San José. – Más de 39 millones de colombianos están inscritos para acudir hoy a las urnas y elegir en primera ronda entre una docena de políticos—9 hombres y 3 mujeres—al dúo que gobernará en Colombia a partir del próximo 7 de agosto en la Presidencia y la Vicepresidencia o escoger a los cuatro que pasarán a la segunda y definitiva del próximo 19 de junio.
Detrás de las frías cifras y de los datos básicos de la intensa contienda política, Colombia llegará a una intersección política de la vieja oferta entre izquierda o centro—derecha, como un país en la esquina noroccidental de América del Sur que es clave para la defensa de la democracia continental y el combate al narcotráfico mundial.
El izquierdista Gustavo Petro, del Pacto Histórico y con la afrodescendiente Francia Márquez como candidata a la vicepresidencia, saldrá como favorito para triunfar en la primera vuelta, pero con pronósticos en las encuestas—sin excluir sorpresas—de que tampoco obtendrá el 50% más uno de los votos válidos que se requiere como mínimo para evitar ir a la segunda.
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A la siguiente avanzarán las dos fórmulas de presidente y vicepresidente que hoy reciban más votos y sin superar el mínimo. El ganador en junio deberá obtener mayoría de votos.
Los estudios de opinión colocaron en segundo puesto al derechista Federico Gutiérrez, del Equipo por Colombia, con Rodrigo Lara Sánchez como aspirante a la vicepresidencia.
Nadie se atreve a descartar que el centro-derechista Rodolfo Hernández, de la Liga de Gobernantes Anticorrupción, con la afrodescendiente Marelen Castillo por la vicepresidencia, se filtre a la segunda etapa.
Otros candidatos fuertes son el centro—derechista Sergio Fajardo, de la Coalición Centro Esperanza, con el afrodescendiente Gilberto Murillo por la vicepresidencia.
Con menos posibilidades figuran los centro--derechistas John Milton Rodríguez, de Colombia Justa Libres, con la afrodescendiente Sandra de las Lajas Torres para la vicepresidencia, y Enrique Gómez Martínez, del Movimiento de Salvación Nacional, con Carlos Cuartas para vicepresidente.
Momento histórico
Los comicios de 2022 marcarán un antes y un después en la historia de Colombia y, en particular, desde que Álvaro Uribe asumió en 2002 el control de la política interna. Militante de 1977 a 2001 del Partido Liberal Colombiano, el más antiguo de Colombia y con tendencias de centro—izquierda y centro—derecha.
Uribe salió de esa fuerza partidista y en 2002, al frente del partido Primero Colombia, se convirtió en presidente colombiano del periodo de 2002 a 2006 y con el que se reeligió para el de 2006 a 2010. Tras moverse al Partido de la U, Uribe colocó en la presidencia a Juan Manuel Santos, quien fue presidente en dos cuatrienios consecutivos, de 2010 a 2014 y de 2014 a 2018.
Santos se distanció de Uribe por diversos factores. Uno de los principales choques se produjo por la negociación de paz del gobierno colombiano con las ahora disueltas guerrillas comunistas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que se alzaron en armas en 1964.
Uribe rechazó los términos del acuerdo de pacificación que, tras cuatro años de gestiones en Cuba, Santos firmó en 2016 con las FARC y que puso final a más de 52 años de conflicto bélico. Pese a que el pacto de paz avanzó en los últimos cinco años y medio, todavía es incompleta porque está pendiente de lograrse la pacificación con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la otra guerrilla comunista y en amas desde 1964.
Para las elecciones de 2018, Uribe lanzó al centro—derechista Iván Duque, con el partido Centro Democrático. Uribe ganó la presidencia y gobernó en una fase tumultuosa, por lo que el próximo 7 de agosto entregará el poder a la pareja que salga vencedora tras las jornadas de hoy y, de ser necesario, del 19 de junio entrante.
“Estamos a las puertas de uno de los mayores cambios políticos en la historia de Colombia”, explicó el politólogo colombiano Ariel Ávila, ex subdirector de la (no estatal) Fundación Paz y Reconciliación, de Bogotá, y senador para la etapa de 2022 a 2026 por la Coalición Centro Esperanza, que postula a Fajardo.
“Lo primero es que las élites que han gobernado a Colombia más o menos desde 1886 están llegando a su fin y, por primera vez, candidatos diferentes a esas élites podrían ganar la presidencia”, dijo Ávila a EL UNIVERSAL.
“Lo segundo es que, por primera vez también, la izquierda colombiana podría llegar al poder en cabeza de Petro. Por ende, esa sola posibilidad también parte en dos la historia de Colombia y eso no se dimensiona”, aseguró.
Al aclarar que “guardadas las proporciones”, subrayó que la situación se asemeja con lo que “pasó en México con Andrés Manuel López Obrador cuando acabó con los gobiernos del Partido Acción Nacional (PAN) y del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y aquí en Colombia llegaría Petro”.
“Lo tercero es que Colombia está en una crisis muy grande. Viene de una crisis de un gran paro nacional (en 2021), de una económica, de seguridad, política y migratoria. Es la confluencia de cinco grandes crisis”, explicó.
