San José.— Un ejemplo futbolístico podría explicar las elecciones legislativas que se realizarán hoy en Venezuela: ante un público atemorizado, el equipo de Nicolás Maduro y del régimen chavista saltará hoy a una cancha a jugar un partido bajo sus reglas, con los árbitros a su favor y frente a un rival “títere” y disfrazado de opositor y logrará, con facilidad y sin sudarse, ganar… por goleada.

Sin concesiones, el cuestionado presidente de Venezuela y su maquinaria cumplirán así su designio de arrinconar a la verdadera y dividida oposición venezolana, que se negó a jugar el partido tras acusar que los comicios para elegir a los miembros de la Asamblea Nacional (AN) son una farsa del chavismo y que son fraudulentos e ilegales y violan los preceptos vitales de democracia, libertad y pureza del sufragio.

Despreocupado de que la extraña contienda ya fue catalogada como ilegítima por bloques políticos y gobiernos de América y Europa y sólo es reconocida por Cuba, Nicaragua, Bolivia, Rusia, China, Turquía, Irán y otros aliados de Caracas, el régimen gobernante en Venezuela desde 1999 consumará hoy un paso crucial de su plan irreversible de perpetuarse en el poder.

Como un cotejo amañado, con un ganador escogido de antemano por los dueños del torneo y con los jugadores de ambos bandos vendidos o al servicio de sólo ese equipo, el abstencionismo quedaría fuera de juego en una jornada en las urnas que parece una simple formalidad: los resultados fueron definidos con anticipación en el Palacio de Miraflores, nervio político clave de Venezuela y hogar de Maduro.

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Con burla y desdén hacia los reclamos opositores, y asentados en la fuerza militar y policial, Maduro y su cúpula saldrán de la cancha con un trofeo en sus manos: terminarán de copar el mando de los cuatro principales poderes estatales—Ejecutivo, Legis- lativo, Judicial y Electoral—para intentar mostrar legitimidad.

“Es un fraude en el que no podemos ser cómplices”, tuiteó el presidente interino o encargado de Venezuela, Juan Guaidó, el pasado jueves.

Al insistir en que el 6D, en alusión a la fecha y al mes, es una “trampa que está montando Maduro”, Guaidó instó a los venezolanos a que “nadie sea parte de ese fraude” y reiteró que más del 75% de los electores se abstendrán de votar hoy.

Maduro replicó ese mismo día en una intervención por teleconferencia en una sesión de la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas que, en una “nueva muestra histórica de civismo”, el pueblo venezolano ofrecerá hoy un pronunciamiento poderoso a favor de la paz, la estabilidad y la autonomía.

Venezuela seguirá “luchando por mantener esa conciencia democrática”, para dar prioridad al ser humano sobre las corrientes hegemónicas, porque tiene “uno de los sistemas electorales más sólidos, transparentes y auditados del mundo” y es “el único país que realiza simulacros para que el pueblo se familiarice con los mecanismos electorales”, reiteró.

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El cóctel en las urnas fue aderezado por Guaidó al llamar en septiembre de este año a una Consulta Popular que se hará, a partir de mañana y hasta el próximo sábado, para cuestionar a los venezolanos de diversos asuntos, como si apoyan o rechazan realizar elecciones presidenciales y legislativas “libres, justas y verificables”.

La convocatoria a los comicios de hoy y la consulta que comenzará mañana son “una nueva fase en la lucha que libran las fuerzas democráticas contra el régimen autoritario” de Maduro, escribió el politólogo venezolano Fidel Canelón, profesor de Teoría Política de la (estatal) Universidad Central de Venezuela, en un artículo en el periódico El Nacional, de Caracas.

“Lo que le falta a un evento le sobra al otro. Mientras la consulta popular está blindada legal y constitucionalmente porque la convoca el legítimo parlamento nacional”, la convocatoria de hoy a elecciones “es claramente inconstitucional, pues no fue aprobada por la AN sino por la también írrita Asamblea Constituyente”, agregó. La Constituyente fue instalada por el régimen en 2017.

En otra orilla política, el historiador y profesor universitario venezolano Ítalo Urdaneta responsabilizó a Guaidó en Aporrea, medio digital de Venezuela, de “crear una nueva patraña para intentar impedir que los venezolanos ejerzan el derecho al voto para elegir a las nuevas autoridades de la AN”. La consulta “pretende erigirse por encima de los postulados legales”, porque la oposición “por demás intransigente y extremista, pretende que el postulado [democrático] no se cumpla”, porque rechaza “deslindarse del poder, así como a un niño le cuesta desprenderse de su juguete preferido”.

