El próximo 5 de noviembre los estadounidenses elegirán entre la vicepresidenta y candidata demócrata Kamala Harris y el exmandatario y aspirante republicano Donald Trump como presidente. Las consecuencias de si queda una u otro van mucho más allá de Estados Unidos y tienen particular impacto en México, que está a la espera de definir cómo será la relación con el país vecino.
Harris o Trump: ¿qué implica el triunfo de uno u otro?
Por: León Krauze | Periodista
Primero que nada, el triunfo de Kamala Harris supondría el triunfo de lo normal, de la normalidad. Harris es una figura política normal, dentro de los márgenes institucionales de la política estadounidense. Eso no quiere decir que su presidencia estaría exenta de retos. Tendría muchos desafíos y supondría dificultades, para México por ejemplo. Pero son retos, desafíos y dificultades que se enmarcan dentro de la normalidad institucional y, con toda franqueza, dentro de la normalidad moral. Y si me extiendo un poco, la normalidad humana.
A Harris se le pueden criticar sus políticas públicas, sus posturas ideológicas, pero es una persona normal, a diferencia de su rival. Y por supuesto, supondría el triunfo del respeto a la democracia, al disenso, a la tolerancia y a valores esenciales de la vida democrática, todos los cuales ha rechazado Donald Trump de manera clara, contundente, durante su presidencia, pero sobre todo después de haber rechazado, sin justificación alguna, los resultados de la elección de 2020 y encabezado una insurrección que culminó con los hechos violentos del 6 de enero.
Si Donald Trump vuelve a la Casa Blanca en 2024, las consecuencias de su reelección se extenderán más allá de las fronteras de Estados Unidos. Un triunfo de Trump repercutiría en todo el panorama geopolítico, desestabilizando la democracia mundial y el Estado de derecho. Desde Ucrania hasta las instituciones estadounidenses, los riesgos son monumentales.
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La democracia en Estados Unidos está en una coyuntura precaria. Trump ha dejado claro que su segunda presidencia tendría la venganza como prioridad.
A lo largo de su carrera política, Trump ha impuesto políticas punitivas de migración, pero nada comparado con lo que ahora ha anunciado: deportaciones masivas, dirigidas a millones de inmigrantes indocumentados, sin importar cuánto tiempo hayan vivido en Estados Unidos o si tienen hijos nacidos en Estados Unidos.
El drama humano no tendría parangón en la historia moderna de Estados Unidos…y México.
China: las tensiones seguirán, con quien sea
Por: Sergio Ley | Diplomático, Embajador de México en China 2001-2007
Fiel al principio de la no injerencia en asuntos internos de otros países, el gobierno de la República Popular China ha declarado reiteradamente su compromiso con ese principio, por lo tanto, no opina sobre las elecciones en Estados Unidos. Sólo en casos concernientes a su soberanía, el vocero de la Cancillería, ha manifestado que China se opone a que el país sea tema de debate en las elecciones presidenciales, enfatizando que la cuestión de Taiwán es un asunto puramente interno de China y no admite ninguna interferencia externa ya que la isla es parte inalienable del territorio chino.
No obstante, en círculos académicos y empresariales chinos prevalece la opinión que el gobierno de Beijing tiene claro que sea quien sea el nuevo presidente estadounidense, los vínculos no saldrán de la espiral de tensión creciente que existe hoy en día. En tal escenario podría inferirse, quizás, una preferencia por un eventual triunfo de una administración Trump en tanto que su exaltado unilateralismo contribuiría a desacreditar y aún a aislar la política exterior de Washington. Consecuentemente, con Trump de regreso a la presidencia, Estados Unidos perdería parte de su capacidad de convocatoria y por ende su aptitud para crear alianzas internacionales contra China.
Esta situación se ve favorable para la República Popular si se compara con las posibilidades de una administración demócrata que ha demostrado su gran interés de crear todo tipo de alianzas, económicas o militares para cercar a la potencia asiática. Ello no excluye que la retórica política anti-china con Trump pueda ser más beligerante. En cualquiera de los casos, China no contempla una confrontación bélica a menos que Taiwán llegase a declarar su independencia con el respaldo de Estados Unidos.
