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Una gran mancha verde con un reducto rojo y una anomalía amarilla.
Es una de las formas en las que se pueden analizar los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales de este domingo en Brasil, en las que el candidato de ultraderecha Jair Bolsonaro se hizo con más del 46% de los votos.
El verde muestra los estados en los que ganó Bolsonaro y su partido, el PSL (Partido Social Liberal): un total de 17.
Gracias a ese apoyo, con el 29% de los votos Haddad disputará la segunda vuelta.
Pero no lo tendrá fácil: solo aglutinando una gran coalición anti-Bolsonaro lograría vencer en esa segunda ronda, que se celebrará el 28 de octubre.
Brecha existente
A pesar del terremoto político que supone la victoria de un candidato calificado de racista, misógino y homófobo, y defensor de la dictadura militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985, la brecha territorial que muestran los resultados no es nueva, aunque se ha agudizado.
Hasta 2002, la mayoría de los estados brasileños votaban de forma más homogénea.
Pero a partir de 2006, cuando el entonces presidente Lula da Silva se presentaba a la reelección, las distintas regiones pasaron a votar con patrones diferentes.
Ese año, el PT lideró en todo el Nordeste, parte de la región Norte, Minas Gerais y Río de Janeiro, entre otros.
Por otro lado el PSDB (El Partido de la Social Democracia Brasileña que en estos comicios obtuvo los peores resultados de la historia con el 4,7% de los votos) estaba entonces al frente de Sao Paulo, en el Centro-Oeste, y de parte de las regiones Sur y Norte.
En líneas generales, ese patrón se mantuvo hasta el 2014.
La principal diferencia con estos comicios fue la sustitución del PSDB por el PSL, al cual Jair Bolsonaro se afilió en el mes de marzo.
Y el segundo cambio más importante fue la reducción del área de influencia del PT.
En las elecciones de 2014, el partido de Lula da Silva, afectado por numerosos casos de corrupción, ganó en 15 estados.
En 2010, fueron 18. En esta ocasión fueron solo 9.
Transferencia de votos
De esta forma, la gran mayoría de los votos a Bolsonaro fueron en las regiones del Sur y el Sudeste, donde viven el 58% de los electores.
Pero sus resultados en la región Nordeste no fueron buenos. Allí, el exmilitar conquistó solo el 15% de los votos.
Haddad, al contrario, se hizo con el 46% de sus votos en el Nordeste, más de lo que obtuvo en el Sur y en el Sudeste juntos, beneficiándose claramente de una transferencia de votos de Lula da Silva, primero, y Dilma Rousseff, después.
"Durante el gobierno de Lula creció la economía, en parte por el boom de las materias primas en el mundo. Su gobierno creó algunos programas sociales centrados en los pobres, por ejemplo para lidiar con el hambre, y creando más oportunidades para que pudieran llegar a la universidad", asegura Adriano Brito, editor de BBC Brasil.
"Algunas de las ciudades más pobres del país están en el Nordeste, así que algunos votantes se mantienen leales a Lula, a pesar de las acusaciones de corrupción".
Algunos medios brasileños señalan que, tras conocerse los resultados, grupos de Whatsapp y Facebook se llenaron de mensajes contra los habitantes del Nordeste, acusándolos de ser receptores de ayudas sociales y de trasladarse a otros estados para buscar trabajo.
La anomalía amarilla refleja la victoria del candidato del centroizquierda Ciro Gomes en Ceará, su estado, donde ha sido gobernador él y también su hermano Cid Gomes.
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