Trono de mando

El Consejo Nacional Electoral (CNE), cuyos rectores en su mayoría oficialistas negaron que sus hilos sean dirigidos por Miraflores, informó que 20 millones 710 mil 421 venezolanos podrán votar hoy para escoger a los 277 integrantes de la AN (Congreso unicameral), que ejercerán a partir del próximo 5 de enero y hasta el 5 de enero de 2026.

Más allá de ser favorito para ganar en un día con marca de mero trámite, el pro-chavista Gran Polo Patriótico Simón Bolívar, coalición encabezada por el gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela e integrada por partidos satélites del oficialismo, se convertirá hoy en la fuerza parlamentaria de mayoría.

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También participarán varios partidos—débiles, minúsculos y nuevos—ataviados con ropaje de opositores, pero sin opción real de lograr el control legislativo. El proceso se desarrollará con la pugna en torno a la anterior AN, cuyo dominio fue asumido por la oposición de 2016 y hasta el 5 del mes entrante tras vencer al oficialismo en las elecciones parlamentarias de diciembre de 2015. Maduro maniobró y, vía judicial, desde 2016 declaró en desacato a la AN por las decisiones opositoras. Guaidó juró el 5 de enero de 2019 a la presidencia parlamentaria y luego como presidente interino al alegar que el Poder Ejecutivo quedó vacante, porque Maduro se convirtió en usurpador al reelegirse en mayo de 2018 en comicios ilegítimos.

Al prometer el cese de la usurpación del Ejecutivo por parte de Maduro, instalar un gobierno de transición y convocar a elecciones democráticas, Guaidó juró basado en un artículo constitucional que, por vacancia, traslada la presidencia interina al presidente legislativo, y fue reconocido por más de 55 países.

Guaidó se reeligió jerarca del Legislativo el 5 de enero de 2020 y mantuvo el interinato. Maduro defendió la legalidad de su reelección en 2018 para un segundo sexenio consecutivo a partir del 10 de enero de 2019, en prolongación al que debió iniciar en 2013 por la muerte, el 5 de marzo de ese año, del fundador del régimen pro-socialista en febrero de 1999: Hugo Chávez.

Como una pieza del eje La Habana-Caracas-Managua-La Paz, afín a Moscú, Beijing y Teherán y anti-Washington, Venezuela es una de las plazas americanas de la vieja pugna entre comunismo y anticomunismo o democracia y totalitarismo.

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“A esto no hay mucho que analizarle”, adujo la opositora y exprisionera política venezolana Lizbeth Añez, dirigente de la (no estatal) Fundación Mamá Lis, de ayuda humanitaria. “La intención de Maduro es seguir perpetuándose, porque él ya está instalado completamente en el poder. Es fácil predecir que estas elecciones serán fraudulentas”, aseguró Añez a este periódico desde Caracas.

¿Cocina o urnas?

“El que no vota, no come. Para el que no vote, no hay comida”, alertó Diosdado Cabello, número dos del chavismo. Si alguien desiste de votar, “se le aplica una cuarentena ahí sin comer”, insistió, en una arenga de coacción política que lanzó el pasado lunes a los venezolanos.

Con más de 5 millones en el exterior por el éxodo forzado por la crisis, la amenaza de Cabello tocó un factor sensible para los aproximadamente 27 millones de venezolanos que todavía viven en Venezuela: su lucha diaria al soportar, desde hace más de cinco años, una escasez generalizada de medicinas, alimentos y bienes básicos de la que Maduro culpó a la “guerra económica” de EU y a sus sanciones contra Caracas.

La oposición acusó al chavismo y a su “fracasado” modelo socialista del caos socioeconómico, signado por un calvario de desabasto, hiperinflación, devaluación y deterioro de sus ingresos.

Con un salario de 80 centavos de dólar al mes, cada venezolano necesitó ganar 39.20 sueldos mínimos en octubre pasado para pagar los 31 dólares con 36 centavos que costó la canasta básica familiar. Los datos del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros tampoco expusieron un imaginario choque de balompié que terminó en goleada: desnudaron la vida de los venezolanos.