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Migración: dos visiones y dos conceptos de país
Por: Andrew Selee | Presidente del Instituto de Políticas Migratorias
La migración se ha vuelto uno de los temas centrales de la campaña presidencial en Estados Unidos. La percepción de que la administración del presidente Joe Biden y la vicepresidenta Kamala Harris perdió control de la frontera ha afectado a la campaña de Harris a la presidencia y dado oxígeno a la campaña del ex presidente Donald Trump en su camino hacia la Casa Blanca. En realidad, el número de cruces en la frontera ha bajado de forma notable desde enero, y especialmente desde Julio, pero ese cambio probablemente haya llegado tarde para los tiempos políticos.
Las dos campañas tienen dos visiones profundamente distintas hacia la migración y los migrantes. Trump, cada vez más, ha vendido la idea de que los migrantes están “envenenando la sangre” del país, y ha prometido hacer una campaña de deportación masiva desde su primer día en la presidencia. Lo intentó hacer también en su periodo de presidente, pero en esa ocasión no tenía la capacidad de hacerlo. Esta vez, todo parece indicar que ya tiene listos planes más concretos para realizar deportaciones desde el interior del país, es decir, de los migrantes indocumentados que ya tienen tiempo viviendo en Estados Unidos. Y Trump está apelando a una identidad pura—si bien imaginaria—de Estados Unidos, lo cual, dice, se está perdiendo frente a la migración.
Harris también ha endurecido sus posturas sobre la frontera, pero sólo en parte, apoyando una propuesta de ley que reduce, pero no elimina, el acceso al asilo en la frontera. Al mismo tiempo, ella ha enfatizando la importancia de la migración para la economía del país y ha hablado del legado de sus padres, ambos inmigrantes, como ejemplo de cómo la migración nutre la sociedad estadounidense
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No hay otro tema en que hay una brecha más grande entre los dos candidatos presidenciales. No sólo hay una diferencia entre sus propuestas políticas, sino más bien entre sus conceptos del país mismo y del lugar de los inmigrantes en él. En resumen, esta elección marcará un parteaguas en cómo los estadounidenses se definen a ellos mismos.
Aranceles, medio ambiente: agenda bilateral
Por: Ricardo Smith Nieves | Politólogo e internacionalista por el CIDE
La elección presidencial de 2024 en Estados Unidos será histórica y los resultados serán trascendentales para México. Dos temas que son particularmente relevantes para la relación bilateral —economía y, en menor medida, migración— dominan la lista de prioridades de los votantes estadounidenses. Aunque los datos agregados de crecimiento, gasto del consumidor y empleo en EUA son positivos, las personas perciben un declive en su poder adquisitivo causado por un alza inflacionaria (particularmente en el costo de alimentos y vivienda) que duró de 2020 a 2023.
El Partido Republicano ha apelado exitosamente a las preocupaciones económicas de los votantes. Las encuestas identifican a Trump como el candidato que mejor puede atenderlas. En sus mítines, el expresidente ha propuesto imponer aranceles generales de 10-20% a la mayoría de las importaciones (además de acelerar la producción de hidrocarburos y reducir impuestos corporativos y a las inversiones). También ha amenazado con imponer aranceles específicos a la importación de automóviles ensamblados en México. En la esfera migratoria, propone una “deportación masiva” de migrantes, empleando agentes de ICE, la Patrulla Fronteriza y agencias federales.
De ganar Kamala Harris, la agenda comercial sin duda enfrentará retos de cara al proceso de revisión del TMEC en 2026. Se espera que una administración Harris-Walz promueva cambios en materia laboral, de medio ambiente y, en particular, respecto a la presencia de inversiones chinas en México. Aunque sin recurrir a deportaciones masivas, su administración sin duda tomará medidas visibles y claras para invertir en seguridad fronteriza y detener lo que se percibe hoy como un flujo poco controlado de migrantes a través de la frontera México-Estados Unidos.
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REX AMERICANUM
Por: Jesús Isaac Flores Castillo | Vicecónsul en Phoenix y es candidato a doctor en Seguridad Internacional por la Universidad Anáhuac
Recién este verano la Suprema Corte de Estados Unidos concedió amplia inmunidad a los presidentes por crímenes cometidos durante el ejercicio de sus funciones. Para poner las cosas en contexto: si este fallo hubiera llegado cincuenta años atrás, Gerald Ford no hubiera necesitado perdonar a Nixon para evitarle responder por el escándalo de Watergate, un episodio que retrató el abuso de poder en una presidencia otrora imperial que resucitaría con el más extremo de sus avatares, Donald Trump.
