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¿Qué se necesita para que una mujer llegue a ocupar uno de los dos más altos cargos en la Casa Blanca?
Casi cien años después de que las mujeres estadounidenses consiguieron el derecho al voto, esa pregunta sigue sin respuesta.
Pero Kamala Harris, la senadora de California elegida por Joe Biden para ser su compañera de fórmula como candidata a vicepresidenta por el Partido Demócrata, es la última en intentar resolver esa cuestión.
Si los demócratas ganan en noviembre, Harris será la mujer que ha llegado más cerca de la presidencia.
Y Harris, quien es sólo una de cuatro mujeres en integrar una candidatura por los dos grandes partidos, deberá navegar por las complejidades de la raza y el género en su histórica nominación.
A continuación te contamos cómo les fue en su aspiración de llegar a la Casa Blanca a esas otras tres candidatas, y a la mujer afroamericana que las precedió.
Lee más: Demócratas eligen a Kamala Harris como candidata a vicepresidenta de EU
Shirley Chisholm en 1972
"No soy la candidata de los negros de Estados Unidos, a pesar de que soy negra y estoy orgullosa de ello. No soy la candidata del movimiento de las mujeres en este país, a pesar de que soy mujer... soy la candidata del pueblo de Estados Unidos".
Así anunció su candidatura Shirley Chisholm en la entrada de la Iglesia Bautista Concord de Brooklyn, Nueva York.
Chisholm fue la primera mujer afroamericana que se presentó a una nominación presidencial demócrata y también la primera afroamericana que sirvió en el Congreso, elegida para el cargo de legisladora en 1968, en un año en el que el país estaba sumido en tensiones raciales.
Fue la única mujer que ganó ese año.
Para 1972, cuando la legisladora de Brooklyn organizó su improbable campaña para convertirse en la nominada demócrata para competir contra Richard Nixon, el país estaba en medio de un agitado debate para la ratificación de la Enmienda de Igualdad de Derechos (ERA), diseñada para garantizar la igualdad de derechos sin importar el género.
La describían como "una revolucionaria, una matriarca y una peste". Y Chisholm decía que ser mujer era para ella una "desventaja más grande" que ser negra.
Así que se debió necesitar muchas agallas y seguridad en sí misma para competir por el cargo político más alto de Estados Unidos en ese ambiente, pero se sabía que Chisholm contaba con enormes cantidades de ambas.
Un antiguo asistente, Robert Gottlieb, le dijo a la revista Smithsonian: "Ella no le tenía miedo a nadie. Su consigna era 'no vendida y no influida'. Realmente ella no estaba influida".
En lo referente al negocio de la política, ella era más pragmática.
Aunque era una feroz promotora de las mujeres y los estadounidenses negros, y enfocó su campaña en los estados donde había apoyo para los derechos de las mujeres y la igualdad racial, insistía en que su atractivo era más amplio.
Además de apoyar la ERA, su plataforma incluía la salida de Estados Unidos del sureste asiático y el incremento del salario mínimo.
"Al final, lo antinegro, lo antifemenino y todas las formas de discriminación son equivalentes a lo mismo: el antihumanismo", escribió en sus memorias.
Aunque el éxito de su candidatura siempre fue una probabilidad remota, logró llegar a la convención para la nominación demócrata y obtuvo más de 150 votos de delegados.
Geraldine Ferraro 1984
"Si eligen a una mujer para el segundo cargo más alto de nuestra nación, enviarán una poderosa señal a todos los estadounidenses. No hay puertas que no puedan ser abiertas", dijo Geraldine Ferraro en su discurso de nominación.
Ferraro era la única candidata a vicepresidenta por el Partido Demócrata hasta Harris. Y también era hija de inmigrantes y se había desempeñado como fiscal.
Ferraro reconoció con inusual franqueza que su elección como compañera de Walter Mondale en la carrera a la Casa Blanca se debía a que era mujer.
"No hay forma de que un candidato presidencial elija a una mujer como compañera de fórmula a menos de que esté 15 puntos por debajo en los sondeos", admitió en un grupo electoral de mujeres tras ser elegida.
Ferraro declaró en su discurso de nominación que una administración Mondale-Ferraro aprobaría la enmienda ERA, porque "el asunto no es lo que Estados Unidos puede hacer por las mujeres, sino lo que las mujeres pueden hacer por Estados Unidos".
Durante su campaña se hizo conocida por su dureza. Cuando surgieron informes negativos sobre las finanzas de su familia en medio de la campaña, se mostró como una experta abordando la crisis en una conferencia de prensa maratónica para responder preguntas de unos 250 reporteros presentes.