Otros dos puntos de comparación son Chile y Perú, con los respectivos gobiernos izquierdistas de Gabriel Boric y de Pedro Castillo. Boric asumió en marzo anterior y Castillo en julio de 2021 y ambos deberían gobernar por cuatro años.
“Las expectativas son muy altas en Colombia, como ocurre con el gobierno de Boric en Chile en donde se pensaba que todos los males de décadas se iban a solucionar en tan solo unas pocas semanas”, destacó Ávila.
Pero en 2022 se marcará “el fin del uribismo”, pronosticó.
“Uribe estuvo en la política en los últimos 20 años. El uribismo está llegando a su fin. Por los próximos 12 años, el partido más importante en Colombia va a ser el antiuribismo como en Perú fue el antifujimorismo”, planteó, al mencionar al cuestionado ex presidente peruano Alberto Fujimori, gobernante de 1990 a 2000.
El nuevo rumbo
Para el colombiano John Marulanda, coronel en reserva activa del Ejército de Colombia y presidente de la Asociación Colombiana de Oficiales de las Fuerzas Militares de Colombia en Retiro, “lo que está en juego en Colombia este domingo es ni más ni menos que el rumbo del país”.
“Ni siquiera es cambio o viraje. Es el rumbo definitivo que adoptará Colombia si elige mayoritariamente a un candidato de la extrema izquierda, como Petro, o a uno de centro—derecha, como Gutiérrez”, adujo Marulanda a consulta de este diario.
Con la evidencia de que las encuestas la colocaron sin posibilidad de victoria, la politóloga colombiana Ingrid Betancourt, un controversial personaje de la política de Colombia, renunció este mes a su candidatura presidencial por el centrista partido Verde Oxígeno y apoyó a Hernández.
Siendo aspirante presidencial, Betancourt fue secuestrada en abril de 2002 por las FARC, en un cautiverio que se prolongó por seis años, cuatro meses y nueve días y concluyó el 2 de julio de 2008, cuando las fuerzas militares colombianas la rescataron con otros 15 rehenes.
“Por supuesto que Hernández es un candidato que ha venido presionando muy fuerte al alza en los últimos días, pero esto no le quita para nada la preponderancia que ha venido adquiriendo Gutiérrez”, aseveró Marulanda.
Según el militar en retiro, “lo que también se decide para Colombia es el rumbo y el futuro, sino también su modelo económico”.
“Está ligado ese rumbo económico al que toman Perú y Chile y que evidentemente marcan una tendencia muy fuerte especialmente entre los jóvenes inconformes y rebeldes que los tuvimos aquí en 2021 (con el paro nacional) y como estuvieron en Chile” con las protestas callejeras que estallaron en 2019 y replantearon la situación institucional interna, recordó.
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Vecindario turbulento
Como principal productor mundial de cocaína, Colombia se consolidó desde finales del siglo XX en aliado clave para Estados Unidos, que es el más importante mercado de consumo de drogas.
Como vecino de Venezuela en una conflictiva frontera en el oriente, Colombia se convirtió en punto estratégico del acoso de la Casa Blanca al cuestionado presidente venezolano, Nicolás Maduro, aliado a los gobiernos izquierdistas de Cuba y a Nicaragua y en un trío calificado por Washington como antidemocrático.
Pese a su afiliación de izquierda, Petro chocó este año con Maduro luego de que el mandatario venezolano calificó de cobardes a dirigentes izquierdistas de Colombia.
“Le sugiero a Maduro que deje sus insultos. Cobardes los que no abrazan la democracia. Saque a Venezuela del petróleo. Llévela a la más profunda democracia, si debe dar un paso al costado, hágalo”, respondió el candidato colombiano.
Sin embargo, tampoco se desecha la opción de reacercamiento de Bogotá y Caracas si Petro gana. Maduro rompió las relaciones diplomáticas con Colombia en febrero de 2019.
Duque acusó repetidamente a Maduro de transformar a Venezuela en santuario de las redes del narcotráfico controladas por las disidencias de las FARC y de la guerrilla del ELN.
Para los cárteles mexicanos del contrabando global de estupefacientes como los de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, los residuos de las FARC, la insurgencia del ELN y mafias colombianas como el Clan del Golfo son cruciales en el abastecimiento de cocaína para exportar a América, Europa y Asia.
En 2017, con Santos en la presidencia, el gobierno colombiano advirtió de la incesante presencia de narcotraficantes mexicanos en zonas de Colombia dedicadas a la producción de cocaína e identificadas como plataformas del tráfico internacional del alcaloide por aire, tierra y mar.
Como socio global y sin ser miembro pleno, Colombia es el único país latinoamericano asociado a la Organización del Tratado del Atlántico (OTAN), músculo militar mundial de EU y sus aliados occidentales. El presidente de EU, Joe Biden, declaró este mes a Colombia como Aliado Principal No Miembro de la OTAN, rango que Argentina obtuvo en 1998 y Brasil en 2019.
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