Si él gana la elección y cumple todas sus promesas (la experiencia permite afirmar que lo hará) el mundo cambiaría radicalmente, no porque Estados Unidos se vuelva aislacionista, sino porque actuará de manera unilateral. En materia comercial, el Congreso ha delegado a lo largo de los años una amplia autoridad a la rama ejecutiva. Podría ser un hecho la imposición de aranceles a tasas de 60% en todos los productos chinos (por razones de seguridad nacional) y del 10% al 20% al resto de los bienes extranjeros (por puro mercantilismo). Esto impacta de manera particular a México. La renegociación del T-MEC es clave para la economía nacional y se antojaba ya bastante compleja, incluso bajo una administración demócrata.
En materia migratoria ha sido imposible alcanzar una reforma integral en lo que va del siglo. Durante su primer periodo la falta de presupuesto fue lo único que le impidió lograr sus más radicales propuestas. En esta iteración, con un Congreso unificado, una presidencia de Trump significaría campos militarizados para procesar a los migrantes arrestados en redadas a lo largo y ancho del país, sin importar las consecuencias sociales y económicas. Nada es especulación, él y sus asesores más cercanos lo han dicho en tantas palabras. Lo único fácil de predecir es la impredecibilidad de sus acciones.
Timón firme ante discursos trumpistas
Por: Dení García | Especialista en comunicación política
Donald Trump ha basado su estrategia en agitar las aguas electorales y el panorama internacional, generando incertidumbre mediante declaraciones que a menudo carecen de fundamento práctico pero que cumplen su función de atraer atención pública y consolidar su liderazgo. Sus recientes amenazas sobre deportaciones masivas, el fin del T-MEC y cuestionar la permanencia de Estados Unidos en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) responden más a una táctica de intimidación que a una política real.
En una era de sobrecarga informativa, los estadounidenses buscan certezas, por lo que Trump utiliza su imagen de autoridad, aunque su retórica presente inconsistencias. Prueba de ello es que el candidato a vicepresidente republicano aclaró recientemente que Estados Unidos desearía permanecer en la OTAN, confirmando que las amenazas de Trump no reflejan necesariamente su viabilidad política.
En este contexto, Trump ha encontrado dos grandes aristas para ejercer presión sobre México: la migración y la seguridad, por un lado, y la relación comercial, por el otro. Este juego de poder le permite utilizar el tema migratorio para amagar con propuestas económicas de alto impacto, generando una dinámica en la que un frente de conflicto le sirve para presionar en otro. Las amenazas de deportaciones masivas y la radicalización comercial en el marco del T-MEC actúan como herramientas de dominio, buscando llevar a México a aceptar condiciones desfavorables y capitalizando votos para su campaña al mismo tiempo.
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Con la revisión del T-MEC programada para el próximo año, de ser electo el candidato Republicano, México deberá adoptar una postura sólida para enfrentar los posibles embates discursivos de Trump, quien tiende a imponer su visión mediante tácticas de intimidación. La “Sunset Clause”, sería entonces una prueba de fuego para la diplomacia mexicana en la nueva administración y la primera prueba de fuego a sortear para Marcelo Ebrard y Juan Ramón de la Fuente, quienes deberán navegar con timón firme en las siempre complejas aguas de la revisión del Tratado Comercial, donde la clave será resistir la presión de la retórica agresiva de Trump en campaña.
Elecciones en Estados Unidos. El riesgo de otro 6 de enero
Por: Solange Márquez | Internacionalista
El rugido de la multitud resonaba en el aire frío de Washington D.C. aquel fatídico 6 de enero de 2021. La capital de los Estados Unidos, arquetipo de la democracia en el mundo, se convirtió en escenario de una insurrección sin precedentes. Miles de seguidores de Donald Trump, enardecidos por sus falsas afirmaciones de fraude electoral, irrumpieron en el Capitolio, dejando tras de sí una estela de destrucción y un profundo cuestionamiento sobre la solidez de las instituciones estadounidenses.
Hoy, a las puertas de una nueva elección presidencial, el fantasma de aquel oscuro día se cierne de nuevo sobre Estados Unidos. La posibilidad de que Donald Trump se niegue a reconocer los resultados del próximo 5 de noviembre no es una mera especulación, sino un escenario que debemos considerar con seriedad y preocupación.
En anticipación a este posible desenlace, el equipo legal de Trump, sin duda, se encuentra ya listo para inundar los tribunales con una serie de demandas, muchas de ellas recicladas de la elección anterior. Aunque es poco probable que estas acciones legales prosperen, su verdadero peligro radica en alimentar, una vez más, la narrativa de una elección “robada”, erosionando aún más la fe en el sistema. Además, la creciente ola de amenazas e intimidaciones contra funcionarios electorales en todo el país añade otra capa de preocupación a este volátil panorama.
