Benjamín Netanyahu está luchando por su supervivencia política en las elecciones de este martes en Israel.
El primer ministro tiene en el exmilitar Benny Gantz su mayor desafío.
Pero hay mucho más a lo que estar atento. Estas son 6 claves para entender lo que está en juego y que esperar de los resultados.
Benjamín "Benny" Gantz nació en 1959 en Kfar Ahim, una aldea de granjas cooperativas en el centro de Israel fundada por inmigrantes. Su padre y madre, Nahum y Malka, fueron sobrevivientes del Holocausto.
Tras enrolarse en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y, luego, en la Brigada de Paracaidistas, su primera tarea fue proveer seguridad al presidente egipcio Anwar Sadat, en su histórica visita a Israel en 1977.
Ascendió rápidamente y jugó un papel clave en varias campañas militares. Para 1999, se había convertido en el más alto oficial israelí durante la ocupación de ese país en el sur de Líbano.
En 2011, fue designado sorpresivamente jefe del estado mayor de las FDI y, durante su mandato, lanzó dos grandes operativos, en 2012 y 2014, contra militantes palestinos en Gaza.
En la segunda incursión, según la ONU, 2.251 palestinos -1.462 de ellos civiles- murieron. Israel, por su parte, perdió seis civiles y 67 soldados.
Funcionarios palestinos y grupos de derechos humanos acusaron al ejército de Israel de crímenes de guerra durante el conflicto.
Pero Gantz afirmó que sus fuerzas se esmeraron en evitar bajas civiles.
Cuando su carrera militar llegó a su fin en 2015, Netanyahu elogió sus décadas de "excelenteservicio" y lo describió como un jefe de estado mayor "altamente calificado, ético, responsable, equilibrado y concienzudo".
Cuatro años después, cuando se convirtió en su principal rival para el cargo de primer ministro, Netanyahu no tuvo los mismos cumplidos desestimándolo como un "débil izquierdista".
De ganar las elecciones, Gantz ha prometido que su gobierno "actuará responsable, firme y decisivamente".
Ha tenido palabras duras contra Irán y Hamás en Gaza pero también ha prometido "luchar por la paz" y "no perder la oportunidad de lograr un cambio regional".
Netanyahu aspira a un quinto período al frente del gobierno. De ser reelegido, este julio se convertiría en el primer ministro con más tiempo en el cargo, por delante del considerado "padre de la patria", David Ben-Gurión.
Sin embargo, Netanyahu enfrenta tanto las serias acusaciones de corrupción, pendientes de una audiencia final con el fiscal general, como a su mayor rival en años, Benny Gantz.
Gantz, que fue jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas de Defensa de Israel y es un novato en la política, puede competir a la altura de Netanyahu en seguridad -uno de los temas claves de esta elección- y promete una política más limpia.
Su alianza centrista Azul y Blanco, formada con otros dos exjefes militares y el expresentador de televisión y ahora político Yair Lapid, se proyectaba inicialmente un poco mejor que el Partido Likud de Netanyahu en las encuestas, pero esta tendencia se ha revertido.
La apretada carrera está generando una campaña agresiva y frecuentemente sucia, con varios intentos de desprestigiar a los candidatos.
El electorado israelí tiende a escoger según las personalidades de los candidatos en lugar de sus políticas, y si los consideran líderes fuertes o no.
En Israel, donde rige un sistema parlamentario, nunca un solo partido ha conseguido una mayoría suficiente para gobernar. Siempre han sido necesarias las coaliciones.
Eso quiere decir que el primer ministro no va a ser necesariamente el líder del partido más votado.
El país será gobernado por quien logre el apoyo de al menos 61 de los 120 diputados en el Knesset, el Parlamento.
Algunas encuestas sugieren que Netanyahu tendría más posibilidades que Gantz de formar una coalición debido a las estrechas relaciones del primer ministro con otros partidos de derecha y religiosos.
En una medida ampliamente criticada para asegurar más escaños de la derecha, Netanyahu negoció un acuerdo que hace más fácil la entrada al Parlamento de candidatos de un partido de extrema derecha que muchos consideran racista.
En las últimas semanas se ha visto un brote de tensiones entre Israel y los militantes palestinos en Gaza.
Y se espera que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, publique su plan para impulsar una solución en el largo conflicto de Israel con los palestinos poco después de las elecciones.
No obstante, las fórmulas para reactivar el moribundo proceso de paz no han sido tema principal del debate electoral.
El público israelí tiene poca esperanza en el antiguo plan internacional para la paz, la "solución de dos Estados".
Destacados miembros de la actual coalición de gobierno de derecha que apoya a Netanyahu abiertamente se oponen a la creación de un estado palestino y buscan anexar el máximo de los territorios ocupados en Cisjordania.
La plataforma de campaña del Partido Azul y Blanco se refiere a la "separación" de los palestinos pero no menciona específicamente la creación de un Estado.
También apoya una Jerusalén "unida" como capital de Israel, aunque los palestinos reclaman el oriente de la ciudad como su futura capital.
La alianza de Gantz también insta al continuo control sobre el valle del río Jordán y la conservación de los asentamientos judíos en Cisjordania. Esos asentamientos son considerados ilegales por la ley internacional, aunque Israel rechaza ese concepto.
El Partido Laborista de Israel, que logró pactar un avance en los acuerdos de paz con los palestinos en los años 90, ha perdido el favor de los votantes.
Hay 6.3 millones de votantes israelíes y los grupos sociales, étnicos y religiosos a los que pertenecen podrían ser un factor decisivo el día de las elecciones.
La población religiosa de Israel Haredi cuenta con más de un millón de miembros. Tradicionalmente, estos judíos ultraortodoxos de ascendencia europea reciben consejos de sus rabinos y votan por partidos afines.
Sin embargo, muchos más de ellos están ahora votando por partidos convencionales, mayoritariamente por los de derecha. Entre los temas que más les preocupa está el reclutamiento militar para ultraortodoxos, que se debatirá otra vez en el próximo Parlamento.
Los árabes israelíes componen una quinta parte de la población, pero las encuestas sugieren que menos de la mitad de los que tienen derecho a votar planean hacerlo.
La asistencia a las urnas de los árabes se incrementó en 2015, cuando cuatro partidos hicieron campaña conjunta bajo una Lista Árabe Unida, que logró 13 escaños. Pero esa lista se desmembró para estas elecciones.
El líder del ultranacionalista y libertario Partido Zehut, Moshe Feiglin, podría tener en sus manos la decisión de quién sería primer ministro en futuras discusiones para una coalición. Según las encuestas, su partido podría logar por lo menos cuatro escaños.
Feiglin asegura que no tiene preferencia entre Netanyahu y Gantz como primer ministro.
Feiglin es bien conocido por sus llamados para legalizar la marihuana, pero su partido tiene una plataforma ecléctica.
Tiene una postura de línea dura contra los palestinos y busca instarlos a que emigren de los territorios ocupados de Cisjordania y Gaza.
También ha propuesto la construcción de un tercer templo judío en el disputado sitio sagrado en Jerusalén, conocido por los judíos como el Monte del Templo y por los musulmanes como Haram al Sharif, que es el lugar donde se encuentra la mezquita de al Aqsa.
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