El resultado fue una disculpa de George Will, un columnista conservador que había escrito desfavorablemente sobre ella.
Sarah Palin 2008
"Yo era sólo una mamá competitiva... ¿sabes cuál es la diferencia entre una mamá competitiva y un pit bull? El lápiz labial", declaró en su discurso de nominación.
La exgobernadora de Alaska fue una elección sorpresiva de John McCain en 2008. Pero el senador republicano esperaba que la reputación de Palin como conservadora feroz y rústica atraería a ese sector del electorado.
Como la primera mujer republicana candidata a la vicepresidencia, Palin desplegó un tipo distinto de atractivo político femenino, no sólo como modelo de progreso de las mujeres en la vida pública, sino como símbolo de la fortaleza de los valores conservadores.
Su contraparte en las elecciones de 2008 fue Joe Biden, pero en los preparativos para enfrentarse en el debate vicepresidencial, se dijo que el demócrata era más consciente de los asuntos de género.
Las noticias de la época informaron que Biden se esforzó en practicar cómo "enfrentar a la gobernadora de Alaska sin parecer un sexista o un bravucón".
Durante la campaña, ella hablaba frecuentemente de ser una esposa y madre pero se mostraba menos inclinada a atraer la atención hacia su estatus como posible mujer vicepresidenta, y decía sólo que "si era elegida, sería un gran desafío".
Sin embargo, felicitó a Harris cuando se anunció que la senadora sería la compañera de fórmula demócrata. Escribió: "Escala sobre los hombros de Geraldine Ferraro y sobre los míos, y desde la vista más increíble de tu vida considera las lecciones que aprendimos".
Su consejo incluyó que Harris no debería "confiar en nadie nuevo" y que se cuidara de no dejarse amordazar.
Hillary Clinton 2008, 2016
"Aunque esta vez no fuimos capaces de romper el techo de cristal más alto y más duro, gracias a ustedes ahora tiene unas 18 millones de grietas y la luz brilla a través de él como nunca antes, llenándonos de esperanza y del seguro conocimiento de que el camino será un poco más fácil la próxima vez", dijo Hillary Clinton en el discurso en el que admitió su derrota en la nominación contra Barack Obama en 2008.
"Esta noche hemos alcanzado un hito en la marcha de nuestra nación hacia una unión más perfecta: la primera vez que un partido importante nomina a una mujer para presidenta. Parada aquí como la hija de mi madre y la madre de mi hija, estoy muy feliz de que ha llegado este día", declaró en su discurso de nominación en 2016.
Se han derramado litros de tinta analizando el papel que jugó el género en las dos campañas de Clinton para la Casa Blanca.
En 2008, perdió unas duras elecciones primarias contra Barack Obama y en 2016 fue derrotada por Donald Trump en las elecciones generales, a pesar de haber ganado el voto popular.
La cuestión de la "agradabilidad" de Clinton, que muchos críticos veían como un juicio veladamente sexista, surgió por primera vez en 2008, cuando incluso Obama dijo en un momento: "Eres suficientemente agradable, Hillary".
Pero en 2016 ese sexismo dirigido a Clinton quedó al descubierto. Aparecieron insultos sexistas como consignas en la mercadería que se vendía en los eventos electorales de Trump.
Después de las elecciones, los analistas políticos y la propia Clinton estuvieron de acuerdo en que el sexismo jugó un papel en su derrota.
"No hubo ningún modelo que yo pudiera seguir para competir dos veces por la presidencia, siendo la única mujer en el escenario... Yo inventaba el camino a medida que avanzaba. No podía decir: 'Ah, bueno, ¿cómo lo hizo X o Z?'", reflexionó Clinton sobre sus derrotas.
Sin embargo, a pesar de la reacción divisoria a su última candidatura, su campaña coincidió con la noción de que los llamados "asuntos de mujeres" son relevantes no sólo para las votantes liberales, sino para todo el electorado.
Los asuntos de la agenda como el cuidado infantil asequible y las licencias de paternidad estaban también en el radar de los republicanos y, aunque Clinton no ganó la Casa Blanca, una especie de techo supuestamente se rompió en la forma como la economía, la salud y el tratamiento social de las mujeres fueron considerados una parte principal de la toma de decisiones.
El asunto de si una mujer ocupará el ala oeste de la Casa Blanca en 2020 no parece ocupar un lugar importante en los deseos políticos de Clinton.
Como le dijo a la cineasta Nanette Burnstein a principios de año, hay una "lucha política de vida o muerte aquí" y en estas elecciones la vida significa "alguien que pueda derrotar a Trump" en el colegio electoral. "Todo lo demás es un espectáculo secundario".
lsm