En los últimos días, los números no le sonríen a Donald Trump.
De una semana a esta parte, los sondeos publicados por medios tan diversos como The New York Times o Fox News apuntan a una ventaja del aspirante demócrata Joe Biden sobre el actual presidente de cara a las elecciones del próximo 3 de noviembre.
Son encuestas realizadas tanto en el ámbito nacional como por estados y prácticamente todas coinciden en la misma tendencia por un margen más amplio en unos casos que en otros.
Trump y su equipo desestiman estos datos y afirman que los sondeos internos que ellos manejan ofrecen un panorama mucho más favorable para el republicano.
El sondeo realizado por Suffolk para el periódico USA Today y difundido este martes le otorga al exvicepresidente Biden un 53% de apoyos por un 41% para Trump.
Otros estudios difundidos el pasado viernes hablan de una ventaja de ocho puntos para Biden (según la emisora publica NPR) o de cuatro puntos (según The Hill).
Los datos más llamativos se dieron a conocer el 25 de junio, cuando un sondeo del canal conservador Fox News sugirió una ventaja de Biden de nueve puntos en Florida y empates en Georgia, Texas -dos bastiones republicanos- y Carolina del Norte.
Por su parte, otro gran estudio por estados realizado por Siena para el diario The New York Times y difundido ese mismo día reflejó una fuerte ventaja de Biden en seis de los principales campos de batalla: Florida, Wisconsin, Michigan, Pensilvania, Carolina del Norte y Arizona.
Para el corresponsal de la BBC para Norteamérica Anthony Zurcher, lo relevante es la cantidad de apoyos con los que parece contar Biden en los sondeos difundidos este martes.
"Un dato aún más importante que el tamaño de su ventaja es que Biden supera de forma consistente el 50%. Esto quiere decir que Trump va a necesitar robarle votantes a Biden, no solo ganarse a los indecisos", escribe el periodista.
No obstante, hay que recordar que todavía quedan cuatro meses para las elecciones y que hablamos de sondeos o encuestas que no necesariamente se repiten como un calco el día de los comicios.
Así lo resalta Michael Rosenblum, analista de medios y fundador y director de RosenblumTV.
"La última vez los sondeos le daban una clara ventaja a Hillary Clinton y mire lo que pasó", le dice Rosenblum a BBC Mundo.
"Los números probablemente reflejan de forma precisa cómo se siente la gente, pero Estados Unidos tiene un extraño sistema de colegio electoral que hay que tener en consideración".
Hay voces que señalan que, con todas las cautelas necesarias, la diferencia actual entre Biden y Trump es más clara que la ventaja de la que disfrutaba Clinton y también se menciona el contexto de crisis sanitaria y económica por la pandemia del coronavirus.
Otra gran diferencia respecto a 2016 es que en aquella ocasión ni Donald Trump ni Hillary Clinton ocupaban el cargo y ahora Trump sí aspira a la reelección.
En la historia reciente de Estados Unidos es inusual que un presidente no sea reelegido para un segundo mandato.
En los últimos 40 años, solo ha sucedido dos veces: en 1980 cuando el demócrata Jimmy Carter perdió frente al republicano Ronald Reagan, y en 1992 cuando el republicano George H. W. Bush fue derrotado por el demócrata Bill Clinton.
En aquellos dos casos, los sondeos de los meses preelectorales aportaron información valiosa, no tanto sobre las posibilidades de los oponentes sino sobre la debilidad de los mandatarios.
Y es que las tasas de aprobación o popularidad de un presidente en ejercicio permiten también sacar algunas conclusiones.
Según datos de la organización Gallup, los presidentes que tienen un índice de aprobación del 50% o más en los sondeos preelectorales ganan la reelección.
Precisamente tanto Carter como Bush padre tenían una tasa de popularidad inferior al 40%.
En el caso de Trump, después de que su popularidad subiera en abril para oscilar entre el 45,8% y el 47,4%, el índice cayó en junio a un 42,6% según Real Clear Politics o incluso a un 41% según la media de FiveThirtyEight.
No será fácil para Trump revertir esta tendencia.
Hay un caso excepcional de un presidente que consiguió subir su índice de aprobación desde un nivel que apuntaba a derrota a otro que hizo pensar en la victoria: Barack Obama.
Su recta final en las elecciones de 2012 es considerada por muchos como la campaña por la reelección más eficaz en la historia de EE.UU.
¿Será capaz Trump de emular aquel logro?