Las elecciones en Estados Unidos están a la vuelta de la esquina y las encuestas muestran a los candidatos, Kamala Harris, demócrata, y Donald Trump, republicano, empatados, advirtiendo que la del 5 de noviembre será una contienda cerrada, con una diferencia que podría ser mínima.

Después de la euforia que provocó el ascenso de Harris como la candidata presidencial en vez del presidente Joe Biden, quien se retiró de la contienda en julio pasado, la ilusión se desinfló. Hace cuatro años, a estas alturas, Biden lideraba las encuestas por 10%. Hoy, Harris tiene una ventaja de 1.5%, un empate total.

Harris no sólo arrastra la impopularidad de Biden, sino también el enojo de los estadounidenses por la situación económica, por la falta de una respuesta eficaz frente al fenómeno migratorio. Trump, en tanto, asesta golpe tras golpe, hablando de un Estados Unidos fallido que requiere ser “salvado” de la “invasión” de delincuentes que llegan al país para destruirlo todo… y comerse hasta los gatos y los perros.

Trump es la personificación del macho, uno que ha dicho que por su posición de poder puede hacer “lo que le dé la gana” con las mujeres, que califica a Harris de retardada mental, que pone en duda que sea negra, que manotea y amenaza: a México, a la OTAN, a los demócratas, a los jueces, a Biden. Si bien es cierto que es importante separar el discurso de la realidad, ese discurso y esas amenazas son las que apoya la mitad de los estadounidenses, según encuestas.

Harris tiene el apoyo mayoritario de mujeres y de personas con educación universitaria. Pero un fenómeno preocupante se asoma en estas elecciones: el machismo. En un discurso en Pennsylvania, el expresidente Barack Obama se quejó de los afroestadounidenses que están “buscando toda clase de excusas” para no votar por Kamala Harris por ser mujer.

Para algunos, es preferible tener como presidente a un hombre que es un criminal convicto, que votar por una mujer. Es algo que ocurrió ya en 2016, con Hillary Clinton. Harris sabe que necesita no sólo del apoyo de las mujeres, sino de hispanos y afroestadounidenses en general si quiere evitar el regreso de Trump a la Casa Blanca. La gran pregunta es si le queda tiempo, si podrá impedir el triunfo del “macho style”.

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