La violenta y sangrienta incursión de Hamas en Israel, que dejó al menos mil 200 decesos, más de 240 rehenes y la respuesta israelí, que ha matado a casi 15 mil personas y ocasionado millones de desplazados en la Franja de Gaza, volvió a poner la cuestión palestina en la agenda pública y el deseo de “autodeterminación” de esta población, a la vez que se abrió otro capítulo en esta lucha.
Era necesario “cambiar toda la ecuación y no simplemente tener otro choque”, dijo Khalil al-Hayya, integrante del máximo órgano dirigente de Hamas, al The New York Times, en Doha, Qatar. “Logramos volver a poner la cuestión palestina sobre la mesa y ahora nadie en la región está en calma”.
Stephen M. Walt, profesor de Relaciones Internacionales en la Harvard Kennedy School, destaca en su columna “Israel podría ganar esta batalla en Gaza y perder la guerra”, en Foreign Policy, que “Hamas nunca podrá derrotar a Israel en una prueba directa de fuerza, pero su ataque es un trágico recordatorio de que Israel no es invulnerable y que el deseo palestino de autodeterminación no puede ignorarse”.
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Lorenzo Lazo, economista y analista en política internacional, describe a EL UNIVERSAL que “el tema palestino está en la opinión de la ciudadanía como un derecho a un Estado, con sus características fundamentales: pueblo, territorio y gobierno”.
Menciona que “hoy en las principales capitales se han presentado marchas en defensa de la población civil de la zona de Gaza, que con toda razón exigen una tregua y un cese al fuego para evitar mayor derramamiento de sangre. Esta severa llamada de atención debe incluir la liberación inmediata de los rehenes secuestrados de Israel y el desarme total y permanente del grupo terrorista culpable de esta lamentable secuencia de actos violentos”.
En los últimos fines de semana se han dado manifestaciones propalestinas. El sábado pasado hubo actos en Reino Unido, Francia, Portugal, Países Bajos, Suiza, Polonia, Turquía y otros.
En medio de la guerra, “en la sangrienta aritmética de los líderes de Hamas, la carnicería no es el resultado lamentable de un gran error de cálculo. Todo lo contrario, dicen: es el costo necesario de un gran logro: la destrucción del status quo y la apertura de un capítulo nuevo y más volátil en su lucha contra Israel”, escriben los periodistas Ben Hubbard y María Abi-Habib en “Detrás de la sangrienta táctica de Hamas de crear un estado de guerra permanente”, en el The New York Times.
Lazo remarca a este medio que “a nivel mundial hay una condena generalizada por la excesiva reacción que ha tomado Israel para la destrucción del potencial bélico de las fuerzas terroristas (…) ha ordenado a la población el abandono de la zona urbana más densamente poblada del planeta. En el entendido que la población asesinada en territorio israelita no tuvo esa oportunidad.
“Juzgar la reacción excesiva militar de Israel sobre la ciudad de Gaza y los miles de muertos que esta ofensiva ha causado tiene que tomar como punto de partida el reconocimiento del acto terrorista inhumano que rompió la frágil estabilidad que había venido teniendo esa región del mundo”.
Destaca que el secretario estadounidense de Estado, Antony Blinken, “ha cabildeado con más de 12 jefes de Estado la contención del conflicto a nivel local sin la participación de terceros países. En ello ha propuesto una serie de premisas para que Gaza mantenga su territorialidad, se retiren las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) y se deseche de una vez por todas la beligerancia terrorista del grupo Hamas”.
El Times reportó que Taher El-Nounou, asesor de medios de Hamas, declaró: “Espero que el estado de guerra con Israel se vuelva permanente en todas las fronteras y que el mundo árabe nos apoye”.
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Lazo hace una analogía con la guerra en Ucrania y declara que “si tomamos como referencia la invasión unilateral de Rusia en un territorio pasivo indefenso en Ucrania, todo mundo pensaba que esta sería una incursión de corto plazo. De la misma manera la escalada del conflicto que vino a provocar la agresión del 7 de octubre no tiene signos de ser un conflicto armado de corta duración. La meta de Israel es lograr el desarme total del grupo terrorista para asegurar que no se repita el acto vulnerable que sufrió el 7 de octubre”.
Remarca que “por ello es necesario reflexionar sobre una idea de congruencia entre fuerzas militares y países agredidos, entre derechos humanos y el respeto recíproco entre pueblos vecinos y diferentes”.
Lazo destaca que “desde su origen, el Estado de Israel ha tenido el problema de un diseño irregular entre la geometría que ocupa, en relación con el pueblo palestino. Situación que los diplomáticos de hace 75 años dejaron inconclusa”. Concluye que “mezclar un conflicto de dominio geográfico de poder militar y de dos formas de pensar, dos religiones mutuamente excluyentes, que tienen jerarquías políticas con extremos dominantes requerirá una profunda negociación en donde las partes acepten que tienen más que ceder que reclamar. Y en donde ambos bandos saben que una paz duradera estable y armónica les quitará a los líderes terroristas no sólo la atención mundial, sino también los apoyos económicos con los que se ha lucrado para satisfacer una errónea cultura del rencor”.