Más allá de los riesgos inmediatos, hay que señalar que esta erosión de la confianza pública no es un fenómeno aislado. Se liga con la posibilidad de que se repitan los hechos violentos de aquel frío día de enero de 2021. De hecho, casi la mitad de los votantes estadounidenses tienen miedo por la posibilidad de la violencia que podría surgir en caso de que Trump no acepte si los resultados le son desfavorables. Su retórica incendiaria podría ser la chispa que encienda un polvorín de tensiones acumuladas por años.
Sin embargo, hay que señalar que el impacto de estas acciones supera el resultado electoral. Cada vez que Trump se niega a comprometerse con la aceptación de los resultados electorales, asesta un golpe a los cimientos mismos de la democracia estadounidense, minando la confianza en las instituciones y en el proceso democrático, produciendo un veneno de efecto lento pero letal para cualquier sociedad libre.
Este debilitamiento se ve exacerbado por el actual panorama informativo. En la era de la desinformación, la lucha por controlar la narrativa es tan crucial como obtener los votos. Y, como buen populista, Trump ha demostrado una gran capacidad para crear una realidad alternativa, donde sus afirmaciones de fraude encuentran eco en millones de seguidores, planteando un desafío formidable para la legitimidad del gobierno electo.
Considerando todo esto, el escenario más alarmante es la posibilidad de que surja una nueva crisis constitucional que podría llevar a los Estados Unidos a un territorio inexplorado, poniendo a prueba los límites de su sistema constitucional, legal y político. Gane o pierda las elecciones, Trump ha demostrado ser el mayor peligro para el futuro de la democracia en Estados Unidos.
Elecciones en EU y las guerras en Ucrania y Medio Oriente
Por: María Cristina Rosas | Presidenta del Centro Olof Palme México y profesora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM
A días de que se desarrolle el proceso electoral que determinará quién sucederá a Joe Biden al frente del ejecutivo en Estados Unidos, la política exterior no parece que sea el tópico que moverá al electorado estadunidense inclinando la balanza a favor de Kamala Harris o Donald Trump, salvo en determinados círculos. Con todo, de llegar a la Casa Blanca cualquiera de los personajes, se pueden anticipar algunas prioridades en la agenda internacional para el ex presidente Trump y la Vicepresidenta Harris.
A diferencia de Harris, Trump tiene ya camino andado al haber dirigido los destinos de EU entre 2017 y 2020. Sus prioridades incluyeron el Make America Great Again o MAGA (hacer a Estados Unidos grande otra vez) confrontando a sus socios comerciales. Fue en el nombre del MAGA que Trump denunció al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) e impulsó el T-MEC con una cláusula abiertamente antichina. A propósito del gigante asiático, Trump llevó a cabo una guerra comercial contra Beijing imponiendo altos aranceles a sus productos. El controvertido empresario también despotricó contra Naciones Unidas, sus principales aliados y desarrolló acercamientos con regímenes como el norcoreano y el ruso. Por si fuera poco, Trump estrechó relaciones con Israel y cambió la sede diplomática estadunidense de Tel Aviv a Jerusalén. Su yerno gestionó igualmente los Acuerdos de Abraham que buscaron que Israel fuera reconocido como Estado por los países árabes, haciendo a un lado la causa palestina. El aparente entendimiento existente entre Trump y el mandatario ruso Vladimir Putin podría allanar el camino para que cese el apoyo estadunidense y de los aliados de EU a Ucrania.
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Del lado de Kamala Harris destaca su limitada experiencia en temas internacionales y sobre todo su bajo perfil a lo largo de la administración de Joe Biden. Desconocida por muchos, se sabe de su apoyo al presidente de Ucrania, su exhorto a Israel de que respete los derechos humanos, su visión de cooperar con los aliados, su rechazo a los autoritarismos y su apoyo a los derechos de los animales no humanos, a la agenda ambiental y al multilateralismo. Con Harris en la Casa Blanca, no se esperan grandes cambios en la guerra comercial contra Beijing, como tampoco en el apoyo tradicional -quizá más mesurado en las condiciones actuales- a Israel.
¿Qué puede esperar México? Tiempos difíciles, gane quien gane debido a la complejidad de la agenda bilateral y a la “pausa” decretada por el gobierno mexicano en las relaciones con la Unión Americana. María Cristina Rosas. Presidenta del Centro Olof Palme México y profesora en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.