a sus seguidores.
"Ellos saben lo que quieren escuchar", dijo. "Y eso es lo que él les dirá".
Añadió, sin embargo, que el presidente no solo motiva a sus propios admiradores, sino también la oposición. Y, a diferencia de en 2016, los demócratas saben ahora cómo puede ser una presidencia de Trump y se organizarán para evitarlo.
Eso podría ser de lo que tratan las elecciones presidenciales de 2020: una batalla de participación y pasión, impulsada a partes iguales por la dedicación a la causa y la antipatía hacia la oposición.
Este martes en Orlando, Trump demostró que todavía puede atraer a una gran multitud ansiosa por las batallas políticas que se avecinan.
Al menos esa noche, el entusiasmo entre la base del presidente por su retórica y por su actitud pugilística no disminuyó, pese a que las encuestas mostraban un camino cuesta arriba para él.
De hecho, el entusiasmo podría ser mayor por aquellas encuestas pesimistas, por su empeño natural de nosotros-contra-ellos.
Es Trump y su fiel desempeño contra los demócratas, los medios de comunicación, el mundo.
Y, si su discurso sirve de guía, así es como lo quiere el presidente.
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