Sin que sus nombres estén en las papeletas, Joe Biden y Donald Trump se han convertido en protagonistas de una intensa campaña electoral que ha vuelto a poner de relieve la división que vive Estados Unidos.
El país celebra el 8 de noviembre las elecciones de mitad de término, las llamadas "midterms", y se prevé que el resultado tenga un gran impacto en los dos años que quedan de la presidencia de Biden (y más allá).
En EU se renueva la Cámara de Representantes y una parte del Senado cada dos años: en unos casos en coincidencia con las presidenciales y en otros en la mitad del período presidencial, de ahí el nombre de los comicios.
Es por eso que muchos ven esta elección como un referendo al presidente de turno. Y es muy común que, en ese proceso, el partido que ocupa la Casa Blanca tienda a perder escaños.
El Partido Demócrata obtuvo en la elección de 2020 una mayoría en la Cámara y un empate en el Senado que en realidad es mayoría porque el voto del desempate recae en la vicepresidenta Kamala Harris.
Eso le ha permitido a Biden aprobar algunos de los planes de su ambiciosa agenda legislativa.
Para los republicanos es un momento clave: estas serán las primeras elecciones desde que Trump salió de la Casa Blanca, y serán el mejor indicador del exmandatario para decidir si se lanza o no como candidato presidencial para 2024.
Además, si los republicanos toman el control de cualquiera de las cámaras, podrían frenar efectivamente la agenda de Biden.
También podrían controlar los comités de investigación del Congreso, por lo que podría poner fin a la investigación que se lleva a cabo sobre el ataque al Capitolio de EE.UU. del 6 de enero de 2021, aunque se espera que su trabajo termine a finales de año.
El corresponsal político de la BBC en Washington Anthony Zurcher compartió algunos de los que él considera que serán los puntos clave de esta elección.
Un cambio en la composición en el congreso puede tener un impacto directo en el día a día de los estadounidenses. Un buen ejemplo es el caso del aborto.
En junio, la Corte Suprema revocó el fallo Roe vs. Wade que otorgaba protección constitucional al aborto en el país.
Ambos partidos ya tienen proyectos legislativos que van a intentar implementar en el ámbito federal si ganan el control del Congreso en noviembre.
Los demócratas prometen defender el derecho de las mujeres a abortar, mientras que los republicanos han propuesto una prohibición federal del aborto más allá de las 15 semanas de embarazo.
A nivel estatal, el resultado de las contiendas legislativas locales y de gobernador en estados clave como Pensilvania, Wisconsin y Michigan podría significar que esos sitios impongan mayores restricciones al aborto.
Pero cualquiera de los partidos que gane el control del Congreso -y el poder en los estados- tendrá la posibilidad de impactar el enfoque de políticas que van más allá del aborto.
Si los republicanos resultan victoriosos, se espera que la inmigración, los derechos religiosos y el crimen se conviertan en prioridades.
En contraste, para los demócratas los temas clave son el medio ambiente, la atención médica, el derecho al voto y el control de armas.
A diferencia de los últimos presidentes que han perdido contiendas electorales en EU, Trump no se retiró de la política en silencio.
Pareciera que todavía tiene interés en regresar a la Casa Blanca en 2024, y las elecciones de mitad de término podrían terminar fortaleciendo su posición o frustrando sus esperanzas.
Si bien no aparece en la boleta electoral como candidato, el apoyo político de Trump a decenas de candidatos republicanos sí que lo está.
A pesar de las objeciones de algunos líderes en el partido, el expresidente logró darles impulso a algunos de los candidatos al Senado -como el exjugador de fútbol americano Herschel Walker en Georgia, el médico de televisión Mehmet Oz en Pensilvania y al autor populista JD Vance en Ohio- para que superaran a republicanos más tradicionales en las elecciones primarias.
Si estos candidatos ganan, podría argumentarse que los instintos políticos de Trump son agudos y que su tipo de política conservadora tiene un atractivo nacional.
Pero si los republicanos se quedan cortos en el Congreso, y es por el fracaso de los candidatos poco convencionales seleccionados por Trump, el expresidente podría cargar con la culpa.
Tal resultado aumentaría las esperanzas de los rivales presidenciales de Trump dentro del partido.
Tanto el gobernador de Florida, Ron DeSantis, como el gobernador de Texas, Greg Abbott, están listos para la reelección en noviembre y podrían usar los resultados en esas contiendas como trampolín para sus propias campañas a ganar la nominación republicana en 2024.
Las elecciones de mitad de período normalmente se ven como un referéndum a los dos primeros años de un mandato presidencial; y es por esto que, históricamente, el partido en el poder sufre una derrota.
Los índices de aprobación de Biden se han mantenido bajos durante más de un año.
Si bien los demócratas parecen haberse recuperado un poco, la alta inflación y las preocupaciones por el estado de la economía representan una batalla cuesta arriba para que el partido gobernante logre mantener el control de ambas cámaras del Congreso.
En sus primeros dos años como presidente, Biden logró que se aprobaran leyes nuevas en temas como cambio climático, control de armas, inversión en infraestructura y pobreza infantil, a pesar de contar con mayorías estrechas en el Congreso.
Sin embargo, si el control de cualquiera de las dos cámaras pasara al Partido Republicano, este tendría el poder de evitar que el Congreso apruebe proyectos de ley demócratas y el resultado sería un estancamiento legislativo.
Una mala noche para los demócratas se interpretaría también como una señal de la continua debilidad política del presidente, y podría volver a revivir los llamados para que Biden le deje el camino abierto a otro candidato demócrata cuando comience la campaña presidencial de 2024.
Sin embargo, el presidente y sus asesores insisten en que van por la reelección y solo se ha visto una vez en la política moderna que un presidente en el cargo pierda la nominación de su partido en las primarias.
Las elecciones de mitad de período de 2022 van a ser las primeras elecciones federales desde que tuvo lugar el asalto al Capitolio de EU el 6 de enero de 2021, en el que partidarios de Trump intentaron impedir que los congresistas certificaran la victoria electoral de Joe Biden.
Lejos de amainarse después de los disturbios, Trump ha insistido en sus cuestionamientos a los resultados de la elección y ha apoyado activamente a los candidatos republicanos que dicen que les robaron la victoria.
Muchos de estos candidatos, como los nominados a secretario de Estado Mark Finchem en Arizona y Jim Marchant en Nevada y el candidato a gobernador Doug Mastriano en Pensilvania, se postulan para cargos en los que tendrán al menos algún tipo de control sobre los sistemas electorales de su estado de cara a la contienda presidencial de 2024.
Estos políticos, si son elegidos, podrían negarse a certificar los resultados electorales en sus estados si se viera en el país una elección reñida para la presidencia.
También podrían unirse a demandas contra algunoos condados, argumentando denuncias de corrupción electoral, o podrían promulgar nuevas reglas y regulaciones para restringir ciertos métodos para ejerccer el voto, como lo es la votación por correo.
En la elección de 2020, varios funcionarios republicanos estatales se negaron a ceder ante la presión de Trump para revertir los resultados en diferentes sitios.
Si en dos años hay una elección tan reñida como la de 2020, podría verse un resultado muy distinto a este tipo de desafíos.
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