San José - La izquierda de América Latina y el Caribe comenzó a observar las elecciones presidenciales del próximo domingo en Venezuela con binoculares de distinta pulcritud y transparencia, por la creciente posibilidad de que el cuestionado presidente izquierdista venezolano, , sufra una derrota demoledora y aplastante frente al principal bloque opositor.

Clear Path Strategies, encuestadora privada de Canadá, reveló ayer que su más reciente encuesta en Venezuela previó que el opositor derechista venezolano Edmundo González, candidato presidencial de la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), ganaría con 59% de los votos y que Maduro, del gobernante (PSUV), captaría 33%.

La PUD, mayor bloque antioficialista, alegó repetidamente que el fraude sería el único camino del chavismo para vencer a González. En este escenario, los gobiernos comunistas, izquierdistas o socialistas del área se enfocaron en Venezuela.

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“El liderazgo latinoamericano está llamado a deslastrarse de amarres ideológicos sin sentido y que tampoco son aceptables ante una realidad como la que avanza en Venezuela”, adujo la comunicadora social venezolana Griselda Colina, directora del (no estatal) Observatorio Global de Comunicación y Democracia, de Caracas, y rectora del Consejo Nacional Electoral (CNE) de 2021 a 2023.

Venezuela “apuesta a la ruta electoral como vía pacífica para el cambio a la democracia (y) más allá de posturas ideológicas de izquierdas o derechas, aspira a cambiar las condiciones de vida, en la dignidad, la libertad, la justicia”, dijo Colina a EL UNIVERSAL.

“Los líderes políticos del mundo deben saber leer a lo que aspiran sus ciudadanos y mostrar capacidad para cumplir expectativas y necesidades. A todos los presidentes de la región les pedimos que acompañen a los venezolanos y asuman su compromiso con la democracia”, planteó.

Con ninguna o escasa credibilidad en defensa de la democracia hemisférica, Cuba, Nicaragua, Bolivia, Honduras y San Vicente y Las Granadinas solo aceptarán una victoria de Maduro para reelegirse a un tercer quinquenio, en una ciega lealtad con Caracas y a la memoria del fundador, en 1999, de la revolución bolivariana autodenominada socialista: Hugo Chávez (1954-2013).

Los gobiernos izquierdistas de Brasil y Colombia, quedarían atrapados en dos aguas: mantener la fidelidad a Maduro y admitir que ganó… aunque con fraude o salirse de la línea dura de Caracas, La Habana, Managua, Tegucigalpa, La Paz y Kingstown y denunciar que se registró un fraude y que la oposición ganó y que el chavismo debe entregar el poder.

Chile y Guatemala, símbolos de una izquierda democrática, institucional y tolerante, denunciarían cualquier fraude a favor de Maduro y exigirían el respeto incondicional a la voluntad del pueblo venezolano expresada en las urnas.

México, que integra el bloque izquierdista regional, debería enfrentarse al principio de la libre autodeterminación de los pueblos, bastión de su política exterior. Un eventual fraude violaría la libre autodeterminación del pueblo venezolano expuesta en las votaciones.

México, que alzó su voz en el siglo XXI y en el XX para exigir respetar la voluntad popular en comicios de diferentes naciones, quedaría en un dilema: callar y ratificar la profunda amistad del presidente mexicano, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, con Maduro —y de paso con Cuba— o denunciar el fraude.

“En Cuba están muy nerviosos. Tienen mucho miedo de que Maduro pierda. Ven temblar a Venezuela y avanzar a la derecha”, narró una fuente de la disidencia cubana desde San Antonio de los Baños, en el suroeste de La Habana.

La fuente habló bajo anonimato con este diario por temor a represalias, pero reveló que la policía política del régimen comunista advirtió a los disidentes que eviten aprovechar la situación de Venezuela para tender paralelismos con Cuba.

“Silencio”, fue la orden, narró el opositor desde San Antonio de los Baños, donde en julio de 2021 estallaron y se propagaron las más fuertes protestas antigubernamentales en Cuba para exigir democracia y libertad y el final del comunismo.

En Brasil, entre tanto, el presidente brasileño, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, (estrecho amigo de Maduro) cayó a una turbulencia política porque el centro y la derecha le pidieron exigir a Maduro unos comicios democráticos.

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“Me asusté”, confesó ayer Lula por la advertencia que Maduro lanzó la semana anterior, al alertar que, si pierde, en Venezuela habrá un “baño de sangre” y una guerra civil.

“El que pierde se lleva un baño de votos, no un baño de sangre”, adujo Lula. “Maduro tiene que aprender que cuando uno gana se queda, y cuando pierde se va y se prepara para otras elecciones”, sentenció.

Los comicios serán “la única oportunidad” para que Venezuela “vuelva a la normalidad” y se reinserte a la comunidad regional e internacional, destacó, al revelar que llamó por teléfono dos veces a Maduro para reafirmarle que debe “respetar el proceso democrático”.

